Samuel Beckett nació en Foxrock, cerca de Dublín, en 1906. Hijo de padres protestantes de clase media, estudió en el Trinity College de Dublín. En 1933, después de una estadía infructuosa en Londres, emigró a París. Allí presenta su obra "Esperando a Godot" [4], con lo cuál se dá inicio a lo que se conoce como el "teatro del absurdo", en su propuesta, absurdo no significa ridículo, como suele tenerse en el lenguaje coloquial sino que alude al sentido y el sinsentido de las acciones de los seres humanos.
"…y en un eterno esperar se me pasará la vida".
Andrés Eloy Blanco
Tiene este tipo de teatro la intención de rescatar los dramas y mezclarlos en lo abismal pesimista con el humor grotesco de los resultados de las conductas de sus actores. La trama de "Esperando a Godot" se puede sintetizar en una sola idea: esperar. En este obra no pasa nada, los actores no tienen nada que decir, y si lo dicen es sencillamente para no lograr nada. Puesto que nada se proponen, salvo esperar. Sus personajes Estragón y Vladimir se convierten poco menos que fantasmagorías, cuyo fin es aislarse a través de sus monólogos. Sus intervenciones dan la impresión de no ser mas que monsergas incomprensibles, que buscan alejar a sus posibles interlocutores.
Palabras para alejar. Palabras para hipotecar el sin sentido. Palabra que desune, que separa y aleja a la gente de sus iguales. ¿Que une a estos personajes? Sencillamente que los dos esperan a un hombre llamado Godot junto a un árbol de un camino rural. Aunque podría ser, también, la silla de una plaza o la butaca de un bar, o dos puestos contiguos en un tren del Metro o en una reunión política de cualquiera de esos grupos que llaman de la sociedad civil de Altamira o Chacao. Por contraposición escojo un imagen que mi memoria rescata, por ejemplo, la que nos ofrece nuestra oposición política. Capilla que con el correr del tiempo se ha dedicado a una entre ilusoria, patológica, mística diligencia y militancia a: esperar, solo esperar.
¿Qué esperan? Muchas mercancías, tantas que no saben cual es la más importante. Por ejemplo, un líder que los cohesione. Mientras lo buscan dialogan como Estragón y Vladimir. Se sientan cerca unos de otros, pero sus diálogos son disconcéntricos, disociadores y difusos. No se ven, no se oyen, porque no saben cómo buscar esa figura ni como es, ni como debería ser. Más grave y dramático aún, tampoco saben que harán con él si llegaran a conseguirlo. Ignoran todo o esconden todo con sus diálogos diarios. Desconocen cual figura tendrá ese Godot.
Hablan todos lo días sin comprenderse, generan segundo a segundo grandes diferencias y malentendidos entre ellos, se interrumpen, se contradicen, se repiten en cacofonías demenciales. Cambian abruptamente de tema: una vez es la llorona de los políticos presos, otro día la producción de Pdvsa, a la mañana siguiente son derechos humanos, en la tarde cambian y niegan su posible participación de las elecciones. Mientras tanto, otros deciden participar y en medio de su confusión crean nuevas organizaciones con líderes decimonónicos sin masa ni la menor posibilidad de un contacto con la gente en el futuro.
Buscan ese liderazgo pero al igual que los personajes de Beckett no saben si éste existe. Pasan su vida como Estragón y Vladimir matando el tiempo en charlas sin sentido, toman sus interrogantes por afirmaciones, intentan ir hacia delante pero solo logran lo contrario, es como si volvieran al comienzo, advirtiendo a cada rato que los caminos que escogen nos los pueden seguir y retroceden infinitamente, más atrás que donde comenzaron. Por lo menos eso dicen las encuestas.
En el desarrollo de la obra de Beckett, al no poder hacer nada, aparece otra pareja en el escenario y ellos creen que ahora si podrán: son el despótico Pozzo y su esclavo Lucky. Especie de pareja que tiene sus semejanzas entre la recién aparecida María Corina y su mentor. En cierto momento aparece un joven que anuncia que Godot no podrá venir. Al día siguiente todo se repite igual, se encuentran debajo del enclenque arbolito, y así pasan los días, todo sigue igual. Sorprende entender que ellos, como nuestros políticos de oposición, no aprenden nada, no obtienen nada, no descubren nada… S ólo esperan a Godot. Los de aquí, esperan una invasión de Bush, que la Iglesia y su dirigencia corrupta les haga el trabajo, que los organismos internacionales hagan algo, que Uribe haga su sucio trabajo , que los medios los salven con su sarta de diarias mentiras…
Esperan,. Esperan. Sencillamente esperan por que esperan. No pueden o saben hacer nada , sólo esperan sin hacer nada. En última instancia se reducen a un yo solitario o a la nada. No entienden que no será esperando a Godot como lograrán lo que buscan. ¿Será que se ven tan derrotados que ya solo creen en mitos?. ¿Será que están convencidos que a la postre son los dioses los culpables de todo y que ellos sostienen o modifican ese orden terrenal político?.
¿Creerán que los dioses les irán indicando la manera cómo debe proceder ante los ritmos y palpitaciones de la complejidad terrena? ¿Creerán que esos dioses que mueven fuerzas poderosas y que como encargados de animar el cosmos se han propuesto enmarañar su vida y por tanto no tienen futuro alguno? No parecieran esperar un futuro, viven el presente con algo de accidentalidad y en esta medida cada uno de sus actos, por más extraños que puedan parecer -hasta pensar en crear un Parlamento político paralelo o bloquear por medios mágicos a Telesur- sólo responden a la lógica del sinsentido.
Quizás en el futuro decidan hacer algo coherente, por ejemplo trabajar en los barrios y cerros, pues la resignación pasiva, la indecisión y la superficialidad de esta sociedad política del Este de Caracas va a terminar matándolos.
Nos acordamos ahora de lo que dice un personaje de una obra de Lu Xun [5], dramaturgo chino contemporáneo: "los que se conforman con mirar el cielo desde el fondo de un charco, tarde o temprano lamentarán su error”. "Todo lo que quiero es que me caven un hoyo y que mi tumba diga: aquí cayó un loco del ajedrez. No jugaba bien, pero le gustaba jugar. Nunca pudo enfrentar a un campeón. Murió como vivió: esperando". Puede ser este un magnifico epitafio para nuestros políticos "derechosos" , neoliberales y sin rumbo definido. Para nuestro estupor así está nuestra espasmódica y audiovisual oposición, sin aprender nada, esperando a Godot.
[1] Samuel Beckett, (1953). "Esperando a Godot" (obra de teatro).
[2] Samuel Beckett, (1953). "Esperando a Godot" (obra de teatro).
[3] Samuel Beckett, (1953). "Esperando a Godot" (obra de teatro).
[4] Samuel Beckett, (1953). "Esperando a Godot" (obra de teatro).
[5] Lu Xun ) "El transeúnte" , "Una parada de autobús" (obras de teatro).
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