El Hospital San Juan de Dios (HSJD) tiene esperanza de vida. Luego de cuatro largos años de cierre y de su ocupación por parte de los trabajadores que no aceptan la liquidación de esta importante parte de Bogotá y del país, la propuesta del actual Secretario de Salud Distrital, Román Vega, sobre su viabilidad reabre un debate que para muchos estaba ya saldado. La ciudadanía tiene la palabra.
Se volvió a calentar el tema de la Fundación San Juan de Dios de Bogotá –la cual agrupa al HSJD y al Instituto Materno Infantil (IMI)–, producto del pronunciamiento que hizo el actual Secretario Distrital de Salud en el Concejo de la ciudad, al plantear que no existe voluntad política del gobierno nacional de darle solución a este conflicto laboral y sanitario que tiene ya más de cuatro años.
El Ministro de Protección Social replicó inmediatamente, descargando la responsabilidad en el gobierno distrital, ya que "el gobierno nacional ha hecho ingentes esfuerzos para resolver este problema, pero que la Secretaria de Salud no asiste a los escenarios propiciados". Independientemente de quien pudiera tener la razón, lo importante de este hecho es que el planteamiento del funcionario distrital desempolvó el tema del HSJD, y de paso forzó al gobierno nacional a expresar públicamente su postura (sin embargo, hay que decir que este debate evidencia dos miradas diferentes de gobierno frente a lo que significa lo público y lo sanitario y como se construyen y se preservan).
Orígenes de la hecatombe
Es de todos conocido que los hospitales de la Fundación San Juan de Dios de Bogotá fueron un referente fundamental para la capital y el país. Su papel en la formación universitaria, en la investigación biomédica y en la atención en salud de los sectores más desprotegidos del país le merecieron ese honor.
La imposición desde 1993 de una nueva lógica en el financiamiento de los hospitales públicos, al pasar del subsidio a la oferta (los dineros llegaban directamente al hospital para su funcionamiento anual) al subsidio a la demanda (los hospitales sólo reciben dinero por el pago de los servicios), les determino una lógica de autosostenimiento por la cual se convirtieron en empresas. Debieron diseñar y ejecutar estrategias en la lógica de mercado, y poner énfasis en lo financiero y no en lo sanitario.
Por supuesto que para los hospitales de esta Fundación la nueva política no les fue ajena. Por el contrario, les fue más grave dada su condición jurídica de fundación privada, a pesar de haber sido tratada históricamente como hospital público, ya que sus principales fuentes financieras eran recursos públicos.
Estas dos condiciones llevaron a la Fundación a dejar de recibir dineros del Estado, a sobrevivir con la sola venta de sus servicios. A finales del 2000 surgió un nuevo agravante, el entonces Secretario de Salud de Bogotá decidió que la ciudad no requería los servicios del HSJD. Entonces la Superintendencia de Salud, valiéndose de esta decisión determinó que las Entidades Administradoras de Salud no contrataran servicios con este Hospital, hecho que se constituyó en la estocada final para el cierre del HSJD y para dejar en condiciones muy precarias al IMI.
Se debe decir, desde luego, que los argumentos oficiales para tomar esta decisión estuvieron relacionados con el tema de la carga laboral, el pasivo prestacional y los servicios inadecuados en esta institución, lo que no dejaba ver con claridad la intención de liquidar a una institución que captaba un mercado importante de los servicios de salud en la ciudad.
Signos de vida: El HSJD no ha muerto
Tal vez lo más importante de estos pronunciamientos es que el HSJD evidencia signos de vida. De acuerdo al actual Secretario de Salud de Bogotá la ciudad sí requiere los servicios de la Fundación San Juan de Dios. En relación con el HSJD, la ciudad no cuenta con suficientes servicios especializados y subespecializados en medicina interna y cirugía, y, en relación con el IMI, esos mismos niveles en ginecología, obstetricia y neonatología, que o no son prestados por la red pública o privada o no tienen capacidad de atender en su totalidad, especialmente las instituciones que cubren el sur de la capital. Este planteamiento desarma en gran medida el argumento principal que utilizó el gobierno nacional para pretender la muerte de esta parte de la red pública sanitaria de Bogotá, demandando un debate público que incluya escenarios como el Congreso de la República y el Concejo Distrital.
Sí existen alternativas
Producto de la conminación que le hizo el Ministro de Protección Social al Secretario de Salud Distrital de que presentara propuestas, se habilitaron diálogos con diversos actores involucrados en el tema: trabajadores y pensionados de la Fundación, Universidad Nacional, Interventor de la Fundación, Director del IMI.
Se derivaron de estos varias propuestas que evidencian la posibilidad de darle salidas a la actual situación de la Fundación. Se destacan entre estas propuestas:
*Establecer un acuerdo entre trabajadores y pensionados (a través de sus organizaciones gremiales) con el gobierno nacional, que concerte deudas laborales y el pasivo pensional. De actuar así se superaría uno de los mayores escollos que aboca el Ministerio de Hacienda para argumentar que no es posible avanzar en un arreglo. Acá se plantea estudiar como posibilidad de acuerdo el marco de reestructuración propuesto por la Ley 550 de 1991, que les da margen a Fundaciones como estas para detener el conjunto de embargos a que está sometida.
· El aporte de la Nación de los recursos contemplados en la Ley 529 de 1999, que dispone destinar una cuantía (hasta 25 mil millones de 1999) para la Universidad Nacional, el Instituto Cancerológico, el Instituto Dermatológico y el CEAD para operaciones de compra de terrenos y otros para la Fundación San Juan de Dios; y lo que representa la conservación de estas dos instituciones como monumentos nacionales (Ley 735 de 2002).
· El impulso de un Acuerdo en el Concejo de Bogotá que les permita a los trabajadores de instituciones prestadoras de servicios de salud sin ánimo de lucro (que se encuentren en cesación de pagos por más de 24 meses), transar con sus empleados el monto de las prestaciones sociales; y, de otro lado, que los acreedores de obligaciones vencidas por más de 24 meses con este tipo de instituciones, en caso de condonación de deudas, puedan reducir los montos condonados hasta en un 50 por ciento del pago de impuestos de renta para el respectivo período fiscal.
· Reabrir el HSJD y fortalecer el IMI como parte de los hospitales del proyecto "Ciudad Salud", incluido en el Plan de Ordenamiento Territorial del distrito capital. Serían "hospitales universitarios" especializados y subespecializados en servicios de tercero y cuarto nivel (que no prestan o no cubren totalmente otras instituciones de la red pública hospitalaria, de tal manera que no se pongan a competir), servicios para ser ofertados distrital, nacional e internacionalmente.
Como se observa, la solución del problema de la Fundación San Juan de Dios, aunque tiene innegable complejidad, no es inviable. Responde más a problemas como la voluntad política del gobierno nacional, que bajo el argumento de escasez de recursos condena a este patrimonio de la ciudad y la nación a seguir en un proceso de muerte lenta pero segura por falta de medidas.
Finalmente, hay que señalar que este debate, a la vez, debe iluminar y ofrecer elementos para darle salida a la situación de otros hospitales universitarios que han sido cerrados (casos del Universitario de Cartagena y el de Caldas) o que están en proceso de clausura (hospitales San Jorge de Pereira y Ramón González Valencia de Bucaramanga).
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