Pedro Brieger es analista de política internacional en el noticiero de Canal 7 y en esta entrevista hablará sobre las nuevas alianzas y conflictos en América Latina. Y sobre la relación de los gobiernos progresistas con Estados Unidos.
¿Qué análisis hacés después de las elecciones en Bolivia, teniendo en cuenta el momento que vive América Latina?
Creo que lo que se está cerrando es la etapa neoliberal de los ‘90, especialmente con la elección de Evo Morales en Bolivia y con las próximas elecciones que se van a dar en el 2006. Va a ser un año muy político y muy movido, con muchos procesos electorales en Brasil, aunque es muy probable que Lula pierda las elecciones. Hay que ver siempre el contexto que puede cambiar. Para las elecciones en Brasil falta mucho y en el medio hay elecciones importantes en México, Perú, las posibles e inciertas elecciones en Ecuador, en Colombia. El contexto regional está cambiando, ya no vemos a estos personajes del estilo Collor de Mello haciendo karate, bien vestidos, con corbatas muy costosas o Menem, Fujimori, presidentes alabados y elogiados por los organismos internacionales, que se tuvieron que ir, la mayoría de ellos, por la puerta trasera, acusados de corrupción, o por levantamientos populares como fueron los casos de Sánchez de Losada en Bolivia o De la Rua en Argentina. También los conflictos que se están dando en América Latina hay que verlos en ese contexto. Mucho se está hablando sobre el conflicto entre Argentina y Uruguay, Argentina y Brasil, está claro que hay diferencia entre Argentina y Uruguay, Argentina y Brasil, Argentina y Paraguay sobre muchos puntos, y ahora hay que ver con la incorporación de Venezuela y Bolivia en el MERCOSUR. Provienen de extracciones sociales muy diferentes, de ideologías políticas muy diferentes y tienen que llevar adelante un proceso de armonización. Hay una cuestión que sigue siendo clave: la Cumbre de Mar del Plata, un momento de gran exposición internacional en el cual había que oponerse o aliarse a Estados Unidos, y los cuatro países del MERCOSUR se opusieron a Estados Unidos. Recordemos que el ALCA tendría que haber nacido en el 2005 y no nació, que, incluso, el presidente de Paraguay, unos días antes del comienzo de la Cumbre de las Américas dijo en una gira por Japón que el ALCA era un proyecto que iba a destruir a las burguesías nacionales. Es el mismo presidente paraguayo, que tenía un discurso muy radical, está acusado de abrir las puertas a las bases norteamericanas, un tema que a mí todavía no me queda claro si realmente hay una base norteamericana o no. Sí hay planes médicos norteamericanos médicos, eso no es exactamente una base. De todas maneras, Paraguay busca un camino para acercarse a Estados Unidos, como buscan todos los países del continente, todos quieren hacer negocios con Estados Unidos. Es el mercado más grande del planeta, es la primera potencia mundial, nadie quiere tener un enfrentamiento directo con Estados Unidos, nadie quiere que Estados Unidos presione al Banco Mundial, al Fondo Monetario Internacional para no recibir prestamos para construir escuelas, zanjas o lo que fuere, y están negociando, buscando acomodarse. Creo que estamos muy acostumbrados por los años 90 a la frivolización de la política, a ver si usan corbatas que son muy caras o el pullover de Evo Morales y mucho menos a ver los procesos y los momentos. Fijate hasta qué punto esto es así que Michelle Bachellet al ser electa en Chile está cuestionando los beneficios que dio el sistema de pensiones, que no son los que esperaban. El sistema de pensiones fue tomado como modelo por todos los economistas y comunicadores neoliberales en los 90 y el modelo de fondos de pensiones en Chile es un desastre, hace agua por todos lados. ¿Qué implica que Michelle Bachelet lo tenga que decir? Que están cambiando algunas cosas en América Latina, aunque todavía diga que está a favor del ALCA, hay que ver cuando asuma, las presiones que ejerce esta nueva oleada de centroizquierda, para llamarlo de alguna manera, utilizando definiciones que a veces dicen mucho y a veces no dicen nada. Pero eso va a tener una influencia sobre ella de la misma manera que va a tener una influencia sobre Uribe en Colombia.
¿Cómo analizás el proceso que se inicia en Bolivia?
En primer lugar, Evo va a tener algo que no tuvieron los gobiernos anteriores en los últimos años, en las últimas décadas en Bolivia, que es una mayoría parlamentaria. Los gobiernos anteriores ganaban con el 20 o 22 por ciento de los votos, incluso Evo Morales hace cuatro años peleó la presidencia con el 22 por ciento de los votos. Evo saca el 54 por ciento, esto es un triunfo contundente. También es verdad que muchos de los que hoy lo apoyan creo que no comparten la visión estratégica y el origen social y político de Evo Morales, sabemos que se suben al tren muchos. Antes de asumir, Evo continúa manteniendo un discurso bien coherente, no trata de acomodarse con los organismos financieros internacionales, viaja a Cuba, estrecha los vínculos con Chávez. Obviamente va a comenzar a sufrir presiones terribles porque las viene sufriendo Bolivia desde hace mucho tiempo del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional, de Estados Unidos por el tema del gas. Pero tiene condiciones para poder gobernar, creo que la principal oposición la va a tener a través de las autonomías, creo que ahí le van a intentar poner palos en la rueda, en tratar de incrementar las autonomías de Santa Cruz y Tarija, creo que ese va a ser el camino de la derecha boliviana por ahora: esperar, ver cómo se maneja Evo, tal vez pensar que se puede caer solo, que se va a desgastar como los gobiernos anteriores, y hay otra opción clave que es ver si Evo Morales va a apelar a la movilización popular o va a seguir el camino de Lula: que la gente lo siga mirando por televisión. Me parece que el camino de Evo Morales va a ser diferente al de Lula o al de Tabaré Vázquez, creo que apunta a que la gente efectivamente se movilice, creo que sabe que el secreto suyo es la movilización social. Pero hay que esperar a que asuma, hay que ver el gobierno que forma, quiénes son los ministros, cómo empieza negociar y tiene problemas extremadamente serios. Estamos hablando del segundo país considerado más pobre del continente y no tiene los recursos que tiene Venezuela, que también tenía cerca del 80 por ciento de pobres cuando asumió Chávez. Evo ya dijo que iba a lanzar una gran campaña de alfabetización, esto es un desafío, porque el tema no es hacer una campaña con educadores cubanos, sino hacerlo con educadores bolivianos, de la misma manera que, en su momento, Cuba movilizó a su población. Uno puede decir que va a tener el apoyo de Cuba y Venezuela para poder hacerlo: es muy probable, pero eso también va a llevar a una oposición que lo va a criticar por traer venezolanos o cubanos. Creo que son preguntas que todavía no tenemos respuestas.
No va a ser fácil disciplinar a la oligarquía boliviana.
No, no. Ninguna oligarquía es disciplinable. Hay que ver qué tipo de relación teje, pero es una incógnita. Hay que ver cuándo empieza a tocar intereses serios. Hacer una gran campaña de alfabetización puede no irritar mucho a la oligarquía de Santa Cruz o de Tarija. Si les empieza a cobrar más impuestos entonces seguramente sí va a exacerbar la tensión con ellos. Hay que ver si Evo Morales es hábil. De la misma manera que Chávez, cuando llegó al poder y ganó las elecciones a principios del 99, había dejado el tendal de los dos más grandes partidos que venían destrozándose entre ellos y tenía que recomponer algo nuevo y construir algo nuevo. Chávez no logró totalmente construir un movimiento social y, de hecho, hay mucha desarticulación a nivel de lo que es el movimiento que apoya a Chávez. No tiene esas estructuras que formaron los cubanos muy rápido después de la revolución, he incluso los nicaragüenses después de la revolución del 79, que implicaba organizar socialmente a miles y miles de personas para impulsar la revolución y las reformas sociales, única manera de que estas se puedan sostener. Por eso, la contra cara es Uruguay y Brasil con la gente mirando por televisión.
Según lo que decís, la Cumbre se transformó en un fortalecimiento político para el MERCOSUR. ¿Hoy crees que hay una crisis comercial en el MERCOSUR?
A mí no me gusta abundar con la palabra crisis, qué es una crisis exactamente. Hay rispideses, sí. Hay un tema complejo con Uruguay por el tema de las papeleras, sí. Hay un problema complejo con la hegemonía brasileña respecto a la Argentina, sí. Pero creo que hay otro contexto político, creo que justamente porque no estamos en los 90, el marco general permite que estos conflictos puedan armonizarse, que no implica que necesariamente lo hagan, va a depender de muchos factores. El tema de las papeleras es un tema serio, incluso estuve leyendo declaraciones de Eleuterio Fernández Huidobro, el senador tupamaro y una de las figuras legendarias de la lucha tupamara en el Uruguay, criticando a Greenpace, acusándola de ser un agente de los poderes imperiales, pero no diciendo lo mismo del Banco Mundial que está haciendo el asesoramiento técnico con el tema de las papeleras. No termino de entender qué les está pasando a los uruguayos con el tema de las papeleras, porque ni siquiera es un gran negocio de inversiones, ni siquiera implica demasiado trabajo, es incomprensible. Es un tema ríspido, pero vamos a ver qué cintura política tienen Tabaré y Kirchner para resolverlo o no.
¿Cuáles son las grandes líneas de quiebre que determinan este nuevo momento político en América Latina?
El neoliberalismo no está muerto. Los economistas neoliberales siguen estando y con bastante peso en casi todos los países. Fueron hegemónicos durante los 90 y no desaparecen del mapa de la noche a la mañana, como tampoco los partidos históricos como el radicalismo, el peronismo, o el PRI de México o Acción Democrática en Venezuela. De hecho, el radicalismo demostró en más de una oportunidad que podía levantarse. Sí recibieron golpes muy duros, según ellos por la ambición de poder de parte de sus gobernantes, caso Menem y la re-reelección que fue una de las críticas que muchos economistas neoliberales le hicieron a Menem. No es que no lo apoyarán, pero veían que un recambio era indispensable. Creo que un factor muy importante para este cambio fue una combinación de factores entre corrupción y falta de resultados positivos, más allá de ciertas experiencias como la Argentina, que fue tomada como modelo, que tiene una particularidad histórica que la diferencia de casi todo el resto de América Latina y es el fuerte componente de las capas medias, que podían sostener a este tipo de régimen como, por ejemplo, el uno a uno por la cantidad de argentinos que podía viajar o comprar gran parte de los productos importados, algo que no se dio en el resto de los países de América latina en que se implementaron políticas neoliberales, justamente por ausencia de las capas medias. Los levantamientos que hubo sobre hechos puntuales, Bolivia, por ejemplo, tema agua o incluso tema gas, tienen que ver con un discurso de la década de los 90 respecto de las privatizaciones que a diestra y siniestra se realizaron. Siempre se menciona una pintada en Ecuador que es muy emblemática de esto. Cuando fue la crisis y la revuelta de diciembre de 2001 en Argentina, que decía: “Si las privatizaciones curan, por qué la Argentina agoniza”. En este contexto, la caída de De la Rua fue muy significativa, y tal vez mucho más significativa de lo que la mayoría de los argentinos tenían conciencia de lo que estaban haciendo en su momento. Cuando cayó De la Rua me dediqué a hacer un análisis de lo que los diarios internacionales decían y recuerdo que el Japan Times le había dedicado seis editoriales a la crisis en la Argentina. Lo que se veía era que el paradigma neoliberal se había caído, y Argentina era emblemática, porque era uno de los tres modelos junto con Perú y con México que los organismos internacionales le mostraban al mundo. No es casual que esos tres modelos estaban en América Latina. Si bien gran parte de la gente que salió a las calles, no salió con la bandera en contra del neoliberalismo. Lo que se cayó en ese momento, lo que se fracturó en ese momento fue el paradigma neoliberal. Esto no implicó que inmediatamente la gente comenzará ni a pensar en socialismo, ni en reestatizar los servicios privatizados, pero sí se abrió una puerta para cuestionar todo un proceso que se había dado en los 90 y que se fue extendiendo hacia todo el resto de América Latina. No es casual la radicalización del discurso de Chávez. Chávez asume a principios del 99 y, si bien tiene un discurso radical para lo que era la sociedad venezolana, en ese momento está claro que el contexto lleva a que él radicalice su discurso, y además también con una cuota de pragmatismo bastante grande. El triunfo del Frente Amplio y de Evo Morales marca esto: en primer lugar que aquello que se vendió como la única solución en los 90 hoy tiene serias dificultades por convencer a la mayoría de la población que hay que seguir por ese camino. De alguna manera están agazapados, esperando que estos gobiernos fracasen, lo que pasa es que la mayoría de estos gobiernos de centroizquierda, para definirlos de alguna manera, son muy ambivalentes en su discurso y en su práctica, entonces siguen con gran parte de las políticas neoliberales por un lado, pero por el otro lado las critican, o critican algunos elementos de esas políticas, pero no van a fondo. Entonces, cuando se habla de erradicar la pobreza muchas veces queda en el discurso.
¿Cómo definirías al candidato presidencial peruano, Ollanta Humala?
Hace poco leí un artículo muy interesante de una persona que a mí me merece mucho respeto, que es Hugo Blanco, dirigente campesino y líder guerrillero de la década del 60. Escribió un artículo muy interesante con respecto a Ollanta Humala, con todos los matices: marcando claramente las diferencia con Chávez y Evo Morales. Obviamente, diferencias con Evo Morales por extracción social y porque él no proviene de luchas de campesinos, de trabajadores, de pobres. Y por otro lado criticando su visión etnocaserista, como la llama el propio Humala, donde Hugo Blanco dice: “Defender a Cáceres por su lucha contra Chile en su momento estaba bien, pero después fue un gobierno burgués que estuvo contra los trabajadores”. La aparición de Chávez, el ascenso de Evo Morales y la desazón respecto de gobiernos profundamente corruptos de partidos tradicionales, lleva al surgimiento de todo tipo de personajes, que también pueden evolucionar: pueden ir para un lado o para el otro. Recuerdo las expectativas que hubo de algunos sectores en Argentina cuando Lucio Gutiérrez ganó las elecciones en Ecuador. El problema es cuando uno apoya apologéticamente a determinados líderes que conoce muy poco y que son en gran parte pragmáticos y carecen de esa solidez que pueden tener otros. Pero también es verdad que la solidez no garantiza nada: Lula venía con un partido con veinte años de trayectoria, él era obrero metalúrgico, uno podía decir que con una trayectoria intachable y no es lo que se esperaba. No sé para dónde se va a disparar Ollanta Humala. Si mal no recuerdo en el artículo, Hugo Blanco decía que algunos sectores de la izquierda lo iban a apoyar muy críticamente, con mucha desconfianza. Porque las trayectorias indican algo, aunque también cuando uno ve la trayectoria de Hugo Chávez hay un cambio. Recuerdo un libro de entrevistas a Hugo Chávez, que escribió el historiador Agustín Blanco Muñoz, que se llama “Habla el Comandante”, realizado a lo largo de tres años antes de llegar al poder. Ahí se ve la evolución de Chávez. Claramente hay una evolución en el pensamiento y una radicalización de su discurso desde que llegó al poder y la búsqueda de contactos y experiencias con todo tipo de sectores. La pregunta es qué refleja Humala: refleja hoy una profunda decepción hacia los partidos tradicionales, incapacidad de esos partidos de recomponerse y presentar candidatos nuevos y atractivos para la población, por eso tiene que venir Alan García, los partidos de derecha y de izquierda que no tienen a quién presentar, en ese contexto aparece Ollanta Humala: un militar por fuera de la política, encabezó un levantamiento, discurso en contra de la corrupción que pega. Hoy presentarse con el traje de la pureza, de la honestidad tiene un impacto muy fuerte, pero tampoco es novedoso.
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