Hasta ahora el peligro para América Latina era para George Bush y para José María Aznar el presidente cubano Fidel Castro, porque, decían, no convocaba elecciones con varios partidos políticos y no respetaba los derechos humanos. Pero el tiempo destapa las evidencias que las indecencias no quieren desvelar.

El pasado once de marzo el ex presidente español José María Aznar, desde la ciudad mexicana de Monterrey donde impartía una conferencia ante doscientos estudiantes, afirmó que Cuba no es hoy el mayor problema de Iberoamérica, a pesar de que "sigue padeciendo un régimen que mantiene a su población en la opresión y la pobreza”. “En mi opinión -añadió Aznar-, el riesgo está hoy en lo que se puede llamar nuevo populismo, movimientos que reniegan de la democracia y tienen un claro tinte antiliberal", en evidente referencia al presidente venezolano Hugo Chávez.

Se suma así Aznar a Bush y sus altos cargos responsables de política internacional. Como Roger Noriega, el subsecretario de Estado norteamericano para América latina, quien declaró que Chávez «es causa de preocupación de nuestros socios en las Américas y también para la gente venezolana» o la nueva secretaria de Estado, Condoleezza Rice, quien acusó a Hugo Chavez de ejercer «una influencia desestabilizadora en Latinoamérica».

Después de décadas de embestir contra Cuba por no convocar elecciones con pluralidad de partidos, ahora resulta que el mayor peligro procede del gobierno que más elecciones ha ganado en los últimos cinco años en América Latina. Poco se sostienen entonces los principios esgrimidos contra Cuba hasta ahora.

Según dijo Aznar, "hoy el mayor riesgo de Iberoamérica está en la ensoñación de una revolución continental, financiada por los pingües beneficios que da el petróleo, que exporta un credo antiliberal y antidemocrático por todos los países de la región".

Obsérvese la reflexión. Para el hombre de las Azores, antiliberal es antidemocrático. Y, por tanto, liberalismo es sinónimo de democracia. Ya poder saber qué quieren cuando piden democracia. A los ingresos económicos de un pueblo por la comercialización de sus recursos naturales les llama “pingües beneficios”. En cambio, a los beneficios de los accionistas y directivos empresas multinacionales como Telefónica o Repsol por las privatizaciones argentinas que dejan empobrecido a un país se les denomina rentabilidad empresarial.

Si lo que hace Chávez es plantear el desarrollo comercial entre los pueblos de América Latina y firmar acuerdos con Brasil, Chile o Cuba que les permita su soberanía económica estamos ante la “ensoñación de una revolución continental”. Si esos acuerdos se hacen entre países europeos se crea una “Europa fuerte y unida”.

Pero dijo todavía más Aznar. En materia de democracia, afirmó que "si volvemos la vista atrás, vemos que el camino que ha recorrido Iberoamérica en el último cuarto de siglo ha sido ciertamente positivo, pero parece que en los últimos años asistimos a un retroceso". En referencia al imparable avance de la izquierda en esta región.

El “positivo” de los últimos veinticinco años se puede ver en la crisis argentina y uruguaya, en el aumento de la pobreza en Nicaragua tras el periodo sandinista, en las fabelas brasileñas o en los campos de Chiapas y Bolivia. El “retroceso” de los “últimos años” que habla Aznar es el programa Hambre Cero en Brasil, el millón de alfabetizados en Venezuela, el crecimiento económico de Cuba o el procesamiento judicial de los ex dictadores argentinos y chileno.

Añadió también el ex presidente español que el primer peligro para Iberoamérica es no creer en lo que se puede lograr, y "una de las formas de no creer consiste en buscar atajos donde no los hay". Es el tipo de pueblos que Aznar y Bush quieren, el que no busca atajos, es decir, atajar el hambre, atajar la pobreza, atajar su explotación. Pero América Latina ha empezado a atajar todo ello, por mucho que le pese a José María Aznar.

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