Un relato de las 24 horas transcurridas en Plaza de Mayo junto a la dignidad y resistencia de las Madres contado desde adentro.
La última y 25 Marcha de la Resistencia. Los 1500 jueves. 29 años de lucha ininterrumpida. En la plaza los 30 mil hijos eran testigos de esa multitud que desfiló por ella en esas 24 horas.
Los artistas solidarios, los representantes y miembros de grupos políticos y sociales solidarios, los ciudadanos solidarios, estuvieron presentes. Los vecinos y transeúntes aplaudía a su paso. Porque la lucha de las Madres es la lucha de todos. Porque las Madres han marcado un camino y lo continúan marcando. Porque han mantenido vivo a sus hijos en la continuidad de sus luchas. Como muestra está la radio, “la primera de la izquierda”, de alcance nacional; como muestra está el apoyo concreto y real a las fábricas recuperadas; como muestra está la imprenta, está la librería, está el café literario y está ese proyecto magnífico que es la Universidad Popular.
Las Madres representan la dignidad humana, cuyo ejemplo trasciende todas las fronteras y llega a los lugares más apartados del planeta. No importa el idioma, no importa el clima, no importa la distancia, no importan los peligros; allí, donde los derechos humanos son vulnerados, allí, donde el imperialismo clava sus garras, hasta allí llegan las Madres.
Hebe llamó a no desperdiciar este momento importante que estamos viviendo en América Latina, en una América Latina diferente a la de hace apenas una década. No más Menem ni De la Rua en Argentina, vientos nuevos han producido importantes cambios que deben ser reconocidos y valorizados, así como criticar constructivamente y/o impulsar los que aún deben producirse. El enemigo no está más en la Casa Rosada -remarcó Hebe- y es tan cierto como el aire que respiramos; pero para que no haya duda agregó el enemigo es el imperialismo . Además, remarcó el ejemplo de Cuba Socialista, de la Revolución Bolivariana, del triunfo de Lula, del triunfo de Tabaré, del importante triunfo de Evo, de la nueva presidente de Chile. América Latina ya no es la misma.
Lloré casi 24 horas. Con un llanto que contenía emoción y orgullo. Emoción de ver a las Madres tan fuerte, tan claras, tan dispuestas a continuar la lucha. Orgullo de pertenecer a ellas, a sus proyectos, a participar como docente en esa Universidad Popular que será constructora del hombre nuevo. Lloré al cantar La Internacional en la apertura y el cierre del acto.
Pero también lloré de tristeza. En un acto tan trascendental como este los partidos de izquierda estuvieron ausentes. Se puede o no estar de acuerdo con el pensamiento de las Madres, pero lo que no se puede es desconocer lo que las Madres significan para nuestro país, para nuestra América y para el mundo. Y no acompañarlas en su última marcha es un verdadero desatino.
Hace 46 años, cuando llegaba con 17 años desde el interior del país a Buenos Aires, uno de mis primeros actos fue el de afiliarme al Partido Comunista. Ni un solo año dejé de militar, a veces orgánicamente, las más por voluntarismo. Nunca ocupé cargos dirigentes partidarios, pero sí como dirigente social. La ausencia de mi Partido en ese acto me entristece y también me hizo llorar.
Compañeras Madres, le ruego que acepten de este simple militante comunista, las disculpas por tan grosera actitud infantilista de aquellos dirigentes que no supieron colocarse a la altura que las claras y transparentes circunstancias históricas le exigen.
Jueves 26 de Enero del 2006
21 horas
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