EL categórico triunfo de Evo Morales ha hecho correr ríos de tinta. Los titulares de la prensa mundial destacan los orígenes indígenas del nuevo presidente y sus nexos con Castro y Chávez. La suma de estas ideas demuestran los temores sobre América Latina debido a la combinación de indigenismo y populismo. Sin embargo, es preciso matizar nuestros temores.
Si Evo Morales ganó tan abrumadoramente las elecciones fue porque contó con los votos de la clase acomodada. Deseosa de acabar con la inestabilidad política y social, estaba en gran medida dispuesta a votar por un «indio» si se recuperaba el orden. El voto por Morales fue también un voto de castigo contra los partidos tradicionales, incapaces de afrontar los mayores problemas de la nación más pobre de América Latina. Morales ganó porque durante la campaña supo negociar con distintos grupos. El MAS no es un partido disciplinado, carece de experiencia de gobierno, por eso Morales conoce su debilidad y sabe que la movilización social puede golpearlo.
Las declaraciones de Morales no tranquilizan a la opinión pública, maneja un lenguaje propio de los años setenta. ¿Su discurso será coherente con sus actos? ¿Aumentará las tendencias autoritarias como Hugo Chávez? El futuro nos lo dirá.
«Un cóndor planea sobre los Andes», por Carlos Malamud, ABC, 2 de enero de 2006.
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