¿Cuál es el mayor negocio y la actividad de más alta rentabilidad para la oligarquía de Colombia y de otros países de América Latina? ¡Pues el narcotráfico! Dinero casi inagotable que luego lo blanquean mediante las grandes y progresivas inversiones en la banca, industria, comercio, bienes raíces, inversión deportiva y de toda otra índole, tanto dentro como fuera de cada país. Es muy difícil no encontrar en la primera raíz de las más grandes fortunas de Colombia esta presencia, vituperada en forma pública por sus mayores beneficiarios pero sólo de labios para fuera!
No al acaso se han denunciado sus inversiones en Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Chile, Argentina, Brasil, Panamá, México, y en casi toda América Latina y países de todos los continentes. ¿En dónde han puesto sus «ahorros» para «limpiarlos» o «blanquearlos»? Según infinidad de estudios y recortes de prensa, en la compra de haciendas, plantaciones, planteles avícolas, boticas, camaroneras, empacadoras, edificios, minas, maquinaria; colecciones enteras de arte, tanto prehistórico, colonial o moderno. En negocios financieros como bancos, casas de cambio, acciones de empresas, bonos financieros, papeles fiduciarios. Disponen de agencias de seguridad y vigilancia privada (sobre todo para su propia protección), almacenes de electrodomésticos, de equipos de comunicación satelital, tiendas de ropa, calzado, licores, armas, perfumes, entre tantas otras ramas empresariales, e incluso financian muchas campañas electorales, en muchos países, a cambio de protección de las autoridades electas, y para que éstas coloquen en puestos claves de los aparatos de seguridad a elementos de su confianza, de apariencia supuestamente intachable!
Para el estudioso de la realidad colombiana, antropólogo y miembro del cuerpo de notables designados por la sociedad civil para establecer una salida política a los problemas internos de este país, el doctor Alberto Pinzón Sánchez, el cálculo de lo que, aparte del negocio de los precursores químicos para la extracción de la cocaína, su tráfico produce, según sus cálculos, es de unos 500.000 millones de dólares a nivel mundial, de cuyo monto sólo «el 2% retornaría para los colonos, campesinos productores y pequeños transportadores (mulas); el 13% llega a las mafias colombianas que financian las operaciones de los grupos paramilitares y las campañas presidenciales, y el restante 85% de los beneficios es lavado en los bancos transnacionales que tienen sus sedes sobre todo en Miami, Las Vegas y demás paraísos fiscales del globo.»
«Mientras tanto -prosigue-, en el sufrido territorio del Putumayo, según la ONG Indepaz, cada día 46 personas abandonan sus hogares a causa de la “guerra contra las drogas”, lo que da un promedio mensual de 604 personas, que para el año 2001 fue de 17.143 personas, las que llegaron expulsadas a los cinturones de miseria de las grandes ciudades colombianas a unirse a los dos millones de desplazados que ya deja el conflicto en el país.»
Esta cifra, empero, se queda corta en los años 2002 y 2003, pues por ejemplo la Consultoría de Derechos Humanos y el Desplazamiento (CODHES), del Ecuador, establece que deben ya existir alrededor de 400 mil refugiados colombianos en el país, aunque la mayoría no se acoja a esa calidad, indicando que con la intensificación del Plan Colombia el incremento de solicitudes de refugio al Ecuador «se han elevado en 36 veces», situación que se facilita porque Colombia «solo controla el 10 o 15% su frontera sur» según testimonia el gobernador del Carchi, Luis Castillo. (El Universo, sábado 3 de enero del 2004, Pág. 2A).
No olvidemos que en la famosa propuesta del plan del Pentágono «Yunque y Martillo» le correspondía a las fuerzas armadas del Ecuador hacer de yunque en tanto el martillo que debería bajar son las fuerzas armadas de Colombia. Por eso, se dice, este país se abstiene de disponer de tropas suyas en el límite internacional, toda vez que ya existe quien le tome la posta según los designios de Washington!
Es evidente que a pesar de los males sociales que se derivan, ni a los grandes bancos del mundo, ni a la oligarquía de Colombia, ni a los que sacan beneficio de cualquier modo de este negocio ahora «ilícito» les interesa la desaparición de actividad tan lucrativa. Es más, saben que de igual modo a lo que sucedió con las bandas de gángsteres de la década del 20 y 30 del siglo XX, en los EE.UU., que negociaban el alcohol y el tabaco, les conviene revalorizar su «actividad de riesgo», pues a mayor supuesta persecución el producto sube y se generan más rentables ganancias! ¡Este es un tongo perfecto; plata hay para todos!
Es decir que a nadie de los grandes usufructuarios de esta actividad, entre quienes consta la oligarquía y el propio gobierno colombiano, le interesa «matar la gallina de los huevos de oro», además que mientras existan cuando menos alrededor de 23 millones de consumidores permanentes de los países desarrollados habrá mercado garantizado!
Y si mañana Colombia dejaría de surtir el producto, en forma inmediata lo reemplazaría cualquier otro país, porque es el consumo no controlado (antes bien alentado) el que determina una demanda tan lucrativa, rentable y progresiva! ¡No olvidemos en este sentido que los grandes productores y comercializadores de la cocaína artificial o «crack» están en los propios Estados Unidos y a éstos intocables (y muy bien protegidos) les interesa ampliar su mercado y redes de consumo sin que exista la competición nociva y molestosa como es la de la cocaína natural! ¿Es esta política la que subyace tras las publicitadas campañas del gobierno de los EE.UU. de sólo combatir la producción de la cocaína natural? ¿Por qué no hacen nada para el control de la cocaína artificial o «crack» que generándose en los propios EE.UU. destruye en forma irreversible el cerebro de sus nuevos adictos, en constante crecimiento inducido en barriadas de los latinos y afroamericanos?
Cabe una reflexión adicional. Si acaso buscarían eliminar al narcotráfico ¿por qué no lo legalizan que es la única forma de desbaratar este negocio? Recordemos que las bandas de gángsteres en Chicago y otras ciudades de los EE.UU. surgieron para la venta de bebidas alcohólicas y tabaco, cuando por ley se prohibió su libre comercialización. ¿Cómo se desmantelaron los cada vez más poderosos grupos manejados por Al Capone y Lucky Luciano? ¡Legalizando la venta del alcohol y del tabaco! ¡No hubo otra vía! Pero resulta que ahora nadie desea la eliminación de este lucrativísimo negocio!
¿Acaso no es conocido que los grupos paramilitares de extrema derecha han sido financiados por los capos de esta misma actividad? Lo dicen los propios informes de los Estados Unidos. Pero la guerra no es contra ellos porque su presencia persiste para defender el sistema de injusticia social manejado por la oligarquía de Colombia. Antes bien el régimen de Uribe les está amnistiando en forma independiente de los crímenes cometidos, y ya se empiezan a escuchar las voces que aluden a que esos desmovilizados podrían integrarse en forma regular a los aparatos de seguridad de ese mismo país!
Tan notoria es la direccionalidad política antipopular de la falsa lucha contra el narcotráfico, que nadie dice una sílaba sobre la heroína, el hachís y el opio que manejan los ingleses. ¿O es que estos elementos han dejado de ser estupefacientes? ¿A alguien se le ocurrido poner bases aéreas y militares en Irlanda o Escocia para controlar estos negocios en la Gran Bretaña? Y si en forma supuesta los movieran razones humanitarias, ¿por qué no ilegalizan el tabaco que produce más de 400 mil muertos al año sólo en los Estados Unidos, esto es más de veinte veces otras drogas? ¿Y por qué no ilegalizan el alcohol si según sus propias estadísticas matan más del triple de norteamericanos víctimas del tabaquismo? ¡Todo ello no hace sino demostrar el cinismo y la hipocresía de los más grandes embusteros del planeta, y que, para tragedia nuestra, guían la política externa e interna de nuestros países!
Pero todas las falsedades de los dominadores son develadas. Por ejemplo, si han debilitado tanto a los grupos insurgentes, como dicen ¿por qué cada vez ponen más impuestos y partidas presupuestarias más altas para su represión? ¿No es un contrasentido? Si alegan que el Socialismo ha perecido y es una reliquia histórica ¿por qué lo atacan todos los días en todos los diarios y noticieros sin excepción? ¿No es un absurdo atacar al supuesto «difunto»? ¿Acaso el odio infinito que destilan contra Fidel no nació porque él guió a un pueblo muy noble y valiente a la victoria, donde han edificado un orden social donde no existe oligarquía ni órdenes del imperio, y han solucionado sus problemas sociales más importantes a pesar de no disponer los recursos naturales que disponemos en nuestros países? ¡Lo que pasa es que los pueblos cada vez adquieren más conciencia, y donde ella existe y germina las colectividades se vuelven invencibles!
Ningún pueblo ha deseado jamás la guerra; pero como iluminaba con su vasta experiencia el libertador Simón Bolívar: «Aunque la guerra es el compendio de todos los males, la tiranía es el compendio de todas las guerras.» Y él mismo, en carta al coronel Patricio Campbell, desde Guayaquil, el 5 de agosto de 1829, ya advertía: «Los Estados Unidos parecen destinados por la providencia para plagar la América de miseria en nombre de la libertad.»
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