Cuando la trampa preparada por los Estados Unidos debía cerrarse sobre el gobierno de los mulah (Irán) en la próxima Cumbre de la Agencia Internacional de Energía, Teherán salió del atolladero y ganó la partida. Alemania, Francia y Reino Unido garantizaron el carácter civil de las instalaciones nucleares iraníes, mientras Irán confiaba la explotación de su gas a un nuevo actor en la región: China. Ahora, Teherán ya no teme a las amenazas de sanciones económicas y puede desempeñar un papel importante en Irak, el Líbano y la Palestina ocupada.
Los Estados Unidos se han lanzado desde hace mucho en una carrera por el control de los recursos energéticos mundiales. Por una parte para poder asegurar sus propias necesidades, y, por otra, para disponer de un medio de presión sobre los demás países industrializados (doctrina Kissinger). Lógicamente, concentraron sus esfuerzos en la región del Golfo Arábigo-Pérsico que posee las dos terceras partes de los recursos explotables actualmente.
En 2003, Washington dio un primer paso al invadir Irak que tenía la particularidad de poseer reservas muy importantes y estar desarmado desde hacía doce años. De forma simultánea, ejercieron presiones externas sobre Irán, amenazándolo con sanciones económicas, e internas sobre Arabia Saudita, alentando una ola de atentados terroristas.
Para controlar los hidrocarburos iraníes, los Estados Unidos intentan colocar en el poder un régimen de su devoción en Teherán. Esperan lograrlo combinando medios económicos y diplomáticos. Para hacerlo, Washington fabricó con paciencia todo un expediente: publicación de argumentaciones, creación de asociaciones subvencionadas y hasta una gira mediática a Europa de la viuda y el hijo del último Sha [1].
La estrategia seleccionada consiste en aislar diplomáticamente a Irán y luego imponerle sanciones económicas, para jugar con el descontento popular y provocar el derrocamiento de los mulah. El pretexto imaginado no es muy original: Irán estaría preparándose para dotarse de armas de destrucción masiva y atacar a sus vecinos, entre ellos a Israel en primer lugar. Teherán es acusado entonces de desarrollar un programa nuclear militar con el que incumplía el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares del que, sin embargo, es signatario.
Teniendo en cuenta la reducidas diferencias que separa lo nuclear en los campos militar y civil, las actividades en esa esfera están siempre sujetas a garantía. Irán utiliza los recursos petroleros del cual dispone para dotarse de instalaciones nucleares civiles. Se trata de una gestión responsable de su economía, pero paradójicamente eso es lo que se le reprocha diciendo que los que tienen petróleo no necesitan energía nuclear (un argumento que los Estados Unidos no se aplican a sí mismos, es evidente).
Desde hace año y medio las acusaciones de los Estados Unidos se multiplican y se solicitó el arbitraje de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) [2]. El plan de Washington es un secreto a voces. La administración Bush no debía realizar ninguna acción que se añadiera a la intervención en Irak en medio del período electoral, pero inmediatamente después de las elecciones presidenciales, como se esperaba, debía exigir que la AIEA llevara el litigio ante el Consejo de Seguridad.
Luego, el Departamento de Estado debía provocar una escalada en tres tiempos: una resolución que exigiera a Irán someterse a la AIEA, una segunda para exigir que detuviera su ciclo de producción de combustible nuclear y una tercera para que detuviera cualquier actividad nuclear del tipo que fuere [3].
Al no dar muestras de buena fe y negarse a ceder, Irán hubiera sido sometido a pesadas sanciones económicas que provocarían su ruina de forma repentina y problemas internos hasta llegar al derrocamiento del régimen.
La mediación de la Troika europea
Para luchar contra ese destino funesto, Irán trató de salir de su aislamiento diplomático y estrechar alianzas, de ahí que solicitase la mediación de la Troika europea (Alemania, Francia y Reino Unido). Autorizó a los tres países a inmiscuirse en los asuntos internos de Irán para dar testimonio de la buena fe de Teherán y que esto ayudara a romper su aislamiento, particularmente con su entrada a la Organización Mundial del Comercio (OMC).
De paso, los europeos podían hacer algunos buenos negocios, particularmente con la venta de locomotoras. El 21 de octubre de 2003, en ocasión de una visita espectacular de los tres ministros de Relaciones Exteriores europeos a Teherán, se logró un acuerdo e Irán acepta cooperar totalmente con la AIEA, e incluso firmar el protocolo adicional del Tratado de No Proliferación. Siguen toda una serie de contactos entre la AIEA e Irán mientras el contexto internacional se modifica.
En Irak, la Coalición anglo-sajona (que invadió Irak sin el mandato de la ONU) subleva progresivamente a la población contra sí ya que no respeta ninguno de sus compromisos en materia de reconstrucción y democratización. Aprovechando el vacío creado con la caída de Sadam Husein, Irán crea vínculos estrechos con la comunidad chiíta iraquí y después con toda la resistencia. Teherán juega el mayor tiempo posible con la carta de la moderación y aprovecha ese tiempo para ayudar a la comunidad chiíta a reorganizarse.
En octubre de 2004, las negociaciones entre Europa e Irán se aceleran y terminan en un nuevo acuerdo, en forma de moratoria. Irán suspende sus actividades de enriquecimiento de uranio durante el tiempo que dura la negociación con Alemania, Francia y el Reino Unido, un proceso que garantiza el carácter puramente civil de su programa nuclear, pero se reserva el derecho de anular su decisión unilateralmente si la Troika prolonga la situación.
Colocando su peso moral en la balanza, el ayatolá Ali Khamenei, Guía Supremo de la revolución, promulga un decreto religioso que proscribe la bomba atómica en nombre del Islam [4].
Al no tener más argumentos a su disposición para la reunión de la AIEA prevista para el 25 de noviembre, los Estados Unidos lanzan inmediatamente una campaña informativa.
En un artículo publicado el 15 de noviembre por US World & News Report, un oficial de inteligencia del US Air Force afirmó que Irán había planeado asesinar al ex jefe de la Autoridad Provisional de la Coalición en Irak, L. Paul Bremer III [5]. El atentado debía producirse el 11 de septiembre de 2003, es decir en el aniversario de los atentados de Nueva York y Washington.
Esa opción confirmaba la responsabilidad de Teherán en esos ataques que equivocadamente se le habían atribuido muchas veces a Al Qaeda e Irak. Además, afirmaba también que los iraníes subvencionarían la insurrección iraquí, recompensarían incluso los asesinatos de los soldados norteamericanos con de USD 500, etc.
El 17 de noviembre, los mujaidines del pueblo, ver su sitio web:, organización poco recomendable y apoyada por el Pentágono, ofrece una conferencia de prensa simultáneamente en Viena y París, [6]. Afirman que el Dr. Khan, padre de la bomba atómica pakistaní, vendió uranio altamente enriquecido a los iraníes en 2001 [7], información que fue desmentida inmediatamente por Pakistán [8]. Los mujaidines acusan también a Irán de disponer de un lugar secreto donde llevarían a cabo experimentos militares.
Una nueva partida
Sin embargo, dos acontecimientos revierten totalmente la situación.
Desde el 9 de noviembre, el ministro de Defensa, Alí Chamkani, anuncia que Irán está en condiciones de producir en serie misiles Chahab-3 con alcance de 2,000 kilómetros. Teherán tiene entonces la posibilidad de atacar a Israel en caso de conflicto armado [9]. Simultáneamente, Irán suministra ocho miniaviones no tripulados drones (avión espía sin piloto) al Hezbollah libanés [10]. Este logra penetrar profundamente con uno de ellos el espacio aéreo israelí sin que sea interceptado, lo que pone fin al legendario control aéreo de Israel.
Pero, sobre todo, mientras Washington observaba la maniobra de los europeos, Teherán negociaba otra alianza muy importante. A principios de 2004, Irán vendió 20 mil millones de dólares de gas licuado a China. El 28 de octubre, el ministro iraní de Petróleo Bijan Namdar Zanganeh se entrevistó en Pekín con Cheng Geng, el presidente de la Compañía Nacional de Petróleo chino.
Ambos hombres firmaron un acuerdo que autorizaba a la sociedad Sinopec a explotar el yacimiento iraní de Yadavarán. Los chinos podrán extraer 10 millones de toneladas anuales de gas natural durante un período de 25 años. El valor de dicho contrato está evaluado entre 700 mil millones de dólares.
Súbitamente China se convierte en el primer cliente de Irán, país con el que apenas tenía vínculos comerciales el año anterior. Teherán muestra sus cartas y hace terminar con el misterio que existía acerca de sus intenciones de no renovar sus acuerdos con el Japón, su principal cliente hasta entonces, pero vasallo de los Estados Unidos, para volverse aún más hacia China. Rusia, que estaba informada de las transacciones [11], se regocija con esta feliz salida que responde a las necesidades de su vecino chino a quien no había podido satisfacer completamente [12].
Sorprendentemente, los intereses de Irán y China son complementarios. El primero es un gran productor de hidrocarburos, mientras el segundo es un gran consumidor. La tecnología petrolera y de gas china es rudimentaria, pero los campos de Yadaravan son fáciles de explotar.
Ambos Estados poseen distintas zonas de influencia y relaciones históricas inmemoriales a través de «la ruta de la seda». Los dos se preparan para un enfrentamiento con los Estados Unidos. China hasta ahora estaba ausente en la región, salvo por su posicionamiento en Sudan [13].
Para Washington, el golpe es fuerte. China y Rusia opondrán su veto a cualquier proyecto de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU tendiente a sancionar a Irán, e incluso si los Estados Unidos lograran convencer a los europeos de que suspendieran sus relaciones comerciales con Irán, la medida sería anodina ya que sería compensada por China.
Además, esta nueva alianza fortalece la confianza de los iraníes en la región, ya sea tanto en Irak, en Líbano o la Palestina ocupada. Ahora habrá que contar con los chinos en el Medio Oriente.
[1] «Las falaces razones para intervenir en Irán», Voltaire, 8 de febrero de 2005.
[2] «Nucléaire iranien : le piège des États-Unis» (Nuclear iraní: la trampa de los EEUU), texto en francés, por Paul Labarique, Voltaire, 19 de noviembre de 2003.
[3] «Les USA tenaient prêt un plan en trois résolutions contre l’Iran» (Los EEUU tenían un plan en tres resoluciones contra Irán), agencia de noticias AFP, 17 de noviembre de 2004.
[4] «Khamenei: l’arme nucléaire est contraire à l’islam» (Khamenei: el arma nuclear es contraria al Islam), agencia de noticias AFP, 5 de noviembre de 2004.
[5] El semanario dedica un dossier especial a los crímenes iraníes: «The Iran Connection»
[6] «Les Moudjahidin perdus» (Los Mudjaidines perdidos) texto en francés, por Paul Labarique, Voltaire, 17 de febrero de 2004.
[7] «Khan a fourni de l’uranium enrichi à l’Iran en 2001, selon l’opposition» (Khan a abastecido uranium enriquecido a Irán),agencia de noticias AFP, 17 de noviembre de 2004.
[8] «Le Pakistan dément avoir livré de l’uranium à l’Iran» (Pakistás desmiente haber suministrado uranium a Irán), agencia de noticias AFP, 17 de noviembre de 2004.
[9] L’Iran peut produire en masse les missiles Chahab-3, affirme un ministre» (Irán puede producir en masa los misiles Chahab-3, afirma un ministro),agencia de noticias AFP, 9 de noviembre de 2004.
[10] El origen de los drones (avión espía sin piloto) fue revelado por el diario al-Sharq al-Awsat, de Londres.
[11] El ministro ruso de Relaciones Exteriores, Sergei Lavrov, se encontraba en Teherán los días 10 y 11 de octubre de 2004.
[12] «La lenta construcción de la alianza continental», Voltaire, 6 de enero de 2005.
[13] 1«Sudán: más de 30,000 muertos en la región de Darfur. Entrevista con el Ministro Fodel Tijani: «Las iniciativas de paz tropiezan con las maniobras de los EE.UU», Voltaire, 27 de febrero 2005.
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