Muchos observadores consideraron el discurso de Pervez Musharraf ante el Congreso Judío Norteamericano, el 17 de septiembre, como un acto histórico. En efecto, era la primera vez que un dirigente musulmán de un país sin relaciones diplomáticas con Israel entablaba un diálogo público con dirigentes judíos. Este encuentro tendrá un impacto en la opinión pública paquistaní, siempre presta a presentar a las organizaciones judías como una fuerza hostil. Este encuentro permitirá humanizar la figura del judío en ese país. Además, al vincular la comunidad judía con Israel, envía un mensaje claro a sus conciudadanos: respetar a los judíos implica respetar el sionismo.
Lamentablemente, pese a esos avances, Musharraf no fue muy lejos. Tuvo razón en condenar el terrorismo, pero perdió la oportunidad de hacer un aporte constructivo al proceso de paz: debió haber declarado que Israel era la patria legítima del pueblo judío. En lugar de ello, presentó a Israel como una estructura que no puede cambiarse, como un mal necesario. Asimismo, Musharraf desaprovechó la ocasión de desarrollar el diálogo judeo-musulmán. Habría podido, como le pedí, abrir un centro encargado de favorecer esos intercambios y darle el nombre de mi hijo, Daniel Pearl, asesinado en Karachi.

Fuente
Jerusalem Post (Israel)

«Musharraf’s missed opportunity», por Judea Pearl, Jerusalem Post, 27 de septiembre de 2005.