A tres años del comienzo de la invasión a Irak, el principal corresponsal militar del New York Times, Michael Gordon, no exhibe pesadumbre por haber escrito mentiras sobre las supuestas armas de destrucción masiva (WND, su sigla en inglés) en poder de Saddam Hussein inventadas por el gobierno de George W. Bush para justificar una guerra que ha cobrado cerca de 200.000 víctimas civiles, 2.313 estadounidenses muertos hasta el último fin de semana y unos 17.000 lisiados.
Michael Gordon fue entrevistado el viernes 17 de marzo por Amy Goodman y Juan González en la estación de radio y televisión progresista «Democracy Now!» de Nueva York, a propósito del libro Cobra II, que acaba de escribir [Michael Gordon] a medias con el general retirado de la Marina Bernard Trainor, para develar la lucha «interna» de la Casa Blanca y el Pentágono. En la entrevista también participó Trainor, quien actualmente se desempeña como analista de la cadena [TV] NBC.
El libro revela entretelones internos de la aventura imperial que para sus autores fue concebida y manejada por la triada de George W. Bush, el vicepresidente Richard B. Cheney y el ministro de defensa Donald Rumsfeld, un círculo de hierro que excluyó de la información y de las decisiones clave a la entonces consejera de Seguridad Nacional Condoleezza Rice y al ex canciller Colin Powell.
Más allá del interés que ofrece el libro, su contenido no cuestiona la invasión en sí misma, sino el fracaso de la ocupación de tres años.
La entrevista exhibe aspectos escalofriantes de la mentalidad de la clase dirigente estadounidense. Por ejemplo, el periodista Gordon, quien se hallaba en Irak durante la invasión, insistió hoy en que la televisión iraquí fue un blanco legítimo para los atacantes, pero quizás sin bombas.
El periodista, quien atizó la hoguera de la guerra escribiendo mentiras desde Irak junto con Judith Miller, dijo por CNN que la televisora fue un blanco legítimo para los bombarderos estadounidenses.
Hoy cambió ligeramente de opinión: dijo que la televisión debió silenciarse mediante métodos distintos al bombardeo, por ejemplo cortándole la electricidad, porque tiene amigos entre los técnicos que trabajaban allí. Gordon sigue comportándose como «periodista beligerante», no como «periodista imparcial».
Sus «trabajos» periodísticos, al igual que los de Miller, motivaron un mea culpa del New York Times por «haber mantenido una cobertura distanciada de la realidad respecto a la existencia de armas biológicas y de destrucción masiva en Irak», publicado en la tapa de la edición del 26 de mayo de 2004.
La Miller fue despedida en octubre de 2005, por ocultarle al diario sus estrechos vínculos oscuros con la Casa Blanca en el affaire Valerie Plame, la esposa del embajador Joseph Wilson que fue «quemada» como agente CIA en venganza contra su marido, por oponerse a la «tesis» de las WMD [armas de destrucción masiva]. Gordon, en cambio, sigue trabajando en el diario.
En la mentalidad estadounidense subyace que EEUU es el único país del planeta con pleno derecho a fabricar WMD, aunque dotó de armas nucleares a Israel y a Pakistán, entre otros aliados. Corea del Norte fue dejada momentáneamente de lado, mientras la tríada examina como atacar a Irán antes que construya su bomba atómica. Pareciera que las armas nucleares son la mejor garantía para frenar la expansión del imperio, porque los estadounidenses las temen y la política guerrerista se basa en el miedo y la paranoia de una población con su cerebro lavado por los grandes medios de comunicación.
En la primera parte de esta entrevista (1), Trainor reclamó la legitimidad de la «métrica» de 30 civiles muertos como daño colateral mínimo del bombardeo a objetivos específicos.
Los autores no especificaron si atacar a un país lejano para destruirlo estuvo bien o mal, porque ése sería un «juicio político», sino que critican «cómo» se administró la ocupación de tres años, al parecer un tema «apolítico».
Mentiras mediáticas
En esta traducción de la segunda parte de la entrevista, los periodistas Goodman y González, sacaron al pizarrón de la audiencia de Democracy Now a Michael Gordon-periodista, después de hablar exhaustivamente con el Gordon-escritor. (1) Un material para el archivo de cualquier periodista del planeta.
Saliéndose del tema del libro Cobra II, pero a propósito de los «errores mediáticos» entre las muchas chambonadas de la ocupación descritas en el libro, Amy Goodman le enrostró a Michael Gordon haber publicado en el New York Times del 8 de septiembre de 2002 un artículo escrito en sociedad con Judith Miller para avivar los argumentos WMD del plan militar de la Casa Blanca.
Ese y otros textos motivaron el «mea culpa» del diario publicado el 26 de mayo 2004, cuando la intriga WMD ya estaba convertida en basura periodístico-política. (1)
Amy Goodman: Déjeme preguntarle apenas algo más. ¿Lamenta Usted haber hecho ese artículo? ¿Esta apesadumbrado por ese artículo?
Michael Gordon: No. No estoy. Pienso que..., no sé si usted entiende cómo trabaja el periodismo, pero los trabajos del periodismo son de esta manera: usted escribe sobre lo que usted sabe y lo que usted conoce y en ese momento intenta transportarlo lo mejor posible que usted pueda, pero entonces usted no detiene su trabajo.
AG: Bien, déjelo, dejémoslo...
MG: ¿Puedo contestar a su pregunta?, puesto que usted me hizo una pregunta.
AG: No. Sólo deseaba obtener...
MG: No, espere un segundo. Si usted me hace una pregunta me place contestar a todas sus preguntas, pero intento explicarle a usted una cosa. Eso fue lo que sabía en ese entonces. Es verdad que era el juicio dominante. Es la misma información que presentaron a Colin Powell, a propósito, y es lo que persuadió a embarcarse a Naciones Unidas al hacer caso de los tubos nucleares. Escribí el caso contrario, dando a la IAEA (sigla en inglés de la Agencia Internacional de Energía Atómica) igual atención. Ellos se disputaron. No tengo un perro en esta pelea. No sabía cuál era la última verdad. Cuando la IAEA apareció en enero contrariando esa tesis, yo lo divulgué.
AG: Michael Gordon me dejó apenas responder. Nosotros tenemos un tiempo limitado para el programa, pero apenas...
MG: Bueno, entonces usted debe dejarme contestar a sus preguntas.
AG: ...
MG: No. Usted no me ha dejado contestar a sus preguntas.
AG: Entonces, usted está apesadumbrado, lo tiene apesadumbrado eso que apareció en la primera página del New York Times.
MG: No pienso que «apesadumbrado» sea la palabra que utilizó el New York Times [en su mea culpa].
Mea culpa del NYT
AG: Bien, déjeme citar al New York Times [26 de mayo 2004]. En el artículo que escribieron a los lectores, titulado «Desde los redactores del Times en Irak», que muchos entendieron como un mea culpa del diario, dijeron:
«El 8 de septiembre de 2002, el primer párrafo del artículo del diario titulado “EEUU dice que Hussein intensifica la búsqueda de piezas para la Bomba-A”. Ese informe se refirió a los tubos de aluminio que el gobierno anunció con insistencia como componentes para aprovisionar combustible para la fabricación de armas nucleares. La demanda no vino de iraquíes desleales sino de las mejores fuentes de la inteligencia disponibles en ese tiempo. No obstante, debió haber sido presentada más cautelosamente. Allí se dijo de manera indirecta que la utilidad de los tubos para la fabricación de combustible nuclear no era una cosa segura, pero las indirectas fueron enterradas profundamente, en un artículo de 1.700 a 3.600 palabras, pero los funcionarios del gobierno en adelante se permitieron un esfuerzo por utilizar esa evidencia de las intenciones nucleares de Irak para exigir que Saddam Hussein fuera desalojado del poder».
«"Las primeras señales de humo de guerra, arguyeron ellos, pudieron ser un volador de luces". Cinco días después, los reporteros del Times supieron que los tubos estaban convertidos en un tema de discusión entre las agencias de inteligencia y las profundas dudas aparecieron en un artículo de la página A-13, bajo un título que no dio ningún indicio de que estábamos revisando nuestra opinión anterior. El título fue “La Casa Blanca enumera los pasos de Irak para construir armas prohibidas”». El Times dio tribuna a los escépticos de los tubos el 9 de enero, cuando el documento clave sobre la evidencia fue desafiado por la Agencia Internacional de Energía Atómica. Ese desafío se divulgó en la página A-10. Y continúa en A-1.
MG: ¿Puedo contestar a su pregunta?
AG: Sí.
MG: Okey. Soy la persona que escribió la historia de la IAEA cuando la desafiaron y la persona que sugirió la portada del New York Times. Lo escribí dos veces. La segunda vez lo escribí con un reportero llamado Jim Risen, de quien usted pudo haber oído hablar. He trabajado con un montón de gente diversa. Esta edición, este debate acerca de si esos tubos fueron pensados para propósitos nucleares, fue presentado en un foro público en Naciones Unidas bastante antes de la invasión, así que todos sabían, el Congreso, el público estadounidense, cualquier persona que prestó alguna atención a esto, supo que hubo un debate.
En efecto, en su presentación Colin Powell reconoció que hubo una discusión interna, entre expertos, sobre la utilidad de los tubos. El uranio es una cuestión muy distinta. Eso es algo que emergió después de la guerra. Simplemente, no prestó atención al debate cualquiera que no supiera que hubo una discusión sobre la utilidad de los tubos, si tenían propósitos nucleares o meramente servirían para cohetes. Todo esto fue ventilado antes de la guerra.
Tuve información perfecta, y tenía... La tenían muchos de estos expertos que surgieron ahora, después de la guerra, como Joe Wilson, decidido a compartir sus reservas con nosotros. Tenían y compartieron todo esto con nosotros... En ese tiempo habrían estado felices con más advertencias y visiones disidentes, pero en esa época los disidentes no eran tales para el New York Times. Pero tan pronto como la IAEA hizo pública su aseveración, la cubrí y, a propósito, si usted sabe como trabajan los periódicos, no soy quien realmente decide qué va en la primera página del New York Times y pienso que el NYT hizo lo mejor, usted lo sabe, y ciertamente tuvo una agenda para esta cuestión e intentó darle cobertura a este tema.
AG: Los disidentes discrepan entre ellos mismos y dicen que entraron en contacto con el New York Times. Por ejemplo...
MG: No. Lo siento. Eso no es verdad.
AG: Déjeme exponer mi punto y, entonces, usted puede contestarme.
MG: Bien.
AG: Por ejemplo, David Albright, quien es inspector de armas de la ONU, y estoy citando una carta de Michael Massing al editor del diario, en respuesta a su objeción a su artículo de la Revista de Libros de New York (New York Review of Books). El escrito de Albright dice que la historia del 13 de septiembre, que usted también co-escribió con Judith Miller, estuvo pesadamente inclinada a la postura de la CIA y que los puntos de vista del otro lado fueron trivializados. Y lo dice Albright, quien fue el hombre que entró en contacto con el Times. Déjeme citarlo exactamente para nuestra audiencia. Esta es la frase de Albright: «Un funcionario de la administración me hace aparecer diciendo que los mejores expertos técnicos y científicos nucleares de laboratorios, como Oak Ridge, apoyaron el dictamen de la CIA. Estas inexactitudes hicieron a su manera la historia, a pesar de las varias conversaciones que tuve con Miller el día anterior a la aparición de la nota, algunas ya entrada la noche. Al final, nadie fue citado cuestionando la posición de la CIA, como habría esperado». Esto dijo.
MG: ¿Usted me a dejar hablar ahora?
AG: Si usted puede responder a eso, por favor.
Sacando trapos al sol
MG: Sí. Usted no está bien informada sobre esta cuestión porque no tengo ninguna, usted sabe, ninguna crítica a usted como individuo, pero usted no está muy bien informada sobre esto, porque si usted estuviera bien informada sobre esto, [sabría que] soy amigo de David Albright. Pienso que David Albright es una persona bien parada que está haciendo un trabajo muy bueno. Yo no soy realmente Judith Miller, así que no soy la persona con quien él tuvo la conversación, pero ciertamente David defendió temprano el punto de vista de que los tubos de aluminio no fueron pensados para propósitos nucleares y merece mucho crédito por esto. Eso es absolutamente verdadero y él hizo este análisis como persona ajena al gobierno.
Sin embargo, y éste es un punto muy importante para que usted y sus espectadores lo tengan presente, David Albright, al mismo tiempo que hacía este análisis, creía que Irak probablemente perseguía las armas nucleares y muy al mismo tiempo, David Albright desafió los tubos publicando un documento en su sitio web, diciendo que había un lugar sospechoso en Al Khaim, en Irak occidental, que posiblemente podría estar implicado en el proceso del uranio para propósitos de armas nucleares. Y he hablado con David sobre esto.
La opinión de David es una visión interesante y es una visión técnica. David cree que Saddam estuvo interesado en armas nucleares y puede ser que las estuviera persiguiendo. Sin embargo, David no creyó que los tubos de aluminio eran para ese propósito. Esta opinión de David Albright, y qué gente como Michael Massing y, desafortunadamente, usted ahora, han escogido —la opinión de David Albright— como una cereza para hacer ver que Saddam no estuvo implicado en propósitos nucleares. La opinión de David es muy similar a la del gobierno británico.
El gobierno británico cree que los tubos no estaban destinados a propósitos nucleares. Pero asumieron que Saddam revivía su programa de armas nucleares. Fue una serie complicada de acontecimientos como para estar seguros y –eso es lo importante– mucha gente ve retrospectivamente su posición como muy diferente a la que sostuvo entonces.
AG: Pero los tubos fueron clave, y tanto fue así como importante fue también la sincronización. El vicepresidente Cheney, por supuesto, teniendo frente a él el New York Times, dijo: «Si usted no cree lo que digo, remítase al New York Times de hoy».
Pero yendo al artículo de Massing refiriéndose a Albright, quien no creyó que los tubos fueron utilizados en esto, aunque el Times lo afirmó, Albright observó que él escribió una serie de informes que criticaron las especulaciones del gobierno sobre los tubos y su uso erróneo en la información de prensa para construir una caja de resonancia para la guerra y esto se convirtió en la base de un artículo que publicó en el Washington Post del 19 de septiembre de 2002, sobre las...
MG: Dentro del periódico.
AG: ...dudas que algunos expertos tenían sobre la conveniencia de utilizar tubos en centrifugadoras. En cuanto Albright comenzó a hacer públicas sus observaciones en el artículo del Times del 13 de septiembre, se produjo un rápido despido de altos funcionarios con opiniones disidentes y esto puso nerviosos a los disidentes como para continuar el debate. Por el contrario, reporteros de diarios como Knight Ridder, comenzaron a recibir llamadas de fuentes impacientes por hablar después de escribir sobre la disensión en la comunidad de inteligencia. Así, la exagerada confianza del Times en las fuentes oficiales y el despido de otras fuentes pudo haber desalentado a disidentes potenciales dispuestos a debatir sus opiniones con sus reporteros.
MG: ¿Usted querría que yo dijera algo?
AG: Su respuesta, por favor.
Los gatos se defienden «de espalda»
MG: Sí. No estoy de acuerdo con eso. Y actualmente, meses atrás, usted sabe, en noviembre, diciembre, yo realmente no estuve en EEUU, estuve fuera, realmente estuve la mayoría del tiempo en el área de la Península Arábiga cubriendo desarrollos militares, así que no estuve siempre presente cuando se revelaban todas esas cosas. No coincido en que esto desalentó las fuentes. Pienso que nunca esa gente salió al frente. Aparecieron después, usted sabe, en ambos diarios. Después de la guerra, el Washington Post hizo un trabajo excelente y también lo hizo el New York Times, que desenredó públicamente los tubos con gran detalle, hablando con gente que hasta entonces no se mostró dispuesta.
Pero voy a hacer apenas un... y pienso que usted puede batir este caballo muerto para siempre, pero pienso que voy a hacer un punto... El mismo individuo que escribió esa historia, escribió un artículo —dos artículos— a principios de 2003, señalando que Mohamed ElBaradei, la Oficina de Inteligencia del Departamento de Estado, el gobierno británico y el departamento de Energía, discrepaban todos con la visión dominante de la CIA, de que los tubos estaban para ese propósito. Y escribí eso en una ocasión bajo mi propio nombre y en otra ocasión, en un artículo co-escrito con Jim Risen. Y esos artículos, si la memoria sirve, aparecieron en el Times en Enero-Febrero. Así pues, pienso, usted puede verificarlo en el archivo público de Internet. Todo está allí.
AG: El archivo público Internet a menudo muestra esto, pero no se acentúa cuando aparece en el papel. Eso estaba en la página A9 y un artículo más corto en la página 10. Y de hecho, déjeme aclarar un punto: en ese fin de semana que apareció su primer artículo del 8 de septiembre de 2002, que fue el fin de semana en que el primer ministro británico Tony Blair y el presidente Bush se encontraron en Camp David y hablaron de un informe de la IAEA mostrando nueva información sobre los esfuerzos de Saddam Hussein por conseguir armas de destrucción total, particularmente armas nucleares. En efecto, el presidente Bush dijo: «No sé para qué necesitamos más evidencia». Bien, efectivamente, cualquier evidencia hubiera ayudado. No existía tal informe de la IAEA, pero pocos periodistas de la gran prensa estadounidense, incluyendo en ese entonces al Times, cuestionaron las mentiras absolutas de los líderes.
MG: Puedo... Nunca escribí sobre la IAEA, escribí exactamente lo opuesto. Escribí que la IAEA desafió eso. Yo no dije que la IAEA la apoyó. Pero deseé...
AG: Muchos meses después. Eso fue en enero, yo estoy hablando de septiembre [2002], la época en que salió su artículo.
MG: Excúseme, yo la dejé hablar. Usted debe dejarme hablar. Escribí sobre el dictamen de la IAEA cuando..., tan pronto como la IAEA hizo pública su resolución. Usted sabe, no podría escribir sobre cuál era el dictamen de la IAEA antes de que lo evacuaran.
AG: Pero usted habría podido desafiar al presidente Bush en la Casa Blanca...
MG: No estuve en la Casa Blanca. Lo siento, yo no estaba en..., puedo...
AG: El artículo y el Times habrían podido desafiar al presidente Bush y a Tony Blair, cuando dijeron que un nuevo informe de la IAEA había demostrado que Irak tuvo armas nucleares durante seis meses en un edificio, en circunstancias que nunca hubo tal informe. Y además, en el Times publicaron un artículo de portada ese mismo fin de semana, que era el tuyo, hablando de Saddam Hussein consiguiendo armas nucleares y tubos de aluminio.
MG: Tengo un pensamiento interesante para su consideración, además de la información que he proporcionado a usted sobre David Albright. Larry Wilkerson, a quien pienso que probablemente usted ha entrevistado, es una figura absolutamente bien conocida. Fue jefe de personal de Colin Powell, ¿correcto? Usted pudo haberlo encontrado. De todas formas, él es una persona muy locuaz y altamente crítico de los «neo-cons» y del personal de Cheney, y lo he entrevistado de todos modos para mi libro, por si usted no sabe. Y también él habla en público, en ruedas de prensa. El no es ningún amigo de la administración, se lo aseguro.
Bien, Larry Wilkerson fue con Colin Powell a la CIA, cuando consiguieron el resumen informativo antes de que el secretario Powell concurriera a hacer su presentación a Naciones Unidas. Y Larry Wilkerson ha hablado públicamente sobre esto en ruedas de prensa, antes grupos liberales en Washington y también conmigo. Larry Wilkerson ¿creyó que la evidencia de los tubos era persuasiva después que él consiguiera lo resumido por John McLaughlin y la gente de la CIA, y Colin Powell? —¿correcto?—. Quienes tuvieron reservas sobre ir a la guerra, también creyeron la información persuasiva después que la resumieran en la CIA, aunque la desafiaban sus propios expertos de la Oficina de Inteligencia e Investigación [del departamento de Estado].
Así pues, puedo decirle que en todos hubo una visión muy fuerte, en el gobierno estadounidense, en la CIA, que persuadió al jefe de personal de Colin Powell y al mismo Colin Powell, el hombre que dijo que la «intriga» reinaba en nuestro gobierno, si usted recuerda el comentario que él hizo hace algunos meses. Y ese mismo individuo creyó que Irak tenía WMD basado en los informes conseguidos por él mismo en la CIA. Ahora, yo no inventé esos informes, nunca los tuve, la CIA no me llamó para dármelos. Usted sabe, no tuve participación en nada de eso. Pero, usted sabe, todos pueden decirle, quienquiera que sea, que hubo mucho de confusión dentro de la comunidad americana de inteligencia sobre qué sucedía en Irak, pero los principales fabricantes de políticas, incluyendo al hombre más escéptico sobre la razón de ir a la guerra, en última instancia fueron persuadidos sobre esto e inducidos sobre esto, con ElBaradei y el Consejo de Seguridad...
Bueno el bombardeo a la TV
Juan González: Michael...
MG: Pero ahora creo que está..., pero estoy de acuerdo con usted hasta el punto de creer ahora, de un modo u otro, se retracte o no de esto la CIA, yo pienso que en un cierto plazo, basándome en lo que ahora sabemos, porque estuvimos en Irak, hemos interrogado a científicos, usted sabe que nosotros ahora sabemos realmente mucho más de lo que sabíamos antes de la guerra... Ahora creemos que el análisis de la CIA fue incorrecto.
Y voy a lanzar fuera un hecho pasado para que usted lo considere. Saddam Hussein quisiera que el mundo pensara que él construyó WMDs. Nosotros también sabemos eso. La preocupación de Saddam era Irán. Saddam había librado una guerra sangrienta con Irán por ocho años. Se usaron armas químicas en ambos lados. Saddam deseó conformarse con la carta de las inspecciones de la ONU, pero él tenía una política llamada «disuasión por la duda». El no quería que los iraníes supieran que su armario estaba vacío, porque esa referencia lo haría vulnerable a una cierta clase de acción iraní. El caminaba por una línea muy fina y entiendo cuál era su estrategia política respecto al punto de vista de Irán, pero fue malinterpretada, ciertamente aquí detrás, en Washington.
JG: Michael Gordon, para cambiar el tópico agotado de los tubos de aluminio, en su libro usted habla acerca de cómo el general Franks, en sus preparativos, en su larga preparación de un año de la guerra, habló y discutió mucho sobre la necesidad de ir después contra las instalaciones de comando y de comunicaciones y ésa fue realmente una referencia a «los medios como blanco».
MG: Mm-hmm.
JG: Hubo, por supuesto, el bombardeo a la televisión iraquí que ocurrió en los días tempranos de la guerra. Y usted estuvo entonces en la CNN, donde lo citaron diciendo: «Personalmente, pienso que la televisión fue un blanco apropiado, basándome en lo que he visto de la televisión iraquí, con Saddam Hussein presentando propaganda». Y ahora, viendo retrospectivamente esto, el atacar a la televisión iraquí, que fue condenado por muchas organizaciones del periodismo alrededor del mundo, ¿qué piensa Ud. sobre ello?
MG: Bien, pienso que cuando —usted sabe— ...yo no sabía qué estaba en la mente del general Franks cuando él pensó hacer «blanco en los medios». Pienso que el general Franks tiene una manera especial de hablar, si usted quiere familiar. Si usted lo ha escuchado, él es muy familiar y él no es... Yo no desearía echar ninguna aspersión sobre él, sino que él no siempre es exacto en su lenguaje. Pienso que en ese contexto, por «apuntar a los medios» realmente significó el comando y control de las comunicaciones.
Pero aquí estaba la cuestión: en la primera guerra golpearon a la TV iraquí desde el aire. No estoy llamando, y no debo ser interpretado como invitando a EEUU a bombardear [televisoras], usted sabe, los técnicos de televisión son algunos de mis mejores amigos. No distingo si son americanos o iraquíes. No quisiera que bombardearan a la gente de las estaciones de televisión “per se”, pero pienso que uno de los problemas fue que hubo que sacar del aire a la televisión iraquí, quizás con un corte eléctrico o algo así, usted sabe, si usted podría derribar una antena o, usted sabe, golpear una cierta clase de..., usted sabe, cablegrafía o, usted sabe, si había una cierta manera de hacerlo...
Y la razón de que esto se convirtió en un problema grande fue porque los americanos invadían Irak y ellos esperaban que el chiísmo los ayudaría y apoyaría. Pero, Saddam estaba en la TV a toda hora, en efecto, diciendo a su público que los americanos estaban perdidos y él ganaría, y tan pronto como los expertos americanos de inteligencia intentaban decir «¿por qué no se levantan? En las ciudades no se están levantando»... Bien, no se levantaban por dos razones. Una es que en estas ciudades él [Saddam] tenía al Fedayeen dispuesto a matar a cualquiera que se levantara. Eso, usted sabe, es muy desalentador para la rebelión de la gente. Y la otra fue que Saddam estaba en el aire a toda hora. Así pues, creo que hubiera sido mejor si hubiéramos tenido cierta manera de golpear y dejar fuera a esa capacidad de difundir [de la TV], no mediante la matanza de la gente en un estudio de televisión, pero con cortes electrónicos o si usted podría golpear una antena en alguna parte, usted sabe, la clase de materia que manejaron hacer en la primera guerra del Golfo.
JG: Y, general Trainor, finalmente, quisiera hacerle una pregunta rápida. En términos de la insurrección, su comprensión de cómo es la resistencia ahora en Irak. ¿Es, en gran parte, una resistencia de combatientes extranjeros o es una resistencia doméstica a la ocupación?
AG: Nos quedan diez segundos.
Gen. BT: No. Pienso que los combatientes extranjeros han estado siempre allí, pero pienso que han sido un porcentaje pequeño. Es lo que desea, probablemente, sobre todo, la gente sunnita, que lucha por el poder en cuanto a definir quién tiene que gobernar Irak al final del día y, en cierto sentido, las fuerzas de EEUU en este punto son incidentales a esa lucha por el poder.
AG: Y tenemos que dejarlo así. Pero, Michael Gordon, pregunta rápida, y lo digo así respecto al Times, ¿usted piensa que fue incorrecto haber publicado su mea culpa y seleccionar su artículo como uno de los menos rigurosos y que ellos dijeran estar apesadumbrados por todo eso?
MG: Usted tiene una mente de una sola pista. Pensé que íbamos a hablar de la guerra de Irak. Pero no. Pienso que fue correcto que el Times mirara la cuestión hacia atrás y pienso eso, usted sabe, con las ventajas de la retrospección.
AG: Tendremos que dejarlo hasta aquí. Soy Amy Goodman con Juan González. Deseamos agradecerle ambos por estar con nosotros.
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