Con gran furia se abalanza sobre millones de colombianos el huracán ’Uriban’. Sus destrozos pueden ser incalculables: clasificado, por su intensidad, como de cinco grados en la escala de injusticia, inclusive removería la tranquilidad familiar, el empleo y la seguridad ciudadana.
Este huracán, muy conocido en América Latina, tiene una extensión de un millón ciento treinta y ocho mil kilómetros cuadrados y su poder se soporta en un Parlamento que le inyecta fuerza aprobándole todos sus proyectos y unas fuerzas armadas que cada vez consumen más presupuesto. ’Uriban’ amenaza con nuevos vientos de IVA de 3 puntos para todos los productos hasta ahora no gravados (carne, pollo, leche, verduras) y su incremento al 17 por ciento en productos como vestuario, calzado, electrodomésticos y otros. De acuerdo a los meteorólogos, el ojo del huracán se está concentrando sobre las ciudades y sus pobladores, quienes, si no se unen y protegen su bienestar, terminarán pagando más caro el arriendo, la alimentación, los servicios médicos, odontológicos, funerarios, y verán además reducida –en caso de tenerla- la pensión.
Hay que recordar que este huracán ya había atacado el país en otras dos oportunidades (agosto de 2002 cuando impuso el impuesto al patrimonio y noviembre de 2002 cuando aplicó la primera de sus constantes reformas tributarias) e inclusive cuando con toda su furia pretendió arrasarlo el 25 de octubre de 2003, pero las previsiones de miles de sus habitantes lo impidieron. A pesar de su derrota en el referendo impositivo y de que las mayorías expresaron el descontento con sus propósitos, de nuevo, con todas sus fuerzas, vuelve al ataque. Dicen por ahí que estos vientos los trae del Fondo Monetario Internacional que en reciente visita lo conminó a cumplir con todos los acuerdos firmados en el año 2002.
Los efectos de su paso por el país en el 2002 y 2003 se continúan sintiendo en millares de familias. En muchas no hay empleo para levantar el diario, en otras lo que se consigue no alcanza para comer bien y los días se pasan con una sola de las tres raciones. En otras sus hijos no pueden estudiar o si lo hacen no terminan el ciclo educativo y no pocas son perseguidas por manifestar su inconformidad contra los tornados de injusticia.
Han sido tal los efectos de sus vientos y lluvias, que el 87 por ciento de los habitantes del campo colombiano se reconocen como pobres y el 52 por ciento de los bogotanos certifica que la plata que consigue es insuficiente para cubrir sus necesidades básicas.
Para lograr sus propósitos, ‘Uriban’ -huracán de la serie neoliberal que azota al mundo entero-, tendrá que arrasar una fuerte muralla humana que por todo el país se está levantando. Estimulada y sostenida por el nuevo descubrimiento científico Gran Coalición Democrática, encontrará en el paro nacional del 12 de octubre próximo la contención que derrotará la fortaleza de sus vientos.
Dicen por ahí, "Huracán avistado no destruye"...
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