I. Breve historia de la desalinización del agua.
II. El mercado de la desalinización
III. La desalinización en el Perú
IV Conclusiones y recomendaciones.
V Referencias
I. Breve historia. Los océanos son las reservas de agua más grandes de la tierra, el problema es que contienen un promedio del 3.5 por ciento (en peso) de sales disueltas, situación que lo hace inservible para tomar, y su uso en la industria y la agricultura. El calor del sol evapora enormes cantidades de agua pero las sales no son volátiles y no se evaporan.
En el Siglo IV, Aristóteles describió un método para producir agua potable evaporando el agua de mar. San Basilio, un líder religioso griego, escribió: “los marinos hierven el agua del mar, colectan los vapores en esponjas para escurrirlos y saciar su sed”. En el siglo VIII un químico de Irak escribe la conocida teoría de la destilación, pero es el gobierno británico quien hace uso del estudio árabe y lo patenta en 1869 construyendo la primera torre de destilación. En el nuevo mundo, es el estadista científico (interesado en todo), Thomas Jefferson, quien presenta la primera torre de destilación de agua salina instalada en un barco a los marinos revolucionarios que trataban de emancipar a su país de Inglaterra. La primera planta de desalinización en tierra firme fue construida por la firma Griscom-Russel de EEUU en 1930. (Roy Popkin, 1968).
II. El mercado actual. Desde esa fecha hasta nuestros días, el uso del agua desalinizada se ha incrementado en términos de capacidad y factibilidad económica. En 1995, se producían un promedio de 265 millones de galones de agua por día (gpd) por el proceso de desalinización, y para finales del 2004 la capacidad promedio ya era de 8.5 mil millones de gpd producidas en 9,500 plantas en el ámbito mundial (con un incremento anual del 10.6%). La razón principal para este aumento sustancial es la disminución de los costos de producción a un promedio de US$2 por mil galones de agua potable producida en las plantas de gran capacidad (L. Henthorne & E. Jankel, 2004).
Las plantas de desalinización de hoy día usan las aguas saladas del mar como fuente y la osmosis reversa (OR) y nanofiltración como procesos, que han desplazado a la tecnología térmica muy popular en los países del Medio Oriente. Como el Internet, el proceso OR no es nuevo, es de los 60’s y 70’s, pero hoy se ha perfeccionado. La razón es simple: los costos de los elementos de membrana utilizada en la osmosis reversa se han reducido sustancialmente, además que la OR es más eficiente en el uso de energía facilitando la producción de grandes cantidades de agua. El proceso OR deja pasar el agua salina a través de la membrana (el permeate), dejando detrás un volumen menor de agua con las sales y minerales (el concentrado). El proceso RO no requiere energía térmica, solo una bomba eléctrica bombear el agua tratada.
A finales del 2005, los países del Medio Oriente, donde existe una escasez crítica del agua, producen aproximadamente el 50% de la capacidad mundial de agua desalinizada en el mundo. Le siguen de lejos América del Norte (16%), Europa (13%), Asia (11), África (5%), América Central (3%), Australia (1%) y Sudamérica (1%). En Israel se construyó la planta Ashkelon, Fujuirah en los países árabes emiratos, y en Kuwait con una capacidad de 87 millones gpd, 45 millones y 90 millones de gpd respectivamente. Por primera vez una planta de 25 millones de gpd esta operación en la Bahía de Tampa, Florida, Estados Unidos, y 10 mas está en procesos de construcción en California, Texas y Florida. En este último Estado, la trasnacional Covana Water construyó una planta de desalinización el 2003 con una capacidad de 25 millones de gpd con un contrato en concesión (o privatización) por 25 años, pero debido a fallas en el diseño y problemas en las pruebas de rendimiento, la autoridad municipal de Tampa (Tampa Bay Water), expulsa a Covana y toma el control directo de la planta. En Antofagasta, Chile, la trasnacional española Desalant construye una planta de 6.8 millones de gpd (26,000 m3 por día) a un costo de US$47 millones (el Estado chileno pondrá 21 millones y la trasnacional 26). Una privatización desfavorable para Chile que asume cerca al 50% de los costos, incluido los gastos de energía para la planta, para entregarle las ganancias en bandeja a la trasnacional por 20 años.
III. Desalinización en el Perú.
La desalinización en pequeña escala fue introducida por las trasnacionales mineras y corporaciones pesqueras en la Costa peruana en los 60’s. La mina de hierro de Marcona producía su agua potable por desalinización, también la Southern en la Refinería de Ilo (donde casi nunca llueve) operaba una planta de desalinización por el proceso de electrodiálisis, proveía una porción de agua a la comunidad. Pero esa pequeña cooperación de las mineras a la comunidad no era comparable a la inmensa cantidad de aguas frescas y aguas de mar que contaminaban. Un área potencialmente apto para una planta de desalinización de alta capacidad es la mina de fosfatos Bayóvar en Piura, donde existe una severa escasez de agua fresca.
La Costa peruana es una de las más productivas para la pesca en el mundo, casi todos los centros pesqueros tienen una escasez severa de agua fresca. Agua fresca o dulce es necesaria para usos domésticos y para procesar el pescado. Los refrigeradores móviles de pescado necesitan grandes cantidades de agua fresca, en estos casos la desalinización es factible. Muchos centros pesqueros ya utilizan agua desalinada en pequeña escala, incluyendo una planta para desalinizar agua salina pegajosa, un subproducto del procesamiento de alimentos a base de pescado, para extraer proteínas de aceite de los residuos. Otra opción técnicamente factible es la instalación de plantas de desalinización por las trasnacionales petroleras que operan en la selva, estos deberían tratar las aguas salinas ácidas (sub productos de la explotación del gas y del petróleo) antes de tirarlos a los ríos como lo vienen haciendo hoy en día.
Contrario a lo que afirma un “experto” del Colegio de Ingenieros (diario La República, nov. 7, 2005), en las grandes ciudades de la Costa peruana, como Lima, no se justifica usar el proceso de desalinización de mar, a gran escala, por lo menos en los próximos 40 años. La propuesta de usar agua de mar a gran escala en los próximos 5 años es pura especulación (no vaya ser que Alan García lo use en su demagogia presidencial).
Perú posee el 5 por ciento de agua potable del mundo, la Sierra tiene cerca al 2 por ciento del recurso (El Medio Ambiente del Perú, Instituto Cuanto, 2000), reserva suficiente para abastecer de agua fresca a la totalidad de la población en los próximos 40-50 años. La capacidad recuperada de las aguas superficiales y subterráneas disponibles no llega al 20%, claro que muchas de estas fuentes de agua tienen que ser tratadas debido a que están contaminadas por los residuos tóxicos arrojadas por las trasnacionales mineras y petroleras. Las principales fuentes de agua de Lima son los ríos Lurín, Chillón, y Rímac. El Rímac recibe parte de agua del Mantaro. Israel recupera el 90% de sus fuentes de agua disponibles.
Los cambios climáticos debido a la polución global no secan los ríos, ni lagos y lagunas (el agua tiene un ciclo natural), sino que producen precipitaciones, aluviones y tsunamis.
Los gobiernos de turno tienen la capacidad de abastecer de agua potable a toda la población del Perú, pero no lo hacen por motivos políticos. Por ejemplo, el gobierno de Toledo trata de asfixiar económicamente a las empresas estatales recortándoles su presupuesto, imponiéndoles impuesto altos, y vetando proyectos de expansión de la cobertura con fondos ya financiados (Marca II). El propósito es entregar en concesión a Sedapal y las EPSs (empresas municipales del agua) para que se enriquezcan las trasnacionales del agua.
La escasez de agua en Lima, estimado en 2 millones de personas sin servicio de agua y desagüe, y 7 millones en el Perú, son problemas sociales que el Estado puede solucionar hoy mismo sin necesidad de lanzarnos al mar vía privatización.
IV. Conclusiones y recomendaciones:
1. Se justifica la desalinización cuando existe escasez crónica de fuentes de aguas superficiales y subterráneas que causan periodos continuos de sequía. El Perú no esta en estas condiciones.
2. Se justifica la desalinización cuando los costos de abastecimiento de agua desalinizada son competitivos respecto a los costos en la producción de las fuentes de agua convencionales. Los costos para producir el agua potable en el Perú actual es todavía equivalente a una fracción (1/4) del costo de agua desalinizada. Además del abaratamiento de la tecnología utilizada (OR), existen otros factores que se deben tomar en cuenta: las fluctuaciones de la concentración de la salinidad del agua de mar (el promedio es de 16,000-32,000 miligramos por litro), los costos de la instalación de una planta de energía, y los costos de las tuberías, bombas, etc. para transportar el agua tratado de mar a grandes distancias.
3. A largo plazo, la escasez creciente de las aguas dulces, el incrementote la población y la contaminación ambiental de las aguas superficiales, convertirá a la desalinización en la alternativa del futuro. Su uso es justificado hoy en día a pequeña escala en zonas áridas o semi-áridas.
4. El neoliberalismo antipopular y reaccionario puede utilizar las nuevas tecnologías de desalinización del agua como cabello de Troya de la privatización (o concesión).
5. Las aguas salinas tienen un gran potencial medicinal y sus áreas son atractivos turísticos. En lo posible, no deben ser explotados para producir energía eléctrica (caso Chilca).
6. Promover la conservación en el consumo de agua, en la irrigación, reciclaje por la industria, reducción del sobre-consumo en los sectores ricos, eliminación de los bombeos subterráneos clandestinos (molinos de industrias textiles, etc.), reducción de evaporación, cobertura total del servicio de agua y desagüe.
7. Las membranas de desalinización (OR) pueden dañarse dejando pasar cantidades de agua salina, metales y sales al agua limpia o al medio ambiente. Algunas membranas son susceptibles al ataque de agentes oxidantes, como el cloro.
V. Referencias.
1. Roy Popkin, 1968. Water for the World’s Future, New York.
2. Lisa Henthorne & Eric Jankel, 2004. Metcalf and Eddy, Inc. Wakefield, MA, USA.
3. Cathy García, 2005. El Valor del Agua, publicación en el Internet.
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