La sensación judicial, cinematográfica y bélica de estos días en Francia es la comparecencia ante un juez de la actriz Catherine Deneuve por haber cobrado 50.000 euros (unos 63.000 dólares) por asistir a un acto “sospechoso”.
La legendaria intérprete de Bella del día, Tristana y Las señoritas de Rochefort se sometió a un interrogatorio por prestar su imagen y prestigio artístico a cambio de la recompensa de un hombre de negocios con problemas judiciales.
Según el semanario francés Nouvel Observateur “es una práctica corriente el que las estrellas cobren por asistir a este tipo de veladas, para aumentar sus ingresos”, pero el referido artículo se queda en la epidermis del asunto y no profundiza en lo político.
Y ahí entra la otra parte de la historia, el organizador de estos actos es Publicis, entidad que funge como financiadora de Reporteros sin fronteras (RSF), organismo que se caracteriza, sobre todas las cosas por sus campañas contra Cuba.
Como solía decir un periodista venal a los políticos cuando solicitaba una remesa “por sus servicios” en un programa televisivo humorístico cubano: “el papel está muy caro” y mucha prensa en Francia requiere de la plata de Publicis.
Pero aquí estalla otra parte de la misma historia: Publicis, según la periodista francesa Danielle Bleitrach, tiene como uno de sus principales clientes al ejército estadounidense, que no tiene relaciones de amistad y ni siquiera de vecindad con su similar cubano.
En el 2003 se celebró una velada contra Cuba en los Campos Elíseos con la asistencia de divas como Catherine Deneuve y Sophie Marceau (Corazón valiente).
Reporteros sin fronteras y su “caudillo” Robert Menard se encontraban como organizadores de este “show-bussines” y con mucho dinero pagaron anuncios en los medios, fabricaron carteles con consignas contra la Revolución cubana y armaron bastante escándalo.
Los franceses tienen olfato para el ridículo y no se prestaron a “la cumbancha” que resultó un fracaso.
La periodista Danielle Bleitrach, en su libro Cuba es una isla (Cuba est une isle, Le Temps des Cerises), afirma que “las últimas campañas publicitarias anticubanas de RSF fueron concebidas y montadas por Publicis, gigante mundial de la publicidad”.
El propio Menard reconoció que la Saatchi and Saatchi World Wide, la más célebre agencia de publicidad neoyorquina se encontraba -también- detrás de estas campañas contra Cuba y agregó que la empresa le proporcionaba los servicios “gratis”.
Publicis, por su parte, es la agencia número uno de publicidad en Francia y Europa y tiene el puesto tres en Estados Unidos.
Con el poder reconocido de los medios sobre las gentes era de esperar que la política anticubana ordenada por la CIA de Estados Unidos a José María Aznar tuviera un impacto sobre la Unión Europea.
Publicis, por medio de la filial estadounidense Starcom Media West, ha lanzado, por otra parte, una “nueva imagen” del ejército de EEUU hacia Europa y el mundo, especialmente sobre los jóvenes, según el precepto del cuento La caperucita roja: “para comerte mejor”.
En este cuadro, la imagen ya veterana de Catherine Deneuve, vendiendo su bien ganado prestigio cinematográfico por dinero, y “vestida de añosa caperucita” ante el lobo feroz norteamericano no mueve a risa sino es lastimera.
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