Más que la ausencia de un poder superior en México que mantenga el control de los acontecimientos, la agenda de conflictos políticos ha comenzado a preocupar por el desbordamiento de los escenarios. Y lo grave es que todos los puntos sueltos tienen que ver con la disputa adelantada por el poder en el 2006.
La lista de sucesos se amplia cada día:
– El narcotráfico. Los narcos han entrado en ruta de colisión con el Estado. El gobierno federal revienta un plan de fuga de Osiel Cárdenas en La Palma y el cártel del Golfo asesina a custodios en el penal de Matamoros,
Tamaulipas. Asimismo, los narcos se escudan detrás de las leyes y desafían al poder político en las calles y en la cámara de diputados con el apoyo del PRD.
El ejército entra al control de los penales y los capos reducen movilidad, al tiempo que EU envía al ex czar Brian McCaffrey a revelar que las bandas de narcos dominan en México.
– El 2006, sin reglas y sin la existencia de un poder presidencial que controle, se salió de control. El PRI ya se fracturó, el PAN no responde a Los Pinos y el PRD entró en ruta de choque interno entre López Obrador y
Cuauhtémoc Cárdenas. Manuel Camacho revivió el clima de lucha criminal por el poder.
Empresarios y sindicatos asumen espacios autónomos. Y si en 2000 la crisis se evitó por un presidente Zedillo más convencido de la
alternancia, Fox no está dispuesto a soltar el poder y aparece decidido a poner candidato panista y hacerlo ganar. Por eso confronta a López Obrador acusándolo de populista, pero el jefe de gobierno responde encarando al presidente de la república.
– Las elecciones a gobernador en el Estado de México registraron el cruce de tres variables: la división en el PAN y en el PRI, la mano negra de su irigente Roberto Madrazo para quitarle el proceso al gobernador y la decisión del tribunal contra el candidato panista Rubén Mendoza que fortaleció al gobernador mexiquense Arturo Montiel como precandidato priísta a la presidencia de la república.
– El conflicto entre poderes se ha profundizado por la decisión de la cámara de diputados dominada por el PRI de vencer a la Corte y al presidente de la república. Las controversias fueron ya contaminadas por las sospechas
y por la presión del PRI y del PRD contra ministros de la Corte. Cualquier decisión de la Corte quedó, por tanto, manchada de origen por la presión legislativa. El PRI convirtió las controversias en el factor de derrota del
presidente de la república.
– El fantasma de 1994 volvió a aparecer con signos de violencia: las cartas agresivas del subcomandante Marcos, el cierre del expediente Chiapas por parte de Fox, la respuesta agresiva de la oposición contra el presidente
de la república, la reaparición de Camacho como en 1994 para enrarecer el clima de sucesión presidencial, el mensaje de Cárdenas de que el Plan B era de balazos y el crimen de un hermano del ex presidente Carlos Salinas.
– El expediente abierto de Chiapas se reactivó con miras a la sucesión presidencial del 2006. Marcos mandó el mensaje de que sigue latente la agenda, López Obrador se comprometió a aprobar los Acuerdos de San Andrés
que fueron rechazados por el Congreso por su semilla de balcanización territorial de la república, Camacho llevó al jefe de gobierno del DF a Chiapas a recoger pendientes y Fox dio por cancelado el zapatismo ante la indignación de la oposición.
– El asesinato de Enrique Salinas de Gortari se salió de control, dejó de ser un crimen de la inseguridad, pasó a ser un tema de debate de rupturas internas en la familia y reabrió cajones cerrados sobre la corrupción salinista por cuentas millonarias en dólares. El asunto pudo haber tenido mensajes políticos macabros porque fueron a tirar el cadáver al Estado de México para contaminar la escena electoral local. El ex presidente Salinas usa su poder para desviar las investigaciones.
– Estados Unidos se volvió a meter en la agenda nacional por la toma de posesión de Bush para otros cuatro años más, el reavivamiento de la agenda migratoria por el acuerdo 200 de Arizona para negarle servicios médicos a indocumentados, la iniciativa mexicana para presidir la OEA en medio de la
radicalización de los países sudamericanos azuzados por Cuba, el desdén de Bush hacia América Latina y la intervención estadunidense en la sucesión presidencial mexicana en el 2006 para contener radicalismos.
– La disputa por una nueva ley federal de radio y televisión metió a los grandes concesionarios en presiones políticas para evitar modificaciones al status que los beneficia. La ley se hace necesaria, pero nació contaminada por intereses que pretenden dominar a los concesionarios e introducir al Estado en las líneas editoriales. El tema más delicado es el de las concesiones, pues Televisa y TV Azteca van a usar todo su poder para evitar nuevas empresas que rompan el duopolio. Lo malo es que los grupos que
quieren crear nuevos canales en el DF no responden a intenciones democráticas sino a nuevos grupos de poder político.
– La política interna se salió de control. Incidentes como el de Alfonso Durazo y agentes del Centro de Investigaciones y seguridad nacional se convierten en conflictos políticos que dañan al presidente Fox y a su secretario de Gobernación.
– El desafuero de López Obrador aparece como el conflicto político número uno del 2005 y tendrá efectos en el 2006. Ya radicalizó la crítica del tabasqueño contra Fox y podría llevar al PRI de Madrazo a pactar con el jefe
de gobierno del DF en contra de Fox. El desafuero e inhabilitación de López Obrador, que todo indica que sí se dará, modificará el mapa político nacional y será un factor adicional de agitación social.
– El caso Tláhuac será otro factor de presión foxista contra López Obrador. La inhabilitación de Marcelo Ebrard romperá el escenario político del jefe de gobierno para el 2006 y podría llevar a la pérdida del DF para el PRD, además de quebrar la alianza de López Obrador con el grupo de Camacho. Pero Ebrard es indefendible por los errores cometidos en Tláhuac.
El país, pues, hierve. Y el dato más importante es que el presidente de la república es un factor más de inestabilidad, no una pieza de estabilidad.
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