Como usted debe saber tras haber escuchado los gritos de alegría de la prensa, otro gangster izquierdista se ha apoderado de la presidencia de un país de América del Sur. Y es muy posible que ese gangster provoque la ruina de su país, Bolivia. Evo Morales, socialista extremista y cultivador de coca, es otro de esos líderes chillones que tanto gustan a la prensa mayoritariamente izquierdista de nuestro país. Esos ataques verbales contra el presidente George W. Bush fascinan a los periodistas norteamericanos, lo cual hace pensar en el dicho: «el enemigo de mi enemigo es mi amigo».
Como la mayoría de los políticos comunistas, Morales dedicó la mayor parte de su campaña electoral a atacar a los Estados Unidos, al capitalismo y al presidente Bush. Aparte de su promesa electoral de legalizar el cultivo de la coca, no ha propuesto nada importante para mejorar la vida de sus electores sumidos en la miseria. Durante su campaña, Morales declaró a periodistas norteamericanos: «Si los EE.UU. quieren establecer relaciones diplomáticas con nosotros, estas tendrán que basarse en un plano de igualdad. Nuestras relaciones no pueden ser de sumisión.»
Si posiblemente la Casa Blanca dude en invitar a un gangster como Morales, hay otros en los Estados Unidos que no tendrán ese pudor y se sentirán orgullosos de acoger y escuchar sus diatribas contra un presidente que detestan más que a Sadam Husein. Según ha dicho Morales, él ya recibió una invitación de la Universidad de Harvard. ¿A usted le sorprende eso? Harvard es una universidad que lucha para que se prohíba la entrada en sus recintos a los que reclutan soldados para el ejército de nuestro país, pero que invita calurosamente a gangsters socialistas.
Según expertos de la Seguridad Nacional, la victoria electoral de Morales acelerará más aún la desestabilización del continente sudamericano. Como cultivador de coca, es el aliado natural de los carteles de la droga y de los traficantes en Bolivia y en los países vecinos. Como la cocaína extraída de la coca boliviana se envía a los Estados Unidos y a Europa Occidental, algunos bolivianos temen que, con un presidente de Bolivia cultivador de coca, su país se convierta en la plataforma central del tráfico de cocaína.
Si la política de Morales va a provocar un aumento del tráfico de cocaína en las calles estadounidenses, su gobierno será entonces considerado por nosotros, con razón, como una amenaza para nuestra seguridad nacional. Y toda la retórica de Morales no puede ocultar el hecho de que el Ejército boliviano es una farsa, incluso si le juzga desde la óptica del Ejército francés. Y contrariamente a su camarada en Venezuela que tiene los bolsillos repletos de petróleo, Bolivia no posee nada que los norteamericanos quieran ni necesiten –excepto, claro está, los drogadictos y la fauna de Hollywood a la que le encanta empolvarse la nariz.
«A Bolivian Thug Becomes President», por Jim Kouri, MenNews Daily, 18 de diciembre de 2005.
«Bolivian Thug Becomes President», Free Republic, 18 de diciembre de 2005.
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