El Komintern, o Internacional Comunista, fue creado en 1919 por Lenin y tenía como objetivo utilizar todos los medios posibles para crear una República Soviética internacional. En 1935, Stalin enmendó esa doctrina para permitir la creación de los Frentes Populares contra el Fascismo en Europa, a la sazón prioridad de la URSS. Debido a ese cambio doctrinal, Trotski calificó a Stalin de «reformista», lo que le valió ser asesinado por un estalinista en 1940.
Pero el trotskismo no murió con León Trotski, se transformó y ya no trata de llevar a cabo una revolución permanente a favor del comunismo mundial sino a favor de la democracia global. Ese es el programa que aplican los neoconservadores de la administración Bush y del partido de Ronald Reagan. Han utilizado el dinero de los contribuyentes para crear un nuevo Komintern: la National Endowment for Democracy (NED). Durante
20 años, fue dirigida por Carl Gershman, miembro del Socialist Party antes de militar en el partido demócrata y convertirse en partidario del senador Henry «Scoop» Jackson cuyo equipo estaba compuesto por Richard Perle, Frank Gaffney, Elliott Abrams. Los neoconservadores también tomaron posesión de la Freedom House (FH) cuyo ex presidente James Woolsey declaró la Rusia «no libre» y exhorta a la guerra contra «el islamofascismo».
La NED, la Freedom House y los demás think tanks intervienen regularmente en los asuntos internos de los Estados. Al proclamar que luchan por la democracia, en realidad los neoconservadores la emprenden contra todos los regímenes que no les convienen. Con independencia de lo que se piense de Hugo Chavez, no se puede negar que siempre ha sido elegido democráticamente. Cuando un régimen les desagrada, organizan su derrocamiento como ocurrió con la revolución naranja en Ucrania. Para evitar semejante maniobra en Rusia, Vladimir Putin se prepara para expulsar de su país a todos los organizadores de esas acciones.
¿Por qué Estados Unidos no se ocupa de sus asuntos?

Fuente
Antiwar.com (Estados Unidos)

«Putin vs. the Neo-Comintern», por Patrick J. Buchanan, AntiWar.com, 30 de noviembre de 2005.