Al cumplirse un cuarto de siglo del «Retorno a la Democracia» y buscando
aprender lo que significa la Rebelión de Quito que impide que se continúe
pisoteando la democracia, el grito, «que se vayan todos», es el
pronunciamiento de una legítima consulta, la exigencia y el mandato de
revolucionar el conjunto del sistema político.
Anteriores movilizaciones y los Levantamientos de los Pueblos Indígenas murieron en las curules congresales o fueron resueltas por la súper embajada.
La Rebelión de Quito al exigir Que se Vayan Todos apunta acusando no solo de corrupción sino de ilegitimidad a toda la institucionalidad de la democracia convertida en sistema, imprimiendo también un rudo golpe al mejor aliado regional de Bush.
Sin embargo el punto decisivo en el que residirá una perspectiva de triunfo o derrota es la politización de la sociedad. No puede ser de otra manera por cuanto si se van todos, habrá que reemplazarlos pero sin que se vuelva a producir esta calidad corrupta de política. La culminación de esta derrota implica inmovilizar a todos los partidos y movimientos políticos, a los magnates de la producción y la política, a los poderosos tentáculos de masiva información, y a las instancias que escudándose detrás de la palabra paz, buscan que la ciudadanía se deje vencer.
No solo Gutiérrez nos insulta de «forajidos», es decir de gente fuera de la ley, de bandidos. Este pretendido insulto deja ver que la actual representatividad política
realmente nos deja no solamente fuera de la ley, sino de la democracia y que por ello tenemos que luchar como forajidos para dejar de serlo al tomar como derecho y responsabilidad el entrar, el dejar de estar fuera, el hacer política, el Constituir una Nueva Democracia desde nosotros, para nosotros y con nosotros para no ser tomados en cuenta solo como masa de votantes, para que el cheque en blanco de la representatividad no sea llenado por los electos.
Ante esta posible perspectiva solo nos queda asumir una posición deliberadamente política para vencer al apoliticismo que se cierne y que está siendo manipulado por los acumulados de poder, hasta ahora golpeado. La politización es la adquisición de la calidad de ciudadanía, de actores deliberativos de la democracia, de la construcción de nuevos espacios y movimientos humano sociales e interculturales que asuman como identidad la búsqueda de alternativas al orden globalizante neoliberal que ha asaltado
la democracia y está haciéndolo con otros aspectos vitales para los humanos al convertir en mercancía los símbolos, valores, creaciones de la diversidad de la vida y las culturas.
Vuelvo a clamar que esta urgente politización de la sociedad sus culturas, géneros y generaciones exige autodeterminar y autoaplicar una reforma educativa que incentive la creatividad y la criticidad como supuestos indispensables para asumirnos como seres humanos políticos que no es prerrogativa de los partidos o movimientos políticos.
Esta necesaria base y garantía para que realmente «Se Vayan Todos», tiene que acerse sobre la marcha y contra reloj. Pero lo que nos permitirá catalizar este proceso de politización es la construcción de una Asamblea Regional Constituyente que ha aglutinando al espacio multisocial, multicultural y biodiverso del austro y sur ecuatoriano vaya adquiriendo fiel y ética representatividad política que incida y reemplace a la oficial, cuestionada por la demanda, «Que se Vayan Todos».
Una Asamblea que Constituya otra calidad de política, de Democracia y de Programa Político de País y de Región, tiene que nacer de la acción política de las bases humanas, sociales y ciudadanas locales y regionales para que haya una mejor representatividad de una Asamblea de todo el Ecuador.
Esa es una de las expresiones de participación, de poner candado social a la acción de partidos, caciques, magnates, manipuladores, centralismos y, toda suerte de dueños de un país que es nuestra heredad colectiva y solidaria que esta Madre Naturaleza y nuestros mayores nos la concedieron.
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