El informe de la misión de Naciones Unidas sobre el asesinato del ex primer ministro libanés Rafic Hariri no satisface a nadie. No incluye, en efecto, ninguna investigación criminal sino un análisis político del papel de Siria en el clima anterior al atentado. A la cabeza de la misión estaba el jefe de la policía irlandesa, Peter Fitzgerald, quien había trabajado ya con la ONU en Namibia (1989 a 1990), Salvador (1991), Camboya (1992 a 1993) y en Bosnia (1996 a 1997). También redactó, en octubre de 2003, la parte técnica del informe de Martti Ahtisaari sobre la seguridad del personal de la ONU en Irak, después del asesinato de Sergio Vieira de Mello. Sus conclusiones condujeron entonces a la retirada total de los funcionarios de la ONU, dejando así el campo libre a la Coalición. En Líbano, Fitzgerald contó con la cooperación de su fiel ayudante de otras misiones internacionales, el intendente Pat Leahy. Este último fue objeto en 2002 de duras críticas por parte de la Autoridad Palestina debido a que subestimó los crímenes de Tsahal en un informe a la ONU sobre la destrucción de Yenin.
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