Quería darles las gracias por esta invitación para conversar un poquito sobre la Revolución Cubana. Y sobre todo que en este encuentro estoy cumpliendo un sueño de hace mucho tiempo que era el sentir y estar bien cerca de ustedes y compartir con ustedes sus sueños, sus luchas, la gloria que han dado durante todos estos años y la demostración tremenda que han dado también de espíritu de lucha, de honor y de decisión patriótica y revolucionaria. Así que les agradezco mucho que una de las primeras actividades en las que yo me involucro al llegar a Argentina sea estar aquí con ustedes.
Solidaridad cubana
Les puedo decir que en los últimos tiempos, en los últimos años, ha habido una presencia cubana, ya no en el ámbito militar, que es una fase de la solidaridad de Cuba. Hemos dado la demostración de que cuando estamos decididos a dar solidaridad la damos en todos los campos y no la damos en función de entregar lo que nos sobra, sino de compartir lo que tenemos. Pero después de esto, hemos estado presente en una buena cantidad de países. Ahora mismo les puedo decir que hay más de dos mil cuatrocientos profesionales cubanos, especialmente de la salud, en los lugares más recónditos, difíciles e intrincados de Pakistán. Después del terremoto terrorífico que costó la vida a más de ochenta mil personas en Pakistán, nosotros decidimos ofrecerles lo que mejor tenemos en solidaridad, que es nuestra propia gente. Que vayan a donde sea necesario, a jugársela y a vivir en las misma condiciones en que viven las personas con las cuales nos estamos solidarizando. Y por eso se puede encontrar, en estos momentos, en las más altas cumbres del Himalaya pakistaní a médicos cubanos, a jóvenes que han ido allí a enfrentar este tremendo impacto que ocasionó este fenómeno de la naturaleza y a vivir con los hermanos pakistaníes en la misma situación que ellos.
Esto ha concitado, debo decirlo con toda modestia y con mucha humildad, también la reacción de los pakistaníes.
Hay un tremendo agradecimiento por parte del gobierno y del pueblo pakistaní porque, es lamentable decirlo pero hay que decirlo, no siempre este tipo de cosas concita la alternativa de que aquellos que tengan más recursos estén en disposición de compartirlos y de apoyar a los que han sufrido o sufren, ya no el hambre, la miseria, el atraso, el analfabetismo que los une el sistema en que viven, sino también estos impactos indeseados de la naturaleza. Sin embargo no llega esa solidaridad y esa ayuda, aun cuando a veces la ONU ha hecho alguna actividad, algún proselitismo buscando la formula de que se respalde ese tipo de acción, sin embargo no hay reacción. Y si la hay, la hay por muy poco tiempo, sin darse cuenta que los daños que dejan este tipo de fenómenos son más a largo plazo y no se resuelven con una ayuda de una tienda de campaña, una frazada o un poco de leche en polvo, o simplemente el envío de una brigadita que está unos días con los damnificados y se vuelve a casa.
Nosotros enviamos los primeros médicos a principio de octubre y después se ha creado prácticamente un puente aéreo con Pakistán donde han ido medicamentos, alimentos, hospitales de campaña que es la única forma posible para atender allí a los damnificados. Estamos y vamos a seguir por un tiempo allí. Ya están llegando jóvenes pakistaníes a Cuba para que estudien medicina. Cuando nuestros médicos salgan de Pakistán, la idea es que queden, al menos, dos relevos de propios jóvenes pakistaníes de la propia zona, que sean capaces de mantener y darle continuidad a la misión.
Hablar de las brigadas médicas que han estado trabajando en las zonas más intrincadas de Guatemala, donde nunca en la vida había llegado un medio, o en la zona de Honduras, donde cientos de médicos cubanos han estado prestando su colaboración. Ustedes recordarán el famoso fenómeno natural que se produjo en Centro América, con el huracán tremendo que azotó los pueblos de Centro América y que causó decenas de miles de muertos. A partir de ese momento, nosotros enviamos brigadas médicas a varios países de esa zona. Y el compañero Fidel, pensando un cosa que yo comparto totalmente, con esa visión y espíritu que él tiene de presente y, sobre todo, de futuro, con ese sentimiento tremendo de solidaridad que siempre lo han animado, y de internacionalismo que siempre lo ha animado y nos ha inculcado a todos nosotros, dijo: “Bueno, pero mandar médicos solamente no resolvería el problema”. Entre otra razones, porque nosotros no podemos andar con brigadas médicas en todos estos países y porque no es factible ni sería lo más apropiado. Y todo empezó en la alternativa de crear en Cuba una Escuela Latinoamericana de Ciencias Médicas. Esa escuela empezó a funcionar allá en 1999 y ya ha empezado a graduar desde el año 2004 los primeros médicos, incluyendo algunos argentinos. En estos momentos tiene más de diez mil estudiantes. Pero se complementa esta idea con un mecanismo nuevo, mucho más ajustado a la situación actual y a las necesidades de formación de personal que tienen muchos de nuestros países Latinoamericanos y también de otros continentes. Se trata de formar, en un período de diez años, alrededor de doscientos mil médicos procedentes de nuestros países de América Latina para que vayan a prestar su apoyo, su servicio y su atención a todos aquellos que no tienen posibilidad de recibir atención médica.
Les cuento esto, sólo con el ánimo de actualizar un poquito y llevar a ustedes una actualización de la información y la idea de que, a pesar de la situación con la que Cuba ha tenido que atravesar, a pesar del período especial en la década del noventa con la desaparición del campo socialista, lo cual se combinó con un recrudecimiento tremendo del bloqueo, sin embargo, Cuba nunca dejó de cumplir estas actividades que las considera como un deber.
Nosotros partimos de la base que al ofrecer nuestra solidaridad nos permitimos cumplir la propia deuda que tenemos con la humanidad y con muchos pueblos que han sido solidarios con la Revolución Cubana y que nos han respaldado, nos han apoyado con su cariño y amistad en ocasiones durante todos estos años de revolución.
No estamos haciendo ninguna otra cosa que no sea revertir con estos gestos, con nuestra amistad, nuestro cariño y nuestro apoyo la propia solidaridad y el propio respaldo que nosotros, nuestro pueblo, la Revolución Cubana ha recibido durante todos estos años.
Una historia de resistencia y revolución
Se ha cumplido ya el cuarenta y siete aniversario del triunfo de la Revolución. Hace apenas cuarenta días, el primero de enero se cumplió este aniversario. ¿Y qué han sido estos cuarenta y siete años de revolución? ¿Qué ha tenido que enfrentar el pueblo cubano durante este período tan importante y tan trascendental en la vida y en la historia que vive en esa pequeña, pero enorme isla del caribe? Han sido cuarenta y siete años de lucha, de enfrentamiento a todo tipo de acciones y agresiones del gobierno de Estados Unidos, que ha tratado por todos los medios de doblegar a nuestro pueblo, de destruir la revolución y, sobre todo, de destruir el ejemplo que entraña la Revolución que ha hecho un pequeño país a sólo noventa millas de sus costas, buscando cumplir sueños que no han sido establecidos o pensados sólo por las actuales generaciones de cubanos, sino que fueron sueños que se incubaron en siglos anteriores, que buscaron formulas de hacer que nuestro país cumpliera y desarrollara realmente una sociedad mucho más justa, que fuera independiente y soberana, que pudiera decidir por sí mismo el sistema político que quería aplicar, las transformaciones que quería establecer, la vida que se quería dar nuestro propio pueblo y que tomara por sí mismo las decisiones que le correspondían.
Cuba fue la última colonia de España en liberarse del yugo colonial, allá en los finales del siglo XIX. Cincuenta años después de que se iniciara la gesta tremenda de lucha por la liberación en el continente, fue cuando Cuba empezó su lucha por la independencia con aquel grito de libertad o muerte que se dio el 10 de octubre del año 1868, cuando el padre de la patria, Carlos Manuel de Céspedes, liberó a los esclavos y se abrazó a la pelea por la independencia y libertad.
Treinta años de combate y de lucha, que costaron a nuestro pueblo más de trescientas mil vidas. Hay que tener en cuenta que España llegaba a esa etapa con una gran experiencia acumulada por las batallas que habían tenido que librar en muchos países del continente. Llegaba incluso con un armamento muchos más sofisticado y modernizado, no eran los viejos y antiguos arcabuces, eran fusiles Remington, incluso de repetición. Por lo tanto, todo eso hizo que esa guerra que duró, en su conjunto, más de treinta años, fuera una guerra muy sangrienta que le reclamaron esfuerzos extraordinarios al pueblo cubano y a los rebeldes. Y que, literalmente, costó ríos de sangre a nuestro pueblo. Y cuando ya el ejército español estaba colapsado, cuando ya estaba vencido por la decisión, por el coraje, por el valor de nuestro pueblo, por las batallas tremendas que se había librado, entonces tranquilamente entró en la contienda una potencia, los vecinos del norte, que en reiteradas ocasiones habían intentado comprarle a España la isla de Cuba por unos cuantos doblones de oro y que España, por suerte, con una gran testarudez se había negado hacerlo. Entraron y se declaró lo que la historiografía norteamericana ha contemplado y ha enseñado a generaciones enteras de norteamericanos, como la guerra espano-norteamericana, una mentira histórica. Cuando España tendría que haber rendido sus banderas y partido sus espadas frente al ejército libertador cubano, se fue a París, negoció con Estados Unidos y firmó la rendición con el ejército norteamericano, no con el ejército cubano que fue quien lo derrotó a un costo altísimo. El ejército norteamericano prohibió que el ejército libertador entrara a las ciudades por las que había combatido y por las que había regado con sangre todo el territorio del país. Una acción realmente humillante, una demostración de lo que le iba a esperar a aquel pueblo en una nueva etapa de su historia, que no puedo decir que es trágica, habría que decir que es brillante, heroica. Y fue el establecimiento de una neo colonia en nuestro país. Habíamos derrotado al colonialismo español, pero entró el imperialismo norteamericano con su primera guerra, que también recoge la historia como válida. La primera acción imperialista de Estados Unidos hay que buscarla, precisamente, en la acción que realizó en Cuba a fines del siglo XIX. Y la república mediatizada de Cuba inició, si pudiera decirse de esta manera, su nueva etapa de libertad bajo una enmienda que establecía simplemente que las acciones entre Cuba, las decisiones de Cuba no se podían tomar soberanamente sino no estaban aprobadas por Estados Unidos. Vean ustedes qué clases de mentiras se presentó para un pueblo que lo único que pretendía era ser libre, independiente y soberano. Cuando impusieron su enmienda llevaron su tropa en más de una ocasión por cualquier cosa a Cuba, establecieron mecanismos de control, pusieron y quitaron gobiernos cuando quisieron, estimularon dictaduras sangrientas y pretendieron mantener en la isla el sistema que ellos consideraban más conveniente. Nadie se preguntó en aquel momento por las violaciones masivas a los derechos humanos de los cubanos, nadie en estos casi sesenta años de república mediatizada y seudo república reclamó ni llevó a ningún organismo internacional una resolución para decir que se violaban los derechos humanos de los cubanos, que se asesinaba a los cubanos. Ustedes tienen una tremenda experiencia de eso, incluso más fuerte y más dramática que la nuestra. Nadie protestó nunca, ni reclamó nunca por los torturados en Cuba. No tuvimos en Cuba el elemento dramático y terrible que después experimentaron con otros países del continente y ustedes también tienen una terrible experiencia en eso que son los desaparecidos, que es una formula, incluso, más cruda, más dramática de tortura y represión a un pueblo. Pero nosotros perdimos a veinte mil cubanos, que fueron asesinados y muchos de ellos sufrieron torturas. Hubo también aquí una práctica establecida.
A lo largo de los años de la Revolución, incluso actualmente, quienes han levantado sus voces o han pretendido sentar a Cuba en el banquillo de los acusados por supuestas violaciones de derechos humanos, no escucharon nunca, no vieron los cadáveres en las calles, los hombres sin uñas, sin ojos, mutilados en sus sexos, no lo vieron nunca o es que cerraron los ojos y dejaron hacer porque era parte del mecanismo y del sistema que tenían que defender.
En Cuba, en estos cuarenta y siete años de Revolución lo único que ha hecho ese pueblo, además de combatir y de luchar por preservar sus derechos y por construir una sociedad nueva, a sido realmente preocuparse por el bien del ser humano.
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