L’Express, semanario de la derecha francesa, tan dispuesto volver a tratar los temas de su colega Le Point (lo contrario también es cierto), publicó un dossier en su edición del 26 de enero de 2006 bajo el título de: «L’Islam face à la pression islamiste» [El Islam frente a la presión islamista]. En su «Enquête sur la montée de l’Islam en Europe» [Investigación sobre el auge del Islam en Europa], el periódico acredita la tesis de la imposibilidad de conciliar la creencia profunda en el Islam y los valores democráticos europeos. Su resultante es, obligatoriamente, el islamismo.
«Por todas partes parece decretado “el fin de la dictadura del eufemismo”, según la fórmula del ministro francés del Interior que anuncia que estamos “en guerra” contra el “yihadismo global”».
A fin de justificar un pretendido endurecimiento de Europa frente al islamismo, el periódico cae en un sofismo de conclusiones preocupantes:
«Pero, sobre todo el contenido de esos preceptos es lo que terminó invalidando la solución “multicultural” predicada por todas partes en Europa, incluida la Francia de los años ochenta. El multiculturalismo estalló en la cuestión central y esencial de los derechos de las mujeres y de los homosexuales, que ofreció una enseñanza eficaz al mostrar que el dogma del “respeto de las culturas”, en nombre de su equivalencia, entraba en conflicto con la igualdad de los individuos. La diferencia no “siempre es riqueza”».
Por consiguiente, el respeto de las diferencias no habría dado sus frutos, prueba de lo cual son los atentados de Madrid y Londres: por lo tanto, las poblaciones musulmanas serían indirectamente las responsables de esos actos terroristas. Por ende:«al final, esta islamofilia general es apenas productiva y más bien es contraproducente: es la constatación actual de muchos formuladores de política en Europa, muy bien resumida por Jack Lang al reconocer, durante su espectacular cambio de opinión sobre el uso del velo en las escuelas, que había sido «ingenuo» creer que “la mezcla de las diferencias sería tan fecunda que había que ser tolerante frente a los particularismos”».
Por último, tras haber establecido algunos paralelos dudosos entre islamismo, comunismo y nazismo, el periódico concluye confundiendo identidad y política, y estimando que era preocupante que los hijos de inmigrantes no renegaran de sus orígenes.«Esas vacilaciones tienen un efecto desintegrador, según una reciente investigación de la Sofres realizada en Francia: mientras que en 1993 el 71% de los niños de padres de origen magrebí “se sentía más cercano al modo de vida y cultura de los franceses que al de sus familias”, sólo eran un 45% en 2003».
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