La noticia llegó a todo el mundo y ocupó la primera página de todos los diarios. El mismo día de setiembre de 1973 se sabe y nadie pudo abstraerse del hecho, los que no leen preguntaron, los que no gustan hablar, escucharon, los pasivos no pudieron dejar de ver las columnas que invadieron las calles enarbolando banderas de Chile y fotografías de Salvador Allende repudiando a los militares golpistas.
Los que aprobaban el golpe se ocultaron o festejaron arrinconados sabiendo que si se manifestaban abiertamente llegaría hasta ellos el repudio. Las grandes mayorías se informaban guardando una esperanza: el golpe puede resultar frustrado. Algunas noticias apuntalaban esa esperanza, pero luego se disipan. El golpe triunfa. Allende ha muerto. Los militares fascistas fusilan y reprimen y se adueñan del gobierno y del país.
En las calles, en las casas, en los bares se discute, se amontonan opiniones: Todo resulta confuso. El que se ha arrimado a un grupo tratando de entender, generalmente se aleja decepcionado. Algunos siguieron despreocupados manteniendo la confusión, otros con el ánimo de llegar a ver claro nos acercamos a las noticias, pedimos opiniones, buscamos información... Allende quiso, al frente del gobierno de la Unidad Popular, proceder a cambios que permitieran iniciar la construcción de una sociedad socialista, hacerlo con la aplicación de leyes y medios legales en vigencia, respetando la pluralidad de partidos políticos, asegurando plenas garantías para todos los opositores, y dentro de la estructura constitucional impulsar cambios a esa misma Constitución.
Es decir, con el lenguaje de la calle, hacer una revolución pacífica y legal. En paz. A nadie le gusta la guerra. Construir el socialismo en paz, hacer que el pueblo logre su independencia de la dominación extranjera y que los medios de producción sean patrimonio suyo y no de unos pocos. En paz. Y uno siente que eso estaría bien. Desde la escuela primaria se nos ha enseñado y hablado que la voluntad popular se expresa en las urnas, y que es soberana.
Allende había llegado al gobierno por ese medio y reiteraba en toda oportunidad que seguiría respetándolo, y uno piensa que eso también estaría bien. Pero ahora está muerto, y miles de chilenos que lo habían elegido. ¿Cómo es la cosa entonces?
Muchos nos formulamos esta pregunta y tratamos de encontrar una respuesta. No fingimos total ignorancia: hemos leído, nos interesan muchos temas, nos dolieron muchas muertes, nos acercamos a lo ocurrido en Chile queriendo el socialismo. Esto sí. Partimos de esa base y esa convicción.
Queriendo una sociedad donde el hombre tenga la posibilidad de su realización total y plena, donde el producto del trabajo se revierta sobre sí y todos los hombres, donde hayan sido eliminados los opresores y usurpadores del esfuerzo humano.
Fragmento del capítulo 1 del libro "Chile: el revés de La Moneda".
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