Una trascendental victoria electoral del presidente venezolano, Hugo Chávez -la octava en poco más de cinco años- coronó una jornada inédita en la historia política de Venezuela y en la participación popular
No cabe duda de que el modelo chavista de una revolución sin revolución, de cambios estructurales en democracia y paz, si bien es eminentemente venezolano, sirve de termómetro para los países latinoamericanos, para saber que ya no hay nadie que nos impida seguir soñando con un futuro de protagonismo popular, de justicia y equidad, de integración regional horizontal, sin tutelaje. Por eso el mandatario insistió que la victoria en el referendo trasciende las fronteras venezolanas, pues también es una victoria de América Latina.
El bolivariano es un mal ejemplo, es un modelo contrahegemónico. Es que por primera vez América Latina accede a un proyecto estratégico ofensivo, que evoluciona hacia la democracia participativa y protagónica poscapitalista (quizá habría que darle más forma y contenido a esta expresión), dejando atrás los modelos defensivos como aquellos ajustados por las camisas de fuerza de No al ALCA o No a la dolarización.
Por eso no puede extrañar la chanza de Chávez tras su nuevo triunfo -“seguimos invictos”, dijo-: “me informaron que la pelota (de ese enorme batazo) cayó en medio de la Casa Blanca, cayó en el medio del jardín... Un regalo pa’ Bush" (George Bush, mandatario estadounidense) -subrayó- y luego, muy seriamente, admitió su expectativa que el Gobierno de EE.UU. cese la injerencia, es decir respete la soberanía interna, sin intromisión en ninguno de los asuntos de exclusiva competencia de los venezolanos.
Ante la prensa extranjera señaló que “no tenemos ningún plan para tomar Washington por asalto, de atacar a los Estados Unidos... pero estamos dispuestos aquí para ser libres, defendemos la soberanía y Venezuela no es ni volverá a ser una colonia, aquí mandamos los venezolanos. Queremos llevar al menos una relación como la que llevábamos con el presidente Clinton, con él se podía debatir, discutir”.
¿Es evitable un enfrentamiento con Estados Unidos y su doctrina Monroe? Todo parece indicar que no. Y, entonces, todo dependerá de la fuerza de los protagonistas. Venezuela en solitario, lógicamente no podrá enfrentarse, pero quizá sí una América latinocaribeña integrada. Y es hora que nuestros queridos intelectuales dejen de hablar de otra cosa, de tirar la pelota afuera: se trata de integración y en ella la integración militar soberana es una de las tareas imprescindibles.
Los votos se pueden contar, pero la pasión, la responsabilidad, no puede ser cuantificada. Y Chávez, desencantado de la dirigencia media, apostó a esa pasión popular para hacer esta campaña por el referendo, desatando la fuerza de brigadistas, de patrullas electorales, que hoy son una fuerza social organizada, un modelo organizativo que no es un partido, no es frente nacional, sino un pueblo movilizado, una masa organizada, “una fuerza moral” que ocupa cada lugar de la geografía del país.
Este triunfo electoral, el octavo consecutivo, genera una situación nueva en el mapa político nacional pues representa el más duro revés que hayan recibido sus adversarios y el apoyo popular más contundente otorgado por el pueblo al proceso bolivariano. Por eso no llama la atención que hasta días después del referendo sigan hablando de fraude e incitando a la desobediencia y a la rebelión.
Ese pueblo que se comió a veces hasta diez horas de cola para poder ejercer su derecho a la participación asumió que su futuro estaba en esta votación, porque se trataba de algo que va más allá del rechazo o el apoyo a un presidente. La alternativa era entre dos modelos de país, dos modelos de mundo, entre soñar con el futuro, para consolidar un proyecto político, económico y social, o para impedirlo.
Seis de cada diez venezolanos votaron por el modelo de país bolivariano que busca superar la exclusión política, económica y social de las grandes mayorías, con una política social articulada en torno a las denominadas “misiones”, que ha logrado mejorar sustancialmente los indicadores de salud y educación del país.
No puede haber protagonismo si no hay conciencia política y ese es uno de los grandes avances que muestra hoy Venezuela. Hoy los venezolanos quieren ser constructores de su propio destino. El del 15 de agosto fue un triunfo de la Constitución Bolivariana de 1999, a través de un inédito referendo que ratifica el modelo democrático participativo y protagónico, que garantiza una patria para todos, sin exclusiones ni discriminación de ninguna índole.
¿Se terminó la desestabilización? Para casi todo el mundo, la cosa quedó clara: se trata de eso que muchos no entendían, de la democracia participativa. De cómo los venezolanos entendieron que eran sujetos de la política -y no solo objetos, como habían sido condenados por las élites-, con capacidad -y necesidad- de ser artífices de su propio destino.
Y fue así, la dinámica de los acontecimientos fue mayor que la de los actores. Se llegó a la barrera del no retorno. Este proyecto de “estado social de derecho y justicia” relegitimado, reafirmado, tiene ahora que continuar profundizando el proyecto estratégico para dejar definitivamente atrás a los 40 años de democracia declamativa, representativa, formal. “La IV República ha muerto y su muerte fue lenta, difícil, que descanse en paz. Con el acto del referendo nace definitivamente la V República”, afirmó Chávez. Si se terminó la transición... ¿ahora qué?
Sabe que se debe terminar con la transformación integral de las instituciones del Estado, entre ellas la Justicia, que ampara muchísimos hechos de corrupción y garantiza la impunidad de los poderosos. Como cuando dictaminó que el 11 de abril de 2002 no existió un golpe de Estado sino apenas un vacío de poder...
El falso dilema -de revocación o guerra civil- fue evitado, y ya nadie tiene dudas: el pueblo venezolano, por goleada, por paliza, apostó al futuro, negándose volver al pasado, ante la mirada perdida de Jimmy Carter y de César Gaviria que demoraron unas diez horas en ratificar las cifras oficiales, y la sonrisa de una cantidad de observadores internacionales, europeos, norteamericanos, latinoamericanos.
La oposición
Los resultados electorales del día 15 estaban prácticamente anunciados, pues todas las encuestas reflejaban el triunfo del No, pero los medios de comunicación venezolanos y sus repetidores foráneos se negaron sistemáticamente a publicar estos sondeos. La oposición dijo con mucho énfasis que consideraba fundamental la opinión de los observadores.
Según el vicepresidente José Vicente Rangel, “incluso eso fue objeto de polémica porque funcionarios norteamericanos que estuvieron aquí en Venezuela y funcionarios que declararon en Estados Unidos dijeron que para ellos la opinión del Centro Carter y la OEA era más importante que la del Consejo Nacional Electoral. Lo digo con absoluto conocimiento porque tuve una discusión con el señor DeShazo, alto funcionario del Departamento de Estado, quien me manifestó esa opinión que yo inmediatamente rebatí por razones de soberanía nacional”.
Lo que se temía, sucedió, finalmente. Inmediatamente después del anuncio del CNE, cabizbajos dirigentes opositores afirmaron que no reconocerían los resultados y acusaron al gobierno de fraude. Sus rostros mostraban no solo cansancio sino la falta de respuesta creíbles: el referendo que se suponía era para revocar al presidente Chávez, parecía haber terminado por revocarlos a ellos, poniendo en duda la posibilidades de retener -en las elecciones del mes próximo- más de cien alcaldías y la mitad de las gobernaciones que sus partidarios gobiernan.
“Creo que la gran victoria de la oposición venezolana -y ojalá por lo menos alguno de sus dirigentes reconozca la gran victoria de la oposición- es que han vencido la violencia, han vencido el golpismo, han vencido el fascismo y se ha venido con nosotros al camino democrático y constitucional”, dijo el presidente, invitando a los dirigentes de la opositora Coordinadora Democrática a dialogar.
Y Chávez se los quedó esperando para almorzar el lunes. Les tendió la mano, pero... “Todavía espero que esos dirigentes de la oposición oigan este llamado al diálogo, los vuelvo a invitar a que recapaciten y acepten este llamado. Pero si ellos no lo hacen, si una vez lo desatendieran, nosotros vamos a ampliar este diálogo, con gobernadores, alcaldes, de la oposición, la dirigencia económica del país, incluso con Fedecámaras (la central empresarial golpista), los dueños de los medios de comunicación, con una agenda de por medio, que está trabajando el Vicepresidente José Vicente Rangel”.
Venezuela cambió para siempre, recordó ante la prensa internacional. Esto no tiene retorno. “Cualquier diálogo es para avanzar, para echar para delante esta Constitución”
Este resultado no quiere decir que los desesperados no intenten un magnicidio, alentados por expresidentes seudo-democráticos que llaman a asesinar “como a un perro” al Presidente, quienes cuentan con mano de obra ociosa -o no tanto- como la de los paramilitares-sicarios. Intentaron enseguida detonar disparadores, con nuevos trágicos hechos, repitiendo los mismos esquemas.
El Vicepresidente José Vicente Rangel insistió en que “no se puede cometer la estupidez política de que cinco minutos después de que el CNE ha dado unas cifras, y que ya saben ellos que están avaladas por el Centro Carter y por la OEA, se diga que se trata de un fraude.(...) Esto ocurre por una sencilla razón, porque los sectores democráticos de la oposición, que existen, desgraciadamente se inhiben en los momentos de conflicto”.
Añadió que a estos sectores los paraliza el temor al chantaje de una base social extremadamente radicalizada, asentada fundamentalmente en el este de la ciudad de Caracas, y el vacío que dejan es llenado automáticamente por sectores radicales, golpistas y terroristas de la oposición. “A esto se agrega la circunstancia de que los medios de comunicación sólo le dan cabida a aquellas actitudes estridentes en el campo de la oposición. Las voces destinadas a atenuar las actitudes radicales son excluidas o silenciadas”, dijo.
Rangel destacó, asimismo, que “esta es una derrota anunciada para las elecciones de gobernadores y de alcaldes. Si esto es una catástrofe, será mayor catástrofe dentro de un mes” cuando se realicen las elecciones para renovar 23 gobernadores y 336 alcaldes, la mitad de ellos en manos de la oposición. El oficialismo apenas perdió en dos estados, y por escasísimo margen. Sin duda, al gobierno no le interesa aplastar a la oposición, porque el país debe tener otras alternativas aparte del chavismo.
Rangel señaló que “si no tuviésemos sentido de Patria, estaríamos felices con que la oposición cometiese tantos errores, pero no se trata de sacarle provecho electoralmente a los errores de la oposición, se trata de llevarle tranquilidad a los venezolanos, de normalizar el proceso democrático en este país”.
Teodoro Petkoff, que de ser comunista y guerrillero terminó como ministro de Planificación del (ultra) conservador Rafael Caldera e ideólogo de la Coordinadora Democrática, trató de razonar con sus compañeros de ruta a través de un editorial de su vespertino “TalCual”: “Decíamos que los resultados manuales que deben estar convalidados en las actas por los testigos de la oposición, podían mostrar cuál había sido la tendencia nacional. Pues bien, ya se conocen, la correlación es 70 a 30 a favor del No. Este acto es demasiado significativo, se dijo mil y una vez que la Coordinadora de oposición tenía testigos en las mesas, si es así los resultados manuales no pueden ser puestos en duda. Acta mata voto sólo cuando un partido no tiene testigo de mesas, que fue lo que pasó al MAS y el Partido Comunista en la historia de Venezuela”.
Una lección de democracia
Venezuela, que ha dado una lección de democracia y de participación popular sin precedentes, vive hoy en la bonanza democrática y también una época de bonanza económica y crecimiento sostenido.
Hugo Chávez ganó su octava consulta electoral en cinco años y nuevamente su capacidad táctica, de estratega, salió triunfante. Su apuesta fue demostrar, finalmente, que la gran mayoría del pueblo apoyaba los cambios estructurales que viene desarrollando desde que asumiera el gobierno en febrero de 1999 y el poder en el 2002, tras el frustrado golpe de Estado.
¿Un dictador, un autócrata? Así lo quiso vender el cerco mediático montado por los medios de comunicación locales y sus repetidoras trasnacionales... y quedó sepultado con un torrente de votos.
La ratificación de Chávez significa avanzar en la aplicación de una Constitución -el modelo de país está plasmado allí- que persigue la democracia participativa, que ha devuelto la dignidad al pueblo y lo ha incorporado a la agenda política, y que avanza en la construcción -con todas sus fallas- de un modelo de desarrollo endógeno para alcanzar una menor dependencia de las importaciones y dejar de gravitar exclusivamente sobre la producción y explotación del petróleo.
Por primera vez los ingresos petroleros permean hacia las grandes mayorías. Durante más de 40 años las elites rapiñeras venezolanos se alzaron con más de 300 mil millones de dólares, dejando un 80% de la población en condición de pobreza y una deuda externa de más de 24 mil millones de dólares.
"A partir de hoy comienza una nueva etapa de la Revolución Bolivariana, hasta diciembre de 2006", que implica profundizar la lucha contra la pobreza, mediante la construcción del nuevo modelo económico endógeno, productivo y diversificado, que atienda las necesidades básicas de toda la población”, dijo a millares de sus seguidores, un feliz y calmo Chávez, bajo una pertinaz lluvia en la madrugada del lunes.
Chávez aprovechó la oportunidad para expresar su satisfacción por el hecho de ser, a partir de ahora, el primer mandatario que es evaluado por el pueblo.”Aunque he aprobado el examen, créanme que seguiré trabajando a partir de hoy con mayor empeño, con mayor dedicación, con mayor eficiencia”, dijo.
Venezuela, ¿habrá cambiado para siempre?.
Las bases toman el control
Hay un valor agregado al final de esta campaña refrendaria: la maquinaria política, movilizadora de masas de 900 mil voluntarios, se convertirá ahora en maquinaria social, económica y para defender el proceso de cambio nacional. Ya no con el firme propósito de garantizar el éxito a Chávez en la consulta refrendaria, sino que ahora descargarán sus energías en la “batalla social”. Con el mismo ímpetu y el mismo empeño, los patrulleros apuestan por conquistar el desafío social y asistencial de la masa desposeída, aplicando la misma logística.
Es una auditoría social de la labor de las comunidades, y quizá eso no le guste demasiado a alcaldes y gobernadores. Es una estructura de defensa de la revolución bolivariana, más allá de los círculos bolivarianos que no terminaron de cuajar, y quizá eso no le guste a los cuadros altos y medios. Es una estructura horizontal de movilización.
Por ahora.
El propio Chávez encabezó esta vez un comando denominado Maisanta, en recordación del general Pedro Pérez Delgado, héroe de la lucha independentista, en su esfuerzo por orientar un mayor esfuerzo en la organización popular, desde la base. Conformó comandos desde el nivel de barrio y cuadras.
“En Venezuela se acabó la democracia de las élites, del entreguismo y de la antipatria, y llamo a empeñar todo el esfuerzo y toda la voluntad en aras de la victoria, pues no permitiremos que nos roben el futuro y el sueño de la patria nueva”, expresó.
Una de las cosas que habían quedado era el fracaso estruendoso de la dirigencia oficialista, del comando político.
Así como el 13 de abril de 2002 fueron las bases que salieron a defender la Constitución y reclamar el retorno de Chávez, son éstas las que desplazaron a una dirigencia anquilosada y sin representatividad, para tomar el control de la defensa de este proceso. Los Comandos Populares Bolivarianos asumieron el doble rol de materializar la defensa integral y servir de plataforma unitaria que enlaza a todos los factores que apoyan al gobierno.
A su vez el CPB, se organizó en las comunidades dentro de un especio geográfico delimitado por su alcance y capacidad operativa. Dos elementos tácticos lo constituyen: el Centro de Operaciones (COP) y las Unidades Básicas de Acción (UBA), que fueron los encargados para el registro, movilización, inscripción, cedulación, observación y control de la población electoral de la comunidad, de abastecimientos y de recabar, procesar y distribuir la información procesada a los fines de incidir eficazmente en la toma de decisiones para alcanzar la misión del CPB.
La nueva estrategia de acción fue confirmada por María Cristina Iglesias, Ministra del Trabajo, quien describió que las Unidades de Batalla Electoral (UBE) y las patrullas quedarán como organización y no como maquinaria. “Las UBE ahora serán una poderosa maquinaria social para apoyar en el pueblo organizado todas las estrategias en bien del desarrollo del país”.
La zanahoria y/o el garrote
El embajador venezolano en la Organización de Estados Americanos, (OEA) Jorge Valero, comentaba con otros embajadores que con este proceso electoral ha fracasado una estrategia intervencionista para Venezuela, dado a que el formato del derrocamiento del ex presidente de Haití Jean Bertrand Aristide, era el que se las fuerzas opositoras pretendían aplicar en el país. "El plan Haití para Venezuela fracasó, el plan de aplicar la Carta Democrática Interamericana, el de convertir al gobierno en un títere y tutelado por instancias internacionales, ese plan ha fracasado”, dijo enfáticamente.
Explicó que la repercusión internacional de este proceso es una potenciación de las características democráticas, revolucionarias y progresistas de Venezuela, y que ahora la nación puede actuar a nivel internacional con mucha más frescura.
Valero elogió el comportamiento del jefe de la misión de la OEA para la observación del referendo, el embajador de Brasil en la OEA Valter Pecly Moreira y ratificó que -a diferencia del colombiano Fernando Jaramillo, agregamos- se trata de “un funcionario de actitud noble, responsable, digna y de alta competencia profesional”. Esta vez la misión no fue financiada por Estados Unidos y sus funcionarios fueron, mayoritariamente, brasileños. La actitud, sin dudas, muy diferente, también.
Y quizá por el fracaso del plan Haití, el Centro Carter y la Organización de Estados Americanos (OEA) respaldaron el triunfo del presidente Hugo Chávez en el referéndum revocatorio pese a las denuncias de fraude lanzadas por los opositores. Y, en seguida, llegó el apoyo del Departamento de Estado a esta decisión.
Aparentemente, Washington inauguraba en Venezuela una era de "acuerdos de gobernabilidad" y de "reconciliación nacional" combinados con las viejas tácticas golpistas. Alejados quedaron los viejos anticastristas del Departamento de Estado, con Roger Noriega a la cabeza.
Según los analistas jugados a esta tesis sobre el desempeño estadounidense, la misma pudo aplicarse gracias a que el pope empresarial Gustavo Cisneros, con fuerte ascendencia en la Coordinadora Democrática, siguió las directivas del departamento de Estado. Hasta ahora, cabe recordar, Cisneros y sus acólitos pusieron todos los huevos en la misma canasta, la de voltear a Chávez, sumando sólo pérdidas, frustraciones y fracasos.
Heinz Dieterich, por ejemplo, sostiene que expertos de la Coordinadora, alineados en el sector de Cisneros, trabajan en un discurso social para oponerse democráticamente al gobierno bolivariano y desestabilizarlo en el terreno social y económico. Por eso no acusan ya a Chávez de dictador ni de narcotraficante, basando su prédica en la crítica a la pobreza y la desocupación, tratando e captar votantes en las franjas más pobres de la población.
La pregunta cae por sí sola. ¿Será acaso más rentable apoyar un proceso de negociación política con Chávez que voltearlo por medio de un golpe o de un fraude electoral? Lo cierto es que se ha manifestado una tendencia dialoguista en el Departamento de Estado, quizá a instancias de Collin Powell, y contra la opinión de la gente de Noriega.
De ser cierta la tesis, Venezuela y el gobierno de Chávez dejarían de ser un "enemigo externo" de EEUU para convertirse en un teatro de operaciones más de la guerra por el control del poder de la Casa Blanca entre halcones y moderados.
Sin duda, un "acuerdo de gobernabilidad" con Chávez tiene sus contradicciones insalvables para el entorno de Bush, en su campaña por la reelección presidencial, donde el voto antichavista y anticubano de Estados Unidos (no solo de Florida) es muy importante. Y una posición dialoguista con Chávez pondría en inferioridad de condiciones a Bush con respecto a Kerry, que después de la Convención Demócrata profundizó su lenguaje militarista para parecer más duro y guerrero que Bush.
Nadie cree en Estados Unidos que Washington apoye un proceso de reconciliación nacional alrededor de Chávez, pero el cambio de lenguaje se hacía necesario tras la derrota en el referendo, y bien puede ser cambiado en cualquier momento y con cualquier excusa para seguir con la agenda de desestabilización que EE.UU. ha mantenido en los últimos cuatro años.
Sin embargo, los “inteligentes” analizan hoy dos escenarios subversivos. Uno, con una mezcla rara de diálogo (¿vía Carter-Cisneros-Powell?) con desestabilización económica y social para aislar al chavismo de los sectores populares; el otro, con provocación de violencia callejera e incluso atentados políticos, promovido por los sectores fascistas de la Coordinadora Democrática, que ya apelaron a la mano de obra ociosa de los paramilitares colombianos.
No son escenarios privativos y pueden ser, incluso, convergentes en sumir al país en el caos, en busca de la intervención de fuerzas multinacionales de paz o marines estadounidenses. Debemos recordar que hasta ahora el llamado golpe quirúrgico militar y el asesinato político han sido dos opciones “preventivas” preferidas por los muchachitos de la CIA. Este es un escenario en el que se mueven Condoleezza Rice, Roger Noriega, Otto Reich y sus repetidores en todo el hemisferio.
Quizá debamos ir acostumbrándonos a este doble discurso, de la zanahoria y el garrote, del Departamento de Estado. Y no solo en Venezuela, ¿no?
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