No puedo permanecer emocionalmente neutral cuando se trata de abordar la guerra de Vladimir Putin contra los «oligarcas» rusos, ya que por lo regular se me califica como uno de ellos. No obstante, tengo la ventaja de tener una visión interna de esa política. Por haber sido víctima de esa «guerra», puedo hablar de ella en términos concretos, y conozco el poder represivo de los servicios estatales cuando se lanzan con fuerza contra alguien. Eso no podría haber ocurrido en una democracia occidental. Es impensable que un país como Francia encargue a todos sus servicios (policía, justicia, burocracia) la misión de perseguir a un individuo. En Rusia es perfectamente concebible.
Moscú pide mi extradición para presentarme más fácilmente como un criminal. La «guerra» de Putin no está dirigida contra una clase ni contra fortunas de dudoso origen, sino contra personas que quieren una Rusia liberal, libre y democrática. Eso beneficia a los allegados al presidente, que buscan enriquecerse. Los «oligarcas» que son atacados son los que comprendieron mejor las oportunidades de la economía rusa y se comprometieron entonces políticamente, aunque no todos con fervor, como lo muestran las excusas presentadas por Mijail Khodorkovsky para complacer al Kremlin.
Si Putin gana esta guerra, será una victoria pírrica contra la propia riqueza.
«In defense of Russia’s oligarch wars», por Boris Berezovski, Korea Herald, 3 de enero de 2005.
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