El gobierno argentino vendió 10 mil fusiles y 10 millones de cartuchos a Ecuador en febrero de 1995, cuando este país estaba en guerra con Perú y tenía vigencia un embargo internacional, dijo Jean-Bernand Lasnaud que intervino en la operación, ahora detenido en la cárcel de Champ-Dollon de Ginebra.
El gobierno argentino vendió 10 mil fusiles y 10 millones de cartuchos a Ecuador en febrero de 1995, cuando este país estaba en guerra con Perú y tenía vigencia un embargo internacional, dijo Jean-Bernand Lasnaud que intervino en la operación, ahora detenido en la cárcel de Champ-Dollon de Ginebra.
«El coronel Palleros me aseguró que disponía de decretos presidenciales para vender armas argentinas a cualquier país del mundo y yo no tenía razón para dudar de su palabra», precisa Lasnaud en referencia al oficial retirado Diego Palleros, representante de Fabricaciones Militares, la empresa estatal argentina que exportó esas armas.
Acusado por un juez de Buenos Aires de contrabando agravado de armas por haber precisamente actuado en este caso, Lasnaud adelanta que acaba de recurrir contra la decisión de extraditarlo a la Argentina tomada hace un mes por la Oficina Federal de Justicia en Berna, «porque no creo que haya nada que reprocharme», aventuró.
El litigio deberá ser ahora resuelto por el Tribunal Federal de Suiza, máxima instancia judicial en este país, que según estimaciones convergentes podría pronunciarse dentro de alrededor un mes.
Lasnaud relató algunas peripecias de este episodio, por el cual la Argentina lanzó un pedido de captura internacional vía Interpol, que lo sorprendió en la aduana de ferrocarriles de Ginebra el pasado 25 de mayo viniendo de Francia, siendo detenido a titulo extradicional.
«Soy doble nacional francés y estadounidense y he andado sin problemas en varios países a pesar de ese mandato de Interpol, cuya existencia yo conocía, pero cometí un error en venir a Suiza», abrevia Lasnaud, dando como ejemplo un reciente viaje a Marruecos del que fue y volvió sin inconveniente alguno.
El traficante indica que debía encontrar a cierta gente en Ginebra para intentar concertar una venta de armas que se hayan almacenadas en los Balcanes a otro país que omite mencionar, «pero sospecho que me traicionaron», dice lamentándose, «porque fue mucha casualidad que controlaran el pasaporte justo a mi entre unas diez personas».
Jean-Bernard Lasnaud descarga en el coronel retirado argentino Diego Palleros, y en el difunto capitán de la marina argentina, Horacio Estrada, quien aparentemente se suicidara en Buenos Aires en 1998, las responsabilidades de los presuntos delitos cometidos en la venta ilícita de armas a Ecuador en plena guerra del Cóndor con Perú en 1995.
La versión de Lasnaud parte de un requerimiento que le hizo el traficante de armas ecuatoriano Roberto Sassen, quien se lo presentó un contacto que no quiere identificar, el cual lo alentó a que buscara comprar los fusiles y la munición de Argentina, quedando claro entre ambos que esas armas eran para pertrechar a Ecuador en guerra contra Perú.
«Sassen me hizo oficialmente el encargo para su empresa en Ecuador «Prodefensa», y yo me dirigí a mi amigo el capitán Horacio Estrada, a quien conocí fortuitamente en el Hotel du Rhône de Ginebra en 1987», rememora Lasnaud, sin entrar en mayores pormenores de su vínculo con Estrada.
Evoca que tras ciertas consultas Estrada lo convocó a Buenos Aires anticipándole que la venta era posible, «donde me presentó a Palleros en su oficina cerca del Hotel Claridge de Buenos Aires en la que me alojé durante el largo mes que duró esta operación en febrero de 1995», afirma.
«Palleros me dijo que el asunto había llegado hasta el Presidente Menem y que él estaba autorizado por decretos presidenciales para vender armas en cualquier país del mundo y entonces fijamos las condiciones», resume.
En línea con Lasnaud dichas condiciones eran el precio de alrededor de 7 millones de dólares, que siempre según él fueron pagados por «Prodefensa» a una cuenta en Montevideo de la sociedad uruguaya de Palleros, «Hayton Trade», en cuya realización se adjudica el rol de intermediario entre Sassen, Palleros y Estrada.
«Deseo aclarar que mi empresa en Miami, Caribbean Group of Companies, no tiene nada que ver en esto porque el contrato se formalizó entre Prodefensa de Sassen y Hayton Trade de Palleros, al igual que el transporte que efectuaron Fine Air y la Airline Equipment Specialist de Miami, para lo cual se entendieron con Sassen », sostiene.
«Después mi función se limitó a verificar la calidad del material, y es así que fui a la fabrica en la ciudad de Rosario, y a garantizar la partida de los tres envíos aéreos que salieron desde el aeropuerto de Ezeiza en Buenos Aires, ya que el cuarto y último se suspendió», describe.
Apunta que «en esas ocasiones me acompañaron los ecuatorianos enviados por Sassen y nunca hubo incidentes como pude leer en algún medio, y solo en el tercer envío vino también Estrada, con quien coordine todos los detalles y las comunicaciones con Sassen», arguye.
Esto aconteció durante el mes de febrero de 1995 y Lasnaud también asegura que los planes de vuelo de los cargamentos fueron todos haciendo escala en Caracas, ya que no podían realizarlos directamente a Ecuador al estar impedidos de sobrevolar Perú, siendo eso imposible por la guerra.
«Los dos primeros vuelos fueron a Guayaquil y el tercero a Quito, siempre con abastecimiento de combustible en Caracas, pero como el cuarto no se concretó por trascendidos que aparecieron en la prensa, allí terminó mi papel y me volví a Miami donde vivo», consiga Lasnaud, que pretende haber cobrado 20 mil dólares por su participación.
«Me los pagó Estrada desde Uruguay a una cuenta mía en los Estados Unidos. Nuestra relación de negocios fue correcta y cuando murió en 1998, estábamos por vender fusiles a Camerún, así que no creo que se haya suicidado; amaba mucho la vida», comenta Lasnaud.
Manifiesta al respecto que Estrada nunca le habló de su pasado como represor durante la extinta dictadura militar en Argentina, en la que actuó como jefe del campo de concentración de la ESMA en Buenos Aires, donde asesinaron a miles de desaparecidos, « tal vez por mi origen, soy judío-polaco», confiesa, y añade que su apellido resulta de la adaptación al francés del original Lasnovsky.
«A la Argentina llegue solo con mi pasaporte legal francés, no me esperaba nadie, me fui en taxi al hotel y a las únicas personas que traté fueron a Palleros y Estrada, y a dos enviados de los ecuatorianos cuyos nombres, si no me equivoco, eran Albino Machi y Víctor Morón, los cuales verificaron detalles de las armas y de los papeles», recuerda.
Lasnaud estima ser ajeno a todo tipo de contacto que se le atribuye con miembros del gobierno o de las Fuerzas Armadas argentinas según artículos de prensa que cuenta llegaron a sus manos, y que jamás vio ni supo nada que el decreto presidencial que habilitó esta venta de armas a Ecuador señalaba Venezuela como el país del destino final del material militar.
«Como fracasó el cuarto envío desde Argentina se que Palleros recurrió al francés Jacques Monsieur, quien consiguió armas en Irán y las despachó a Ecuador, que las rechazó y devolvió el barco, pero yo no participé en ese comercio», continua Lasnaud.
Jacques Monsieur fue mencionado en medios de prensa franceses junto con Jean-Bernared Lasnaud en una investigación sobre venta de armas iranianas a Croacia durante la guerra en la ex-Yugoslavia desmantelada por el juez Gerard Canolle de Bourges, una incriminación que Lasnaud niega terminantemente.
Lasnaud niega asimismo haber trabajado para la CIA «aunque en esta actividad contactos he tenido como es natural», argumenta, aceptando que en el año 2000 ofreció su cobertura para comprar radares chinos que los Estados Unidos querían probar, «pero al final la adquisición no se llevó a cabo».
Lasnaud confirma por otra parte que luego que lo detuvieran en Suiza ha buscado ayuda en los servicios aduaneros norteamericanos y en Palleros, actualmente residente en África del Sur, sin obtener absolutamente nada en su favor.
Lasnaud asevera que carece de fortuna y que no tiene medios para pagarse un abogado en Argentina si lo extraditan, reflexionando que no le teme a la justicia de ese país que, insiste, proclamará su inocencia « porque no he hecho nada reprochable».
Lasnaud sonríe finalmente cuando se le pregunta por Anthony Sadowski, propietario de la casa que alquilaba en Florida antes de caer preso en Ginebra, a quien en Estados Unidos se lo vincula con clan mafioso neoyorkino de los Gambino, respondiendo que «es un hombre de 87 años, déjenlo tranquilo».
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