El poder establecido ha dado bombo al papel que debe jugar los Estados Unidos como policía global. El problema es que no tiene recursos para asumir dicha función.
Desde los acontecimientos del 11 de Septiembre del 2001, expresiones como "el imperio americano" o "Estados Unidos, como poder imperialista" se escuchan más frecuentemente. Pero a diferencia de la década de los años sesenta y setentas, cuando dichos términos fueron acuñados sólo por un movimiento interno enfurecido por la guerra o por naciones en vías de desarrollo en debates de las Naciones Unidas, quienes representaron dichos conceptos, en la actualidad, apenas tiene cabida en las principales corrientes de pensamiento crítico. Hoy ha mostrado esa clase de hostilidad gran parte del mundo, incluyendo a países europeos y a otros países que usualmente, también son aliados de Estados Unidos, y el "nuevo imperialismo" ha ganado terreno entre los círculos de poder.
La lógica post 9/11 es que los Estados Unidos de Norteamérica tiene enemigos terroristas y estados malignos que podrían dañar seriamente al país - tal vez incluso con armas de destrucción masiva - si acaso no se hace un control policial sobre el mundo para evitarlo. "Ser un poder imperial es más que ser la nación más poderosa," escribe Michael Ingatieff del Centro Kennedy de la Universidad de Harvard. "Significa imponer tanto orden como se pueda en el mundo para proteger los intereses Norteamericanos."
Sin embargo, lo que la mayoría de los analistas no observaron -ya sea que éstos apoyen la idea del imperio americano o no- es que los Estados Unidos simplemente no tiene suficientes recursos económicos para ser la policía del mundo.
La deuda real
En primer lugar, Estados Unidos está entrando en una nueva era de imperialismo con la deuda federal bruta más alta en más alta en más de 50 años como porcentaje del PIB. Para el año fiscal del 2005, que comienza en Octubre, se proyecta una deuda federal bruta en los Estados Unidos $ 8,1 trillones, o el 67,5 % del PIB. Cuando había 100.000 tropas americanas desplegadas en Vietnam 1965, dicha deuda representaba el 46,9 % del PIB y se encontraba en disminución.
Un aspecto técnico vital en este caso es que: Lo que realmente importa es la deuda federal total y no la menor "deuda privada" ni el "déficit presupuestario unificado" que generalmente son citados por la prensa. Por ejemplo, la estimación más corrientemente divulgada del déficit presupuestario anual federal es de $478 mil millones para el 2004. Pero este número es engañoso, pues no incluye los préstamos otorgados por fondos de fideicomiso federales -en su mayoría del servicio de seguridad social del sistema de salud pública.
Pero, el dinero que el gobierno pide prestado del servicio de seguridad social y de otros fondos de fideicomiso, será devuelto con casi un 100% de certeza -tal como lo hace con el dinero que pide prestado cuando le vende bonos a Bill Gates o al gobierno Chino. El déficit federal anual es, por lo tanto, de $ 639 mil millones, según las cifras de la oficina de presupuesto del Congreso. Esto es el 5,6% del PIB, casi un récord para la era de la post segunda guerra mundial.
La deuda externa
Estados Unidos puede mantener -apenas- el déficit en estos momentos, pero aquello está por cambiar. En primer lugar, los intereses que se cargan a la deuda son manejables en la actualidad debido a las tasas interés extremadamente bajas. Pero, se espera que la Fed aumente las tasas de corto plazo a un 2% hacia fines de año. Pero más importante aún, las tasas de largo plazo aumentarán casi con seguridad, incluso más que las tasas de corto plazo porque la inflación se ha acelerado al 4,9% durante los últimos seis meses - un gran salto comparado con el 1,9% registrado el año 2003.
Si Kerry gana las elecciones y revierte el recorte de impuestos para los hogares con ingresos superiores a los $200.000 al año, tal como lo ha prometido, eso no reducirá el déficit ni al 1% del PIB. Y si cumple con sus promesas en materia de gastos, entonces mayor dinero recaudado por la nueva política impositiva sería contrarrestado. El presupuesto de Bush, el cual fue descrito recientemente por el presidente del instituto conservador CATO, Bill Niskanen, como "un fraude" montado por "republicanos malgastadores" que podrían hacer que los problemas del déficit y de la deuda empeoren aún más.
Luego, está el problema de los Estados Unidos -tanto del sector público como privado-, que se endeuda con otros países. La mayor parte de la deuda del gobierno está actualmente siendo financiada en el extranjero, especialmente de los bancos centrales de China, Japón y de otros países. Estas instituciones están deliberadamente comprando dólares de modo de mantener un tipo de cambio alto. Pero no van a mantener esta política monetaria indefinidamente. Los Estados Unidos se está endeudando con el resto del mundo en más de 600 mil millones de dólares al año y esto no puede seguir por mucho tiempo más.
El Big Bang
En algún momento dentro de una década, y más probablemente en los próximos dos años, los inversionistas extranjeros verán que una fuerte declinación del valor del dólar será inevitable y comenzará a causarles pérdidas a ellos y a los avales del Tesoro Norteamericano. Como en cualquier burbuja, será mejor que ésta reviente lo antes posible y no más tarde, cuando la burbuja se haga aún más grande. Pero aún así, los ajustes necesarios, junto con el dolor que aquello implica ocurrirán igualmente, incluyendo tasas de interés más altas y, consecuentemente, un menor crecimiento económico.
Un menor crecimiento económico, también significa un déficit presupuestario federal más abultado. Y el evento que definitivamente disminuirá el crecimiento y elevará el nivel de deuda del gobierno bastante por sobre las proyecciones actuales sería una crisis de la vivienda, que es otra burbuja por reventar. Los precios de las viviendas en los Estados Unidos han tenido una evolución sin precedentes desde 1995 en más de 35 puntos porcentuales por sobre la tasa de inflación. Eso ha creado más de $3 trillones de riqueza en papeles que - tal como ocurrió con la riqueza ilusoria por la burbuja de la bolsa de valores- está destinada a desaparecer. Todo esto, también es muy probable que ocurra en los próximos años.
El impacto económico será al menos equivalente al ocurrido con el mercado accionario entre los años 2000 y 2002, que causó la última recesión. Por lo tanto, es bastante probable que haya otra crisis económica en el futuro cercano, y con ello, otro abultamiento del déficit, ya que habrá una menor recaudación y se produciría un aumento de gasto contra cíclico automático.
El alzamiento de China
La combinación insustentable de una deuda pública y una deuda externa resulta mortal y explosiva en sí misma. El aumento de las tasas de interés, junto con una amenazantemente crisis de la burbuja de precios en el mercado de la vivienda, hacen que todo sea aún más peligroso. Los mercados financieros forzarán la disciplina necesaria si acaso la clase política se resiste a hacerlo, pero de todos modos, los estados Unidos ya no puede darse el lujo de gastar siquiera los $486 mil millones anuales que gasta en la actualidad para mantener a las fuerzas armadas y los programas de seguridad interna.
Incluso así, este nivel de gasto es insuficiente para mantener el poder de los Estados Unidos en el mundo. Dentro de aproximadamente una década, la economía china sobrepasará a la norteamericana en tamaño. Estados Unidos tiene 100.000 tropas desplegadas en Asia oriental. Si los norteamericanos intentaran mantener su dominio sobre la región -algo que probablemente probaría ser imposible-, haría que el gasto militar aumente con mayor fuerza aún.
El punto es que el imperio americano no se puede pagar. Dentro de más o menos una década Estados Unidos se verá forzado a ser mucho menos preventivo y con una visón hacia el exterior, también mucho menor, con una política externa más retraída -incluso si los círculos vinculados a la política exterior nunca cambien sus visiones o ambiciones.
La cuenta real
Mientras tanto, el segmento de la sociedad norteamericana que le gustaría ver avances en el sistema de salud pública, educación, superación de la pobreza o cualquier otra meta económica o social tendrán malas noticias. La visión de futuro es bastante diferente de lo que fue durante la mayor parte la era de la post Segunda Guerra Mundial, período durante el cual, los Estados Unidos implementó programas tales como Medicare y Medicaid, mientras gastaba literalmente trillones de dólares en guerras frías y calientes.
Esta vez se contará con poco o nada de dinero federal para cualquiera de esas cosas hasta que no cambie la política exterior norteamericana. El escenario más probable es que las áreas de gasto discrecional no militar serán estrujadas inexorablemente antes que cualquier cosa detenga al reino de las ambiciones de superpotencia que tenga Estados Unidos.
La era post 9/11 del imperio americano se cerrará, no de un gran golpe, pero con un gimoteo, sofocada por las leyes de la aritmética, las limitaciones de las finanzas públicas y las obligaciones de la deuda externa. Lo que aún queda por determinar es cuánto pagará los Estados Unidos -tanto en vidas perdidas y arruinadas, como en cuentas para las generaciones futuras- y cuántos enemigos se hará en el mundo antes de asumir la realidad.
Editado por Patricia O’Connell
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