El mundo entero observa con indignación cómo el Gobierno de la única potencia mundial, autodenominada defensora de la libertad y la democracia, ignorando el humanismo científico, ha iniciado una “guerra santa” contra la Teoría de la Evolución Biológica, que es una de las teorías más trascendentes de las ciencias naturales.
Breve esbozo de la teoría
Charles Darwin concibió la Teoría de la Evolución Biológica por selección natural después de su viaje alrededor del mundo, que incluyó la visita a nuestras Islas Galápagos, en donde efectuó las observaciones más interesantes, que fueron reconocidas por el propio Darwin en esta expresión: “...había quedado gratamente impresionado por algunas de las especies del Archipiélago. Estos hechos son origen de todos mis puntos de vista”.
Por esta razón histórica y porque Galápagos es el laboratorio más importante de la evolución, el Ecuador se halla vinculado a la teoría evolutiva o evolucionista desde su génesis hasta la formulación moderna; lo cual se evidencia en el libro de Notas sobre evolución que escribiera Darwin; y en las innumerables investigaciones y artículos científicos publicados sobre Galápagos en todos los países y en todos los idiomas.
La Teoría de la Evolución es la teoría más general de la vida, ya que logra unir o vincular diferentes hechos y procesos biológicos en un todo coherente; explica el origen de la adaptación, la complejidad y la diversidad de los organismos, y lo hace en forma tan consistente que ningún científico serio podría desconocerla.
En el ámbito de las ciencias biológicas no se discute el hecho natural de la evolución, ni la validez de la Teoría; sin embargo se afinan las explicaciones sobre los procesos que generan los cambios evolutivos, lo cual constituye una ratificación de la teoría darwiniana, pero ampliada y complementada con los nuevos aportes de la biología contemporánea.
La Teoría de la Evolución explica la diversidad de la vida mediante el mecanismo de la selección natural, que se sustenta en cuatro premisas: variabilidad, sobreproducción, competencia, y, supervivencia y reproducción diferencial de los organismos. Con esta base explica la complejidad de la vida y el diseño de los organismos del presente y el pasado remoto que fueran y son conocidos por los testimonios fósiles.
La Teoría revela una estructura lógica muy consistente que se basa en un modelo hipotético deductivo, susceptible de comprobación empírica. En efecto, la Teoría de la Evolución permite explicar los procesos evolutivos, y más aún comprobarlos mediante la observación y la experimentación tanto en el laboratorio como en el campo.
Una breve revisión de la historia de la vida en la Tierra permite constatar que los organismos son los protagonistas de la biología y la evolución, es la línea argumental. La Teoría de la Evolución es el eje unificador de la Biología y tiene un alto valor epistemológico, pues eleva el nivel meramente descriptivo y de catalogación de las entidades y hechos biológicos hasta construir un cuerpo de conocimientos integrado e integrador de los seres vivientes, adaptados a una diversidad de ambientes que cambian con el tiempo, tanto por la dinámica de la propia naturaleza como por la acción antropogénica, en años recientes.
La Teoría de la Evolución basada en la matriz del pensamiento darwiniano ha recibido el aporte de científicos de todo el mundo. Desde fines del siglo pasado y en los primeros años del presente, biólogos de diferentes disciplinas vienen perfeccionando la Teoría, con las contribuciones de la genética de poblaciones, biología molecular, biología del desarrollo y la ecología de comunidades, todo lo cual ha llevado a configurar la versión revisada y ampliada de la Síntesis Moderna de la Evolución o Teoría Sintética de la Evolución.
Significado histórico de la Teoría
La Teoría de la Evolución desde la formulación inicial por Charles Darwin abrió una nueva era en la historia de la humanidad. En efecto, Darwin amplió la revolución intelectual que iniciara Copérnico al demostrar que los seres vivientes son materia en movimiento y transformación; permitió explicar la adaptación y diversidad de los organismos, la formación de nuevas especies e inclusive el origen mismo del hombre, mediante un proceso ordenado de cambios regidos por las leyes de la naturaleza.
Por su amplitud conceptual la Teoría de la Evolución se convierte en la piedra angular de la Biología, ya que integra múltiples conceptos de las ciencias biológicas y explica científicamente numerosos hechos y fenómenos del mundo viviente. Como expresara Theodosius Dobzhansky, eminente genetista: “En Biología nada tiene sentido si no se considera bajo el prisma de la Evolución”.
Pero además la Teoría subyace en todo el pensamiento contemporáneo y en múltiples ámbitos del saber, lo cual ha permitido construir una nueva visón del mundo, de la humanidad y sus interrelaciones en el tiempo y el espacio. La compresión de la evolución es trascendental para el bienestar humano, pues el enfoque evolutivo de las entidades y procesos biológicos tiene importantes aplicaciones en la producción agropecuaria, farmaceútica y en la medicina, ahora más que en otras épocas de la historia de la humanidad.
En el espectro general de las ciencias naturales, la Teoría ha contribuido substancialmente al desarrollo del conocimiento científico y a la vez ha tenido una influencia notable en el pensamiento antropológico, sociológico, económico y político.
Cómo entender la Biología moderna sin la Teoría de la Evolución
Es imposible concebir la Biología Moderna sin la Teoría de la Evolución, así como es imposible entender la Física sin la teoría de la gravitación universal o la Química sin la teoría atómica. Despojar a la Biología de la teoría evolutiva sería reducir a las ciencias de la vida a un conjunto de disciplinas puramente descriptivas y carentes de una filosofía de la ciencia.
Por otra parte, ¿cómo enseñar Biología al margen de la teoría evolutiva? No se puede entender la enseñanza de una buena Biología desconociendo o menospreciando la teoría evolutiva. Pretenderlo sería eliminar el soporte científico fundamental de la Biología moderna, lo que implicaría un retroceso a una etapa dogmática de la humanidad, que por fortuna ya fue superada. Empero, un nuevo debate se abre en los Estados Unidos.
Los medios de comunicación de todo el mundo dan cuenta de los procesos judiciales que sobre la enseñanza de la teoría evolutiva se ventilan en las cortes de justicia de Estados Unidos. La prensa mundial recoge testimonios de este singular debate en las siguientes notas: Charles Darwin otra vez ante los tribunales. La batalla contra Darwin se libra en las aulas de Estados Unidos. La enseñanza de la Teoría de la Evolución está siendo sometida a juicio. Los profesores tienen temor de enseñar Biología... El desenlace podría determinar cómo se deberá enseñar Biología en los colegios. Esto equivale a someter a la ciencia biológica y a la educación a nuevos tribunales de la Inquisición...
La vieja corriente anticientífica atrincherada en el sector más atrasado del pensamiento norteamericano puede desconocer o sembrar dudas sobre la evolución biológica al imponer en los planteles educativos la “hipótesis del diseño inteligente” que no es otra cosa que una interpretación creacionista de los seres vivientes, con lo cual se abre un viejo debate que se creía superado hace más de medio siglo; pues, la propia Iglesia Católica acepta la Teoría de la Evolución Biológica por ser “una teoría científica comprobada por las disciplinas del saber”.
No es de extrañar que la “hipótesis del diseño inteligente” esté sustentada por religiosos fundamentalistas que gozan de gran influencia en el Gobierno actual de los Estados Unidos, cuyas políticas tienen efectos nefastos para la humanidad, pues privilegian la carrera espacial, el armamentismo y la guerra de dominación a muchos gobiernos y pueblos del mundo.
Es el mismo Gobierno de EEUU que ignora las advertencias de científicos de su propio país respecto del peligro del calentamiento atmosférico, pero se niega a suscribir el Protocolo de Kyoto para reducir los gases de efecto invernadero, responsables del calentamiento global de la Tierra, que se expresa en huracanes cada vez más devastadores, en sequías y procesos de desertificación en grandes regiones y otras catástrofes que viene soportando la humanidad.
Todo lo expuesto revela un conflicto ético profundo en el corazón del sistema político de los Estados Unidos, país de alto desarrollo científico y tecnológico que instrumentaliza el conocimiento y la tecnología con fines de acumulación de riqueza, poder y dominación, pero desprecia la ciencia cuando debe servir al ser humano.
El mundo entero observa con indignación cómo el Gobierno de la única potencia mundial, autodenominada defensora de la libertad y la democracia, ignorando el humanismo científico, ha iniciado una “guerra santa” contra la Teoría de la Evolución Biológica, que es una de las teorías más trascendentes de las ciencias naturales.
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