Lejos del objetivo de Estados Unidos de hacer de la cuarta Cumbre de las Américas el espacio para relanzar el Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en el documento final del encuentro se tuvieron que reconocer explícitamente las posiciones divergentes y, hasta ahora, irreconciliables sobre el futuro comercial en la región.
Así, una primera propuesta presentada formalmente por Panamá -pero originada en Estados Unidos y promovida principalmente por México- habla de mantener el compromiso de la Cumbre con el logro de un acuerdo del ALCA "equilibrado y comprensivo, dirigido a la expansión de los flujos comerciales y, en el nivel global, un comercio libre de subsidios". Ante el fracaso de concretar este acuerdo en este foro, se propone que el debate se traslade al marco de la Organización Mundial de Comercio en la próxima ronda que sesionará en diciembre en Hong Kong.
La contraparte, presentada por Uruguay y sostenida por los países del Mercado Común del Sur (Mercosur), logró dejar establecido en ese mismo documento que "otros miembros sostienen que todavía no están dadas las condiciones" para un ALCA que "tome en cuenta las necesidades y sensibilidades de todos los socios, así como las diferencias en los niveles de desarrollo y tamaño de las economías".
Este texto salomónico resolvió así un forcejeo diplomático que empezó una semana atrás, en la reunión ministerial de la Cumbre, y que concluyó casi al final del día, cuando los mandatarios de los 33 países participantes ya se habían dispersado después de discutir palmo a palmo cada uno de los párrafos del documento. Al cabo de la laboriosa jornada, no hubo humo blanco en el recinto donde sesionaron los presidentes.
El proyecto de Washington no pudo ser impuesto en los términos en los que lo imaginó su presidente George Bush y la compulsa registrada entre los objetivos del Norte y del Sur dejaron en claro que, a pesar de la incondicionalidad de algunos con la Casa Blanca, el equilibrio y la correlación de fuerzas en la región ha cambiado en la última década.
La discusión a puerta cerrada entre mandatarios se prolongó, de manera totalmente inusual en este tipo de reuniones al más alto nivel, en reuniones que se definieron como "fuera de agenda", aun después de la partida de los presidentes George Bush y Luiz Ignacio Lula da Silva, que tenían una cita en Brasil, y de Hugo Chávez, que retornó a Venezuela.
Antes de viajar, Bush dejó en claro su apoyo a la posición de Panamá, cuyo vicepresidente Samuel Lewis Navarro, pretendía incluir en la declaración final una "intención" para retomar las negociaciones hacia el ALCA en 2006.
Fue entonces cuando el presidente Vicente Fox de México, que había previsto su salida de Argentina a las dos de la tarde, decidió cambiar su agenda y permanecer en la sesión plenaria para defender y presionar en favor del texto panameño. Este cambio de última hora no fue debidamente coordinado con su equipo de logística, que trasladó a los reporteros de la fuente presidencial al avión que los conduciría a México.
De este modo, los periodistas se enteraron que Fox aún estaba en la sede de la Cumbre, alegando a brazo partido en una sesión extraordinaria con varios de sus homólogos a favor de lo que ha considerado un objetivo estratégico de su política, la reactivación del ALCA, cuando ya llevaban dos horas de incómoda espera a bordo de la aeronave. Así, aislados del espacio donde se dirimía el meollo de la noticia por la que habían viajado hasta el Cono Sur, impedidos de reportear debidamente la última fase de la cumbre, permanecieron poco más de cuatro horas.
Al cabo de ese lapso, en el hotel Costa Galana -sede de la Cumbre- vencidos ante la evidente divergencia de perspectivas entre los aliados de un ALCA a la medida de Washington y la cautela del Cono Sur, los mandatarios que participaron en esta última ronda abandonaron el recinto, encubriendo apenas su fracaso con la decisión de que los ministros de relaciones exteriores de los 33 países continuaran la sesión hasta que finalmente lograron redactar el párrafo 19, digno del Rey Salomón.
Con una demora de más de cuatro horas, Fox abordó el avión donde lo esperaban, tensos e incómodos, los periodistas mexicanos. En pleno vuelo su vocero Rubén Aguilar pudo informar con detalle sobre lo sucedido, pero lógicamente no había ya para entonces condiciones para que los medios de comunicación transmitieran esta información de interés primordial para la Presidencia de la República.
En Mar del Plata, entre tanto, Fox no dejó la mejor de las impresiones. Algunos analistas lo llaman ya "punta de lanza de Washington" o "el mascarón de proa" que dejó Estados Unidos al frente de sus aliados para defender el texto original para reactivar el debate del ALCA.
En el polo opuesto a Fox, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, encabezó los argumentos más fuertes a favor de replantear el ALCA, respaldado por los países del Mercosur y el notable discurso inaugural del mandatario anfitrión Néstor Kirchner.
El pesimismo sobre la posibilidad de lograr un documento se había filtrado desde temprano en los recintos donde trabajó la prensa acreditada para cubrir la Cumbre. Se había anunciado una conferencia de prensa para informar sobre el documento final pero las horas pasaron sin que ésta se concretara. Se sabía que los contactos bilaterales se multiplicaban tratando de lograr, a toda costa, que Bush no subiera al avión sin nada fuerte en las manos, para viajar hacia Brasil.
En horas de la tarde, cuando la falta de humo blanco provocaba todo tipo de conjeturas, el presidente de Chile, Ricardo Lagos -alineado a favor de los planteamientos del ALCA de Washington-, se presentó ante los medios y anunció que "se había encontrado una salida": un párrafo, el decimonoveno, que dejaba explícita la existencia de dos propuestas divergentes: la de Panamá, que proponía retomar las conversaciones del ALCA en 2006; y también la del Mercosur, que buscaba dejar para más adelante las discusiones. Los tratados de libre comercio, dijo Lagos a periodistas chilenos, "no pueden ser iguales para todos, porque las realidades de cada país son distintas". Tampoco salió triunfante la posición venezolana de rechazar terminantemente la inclusión del ALCA, ya que como sus funcionarios lo dijeron ayer, esta reunión se citó bajo una agenda y un lema muy precisos: pobreza, empleo seguro y gobernabilidad democrática, a partir de solucionar estos estigmas que pesan sobre la región.
Consenso sobre los temas de pobreza, empleo y gobernabilidad
Al final de la ardua cumbre, el canciller argentino Rafael Bielsa anunció esta noche que finalmente se acordó una declaración final, donde hubo consenso en
el tema central para lo que fue citada esta cuarta Cumbre de las Américas, relativo a pobreza, empleo decente y gobernabilidad democrática y en un párrafo se
asientan las distintas posiciones y divergencias sobre el Area de Libre Comercio de las Américas que se reflejan entre los países de la región.
El canciller argentino negó con firmeza que se haya erosionado la relación entre México y Argentina por las posiciones asumidas por el presidente Vicente Fox, en el marco de esta Cumbre, y también negó que el acto haya terminado en un fracaso, como señalaron algunos medios.
Bielsa añadió que se despejaron obstáculos y se suscribieron cinco comunicados especiales sobre Haití, Colombia, Nicaragua, Bolivia, y el Ronda de Doha, que se realizará próximamente en Hong Kong. Y además se añade un plan de acción con más de 60 instrumentos donde se habla del crecimiento con empleo y el concepto general que América Latina había presentado sobre un tema que modifica muchas de las estructuras admitidas en la década de los 90 y que lesionaron gravemente a la región.
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