El movimiento francés de los “Chalecos amarillos”, cuyos actos de protesta se han mantenido sin descanso a través de toda Francia desde el 17 de noviembre de 2018, realizó este sábado 1º de diciembre su segunda manifestación en París.
Inicialmente se produjeron motines e incendios en la célebre avenida de los Campos Elíseos y posteriormente en otros barrios del centro de París. Durante la tarde, los desórdenes se extendieron al sur de Francia, en las ciudades de Marsella y Aviñón. Se reportan al menos un centenar de heridos y se han visto imágenes sin precedente en Francia desde hace un siglo.
Los manifestantes denuncian el nivel absolutamente abusivo de los impuestos, tasas y cotizaciones sociales, que ha aumentado en un 30%, dando lugar a un desplome del nivel de vida de las clases sociales no globalizadas.
El movimiento de los “Chalecos amarillos” –que debe su nombre a la decisión de los manifestantes de portar los chalecos de alta visibilidad de uso obligatorio en las situaciones de urgencia– se inició y tomó cuerpo en Facebook, debido al alza de los impuestos sobre el combustible. Se trata de un movimiento no estructurado que por el momento escapa a toda forma de control.
Completamente desbordadas por la situación, las fuerzas policiales recurrieron ampliamente al uso de granadas lacrimógenas, a tal extremo que al parecer ya comienzan a carecer de ese tipo de material antimotines.
Contrariamente al Brexit británico, a la elección de Donald Trump en Estados Unidos y a la victoria electoral de la coalición antisistema que accedió al gobierno en Italia, los sucesos que están teniendo lugar en Francia constituyen el primer estallido de violencia provocado en Occidente por la cólera popular contra los efectos de la globalización financiera.
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