Cuando vemos a los franceses que se oponen al tratado constitucional, uno se pregunta si no se trata después de todo de un buen texto. Los comunistas, los sindicalistas y los viejos izquierdistas están en contra. Para ellos, el texto es chocante pues ven en él la expresión del neoliberalismo y del «turbo-thatcherismo». ¡Se habla de mercado interno y de libre competencia! Quelle horreur, sacre bleu et bien je jamais [1].
Aquí, en Gran Bretaña, la mitad de nosotros estamos dispuestos a decir no al texto pues pensamos que equivale a muchos más obstáculos para el mercado y regulaciones por parte de Bruselas. Como las razones de este rechazo son incompatibles con las del rechazo francés, uno de los dos campos se equivoca. Los franceses reaccionan como si descubrieran la aparición del libre mercado en la Unión Europea con este texto cuando el Tratado de Roma ya hacía mención al tema en 1957. No se trata de algo nuevo, el debate francés es absurdo.
Para nosotros, en cambio, este texto constituye un desarrollo del voto por mayoría, es decir un medio adicional a la disposición de Bruselas para rechazar la voluntad británica e introducir más regulaciones. Lo que le hace daño a Francia es el pensamiento colbertista, no el liberalismo. En todo caso, Françaises, Français, votez non, votez souvent [2].
Giscard d’Estaing fue presidente de Francia de 1974 a 1981.
«The French must give Giscard a rocket», por Boris Johnson, Daily Telegraph, 19 de mayo de 2005.
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