¿Hasta cuando la Iglesia Católica se seguirá inmiscuyendo y viviendo de la cosa pública y entrometiéndose en la política?
Sin el menor rubor en la cara y con la seguridad que emana del oscuro poder proveniente del inconstitucional y nunca discutido Concordato Estado peruano-Iglesia Católica, uno de sus mastines, monseñor Miguel Irízar, salió ayer a tachar a un candidato, que no es de su simpatía, “muy preocupado el mencionado monseñor” por un asunto de derechos humanos. Parece no haber sabido de esa vieja encíclica profesada por el obispo Cipriani, cuervo mayor de la cofradía, quien siempre sostenido que “los derechos humanos son una cojudez”.
Un par de días atrás, una asesora en temas de familia y reproducción, quien muy ingenua sugirió usar la llamada “píldora del día siguiente”, fue casi crucificada públicamente por una turba de cucufatos recalcitrantes del partido de la candidata de la ultra-derecha, acusandóla de “radical” y tachándola de protagonismo en su propia tienda, sabemos ya, por qué presiones: la Iglesia Católica.
Es decir, la agenda y los parámetros de discusión de la temática política en esta campaña los pone y saca, los sube y baja, como le viene en gana, la Iglesia Católica, la misma que fue cómplice de la expoliación y saqueo de las riquezas del Perú desde que pusieron pie en este país. Y la misma que colaboró con la corona española santificando sus asesinatos y tropelías por más de 300 años.
Y esa es la misma Iglesia que firmó con el gobierno de facto del dictador Morales Bermúdez entre gallos y media noche el aberrante tratado llamado Concordato Estado Peruano-Iglesia Católica, Decreto-Ley N° 23211 y firmado por los siguientes personajes el 24 de julio de 1980: Gral. de Div. EP. F. Morales Bermúdez;Gral de Div. E.P. Pedro Richter Prada; Tnte. Gral. FAP. Luis Arias Graziani; Vice Almirante AP. Juan Egúsquiza B. y el embajador Arturo García y Garcia. Todos estos individuos dignos de ser sancionados por entreguismo.
Sabemos muy bien, y cada vez lo sabe más gente, que mediante ese famoso Concordato tiene la Iglesia Católica una serie de privilegios que sería la envidia de cualquier dictador del mundo. Entre ellos el artículo donde se les exonera de todo pago e impuesto y se les asigna sueldo proveniente del Estado que resulta pagado por los sufridos contribuyentes.
A la letra dice el Concordato de marras en su acápite: Artículo 8°.- “El sistema de subvenciones para las personas, obras y servicios de la Iglesia Católica seguirá como hasta ahora. Las asignaciones personales no tienen el carácter de sueldo ni de honorarios, por tanto no constituyen renta sujeta a tributación.”
Las “asignaciones personales” son los sueldos otorgados por ley de parte del Estado a los saqueadores históricos que son los jerarcas de la Iglesia Católica que tienen jerarquía desde obispos y que ganan como ministros de Estado escalonadamente, pasando por los curas hasta el monaguillo y cuyas partidas salen por el Ministerio de Justicia. Que estos sinvergüenzas miembros de la Iglesia Católica tengan todas estas prerrogativas les permite la caparazón que ostentan tachar candidatos, sugerir, ordenar y hacer lo que les venga en gana con la agenda política solo se explica de esta manera.
Alan Garcia ha, curiosamente, dado ayer un paso adelante afirmando que “la Iglesia Católica no manda en el Perú”. ¡Pues ojala! Mientras que el norteamericano Kuczinsky, sabedor del poder que ostenta la mafia católica y sabiéndose el jefe de otro poder, el poder transnacional, toreó muy bien la pregunta de si estaba de acuerdo con el uso de la “píldora del día siguiente” y sugirió que “él optaría por tomarse un Alka Seltzer” en vez de la píldora del día siguiente”. Se ve a las claras que el gringo de marras no quiso chocar con la pandilla católica.
Bueno pues, que los políticos vayan a su trinchera y a ver si hacen algo para detener este oscuro poder que proviene de la Nunciatura y la Catedral, quienes fungen de amante de los derechos humanos cuando sabemos muy bien que su encíclica es otra, a saber: “Los derechos humanos son una cojudez”. Cipriani dixit.
Y ojala que la dudosa ONG Transparencia, el día de las elecciones, no se haga de oídos sordos y obligue efectivamente a que no hayan servicios religiosos y no como otros años en que se ha hecho misa y manipulado el voto bajo el pretexto que la misa es una “reunión religiosa”. ¡No, no lo es!
Acabemos con este malhadado poder de obispos y curas sobre la cosa pública
¡Curas y monjas a sus iglesias! ¡Y basta de medrar de la cosa pública!
¡Anulación del Concordato EstadoPeruano-Iglesia Católica!
¿Hasta cuándo seguirá la Iglesia Católica medrando del patrimonio de todos los peruanos?
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