Siete ediciones impresas: en argentina, venezuela, paraguay, Europa; una en Italia, traducida íntegramente al idioma de la península, y muy pronto tiradas propias en Uruguay y Guatemala. Varios programas de radio en no pocos países, un envío semanal televisivo, y una versión digital editada tres veces por semana que cuenta con 95.000 suscriptores en todo el mundo. Resumen Latinoamericano no es una experiencia más entre todas las ensayadas por los rebeldes que no se conforman con el discurso único del imperialismo. Tiene a su favor un largo recorrido. Carlos Aznárez es su director y responsable máximo de los caminos comunicativos que Resumen transita para torcer la gran mentira de los dueños del mundo. Sentado en una mesa del Café Literario de las Madres, en la entrada a la Universidad Popular, conversa pausadamente, aunque sin detenimientos, sobre su práctica contrainformativa y señala que su gran propósito es “tratar de generar un proyecto en el que el enemigo no sea el hombre de izquierda que tenemos al lado, sino fijar claro quién es el verdadero enemigo. Buscamos la amplitud”.
“Resumen tiene dos etapas –repasa Aznárez–. Una empezó en 1979, en el exilio. Comenzamos a sacar una revista que se llamaba ‘Resumen’, y que tenía que ver con la denuncia y el día a día del exilio argentino y también latinoamericano, teniendo en cuenta que gran parte de las organizaciones políticas y revolucionarias tenía gente en Europa, en México, en Venezuela. Allí escribían con asiduidad Galeano, Roa Bastos, Alvaro Mutis, Jacobo Timermann, Benedetti, y tantos otros”.
El segundo período de Resumen comenzará casi quince años después, cuando las dictaduras latinoamericanas cambian por otra forma más sutil de dominación: el neoliberalismo más obtuso. “La otra etapa empieza a germinar en 1992, y el primer número aparece al año siguiente. Por qué en ese año: por toda la bamboya que se hizo con el Quinto Centenario y el descubrimiento de América. Nosotros decíamos que había habido un genocidio. Eso provocó que todos los diarios del mundo hablaran de América latina, pero por un rato nada más. Después volvimos a ser una noticia breve, o una noticia de catástrofe, o una noticia negativa, pero no se habló más. Y entonces nosotros pensamos que había que hacer una publicación ya, eminentemente latinoamericana, y que había que jugar la cosa a nivel continental y no en un solo país. No había ni revolución, ni proceso de integración que no significara sumar país por país y sumar sus culturas, con una idea de tener un lenguaje distinto frente a Estados Unidos”.
También existe una edición digital, ¿verdad?
Sí, esos envíos nacen el 12 de septiembre de 2001, al día siguiente de las Torres. Ese día vimos que ahí más que nunca se necesitaba contrainformación, porque iba a venir el discurso único con todo. Incluso, compró el discurso único gente nuestra, “compañeros” que, asustados por la tremenda carga que larga el imperialismo contra cualquier voz de izquierda y lo demoniza, se plegaron a ese discurso único. Ahí empezamos con los envíos digitales, reuniendo las pocas informaciones que salían en disonancia con el discurso único. Nosotros salimos con el slogan de que el imperialismo no es invencible. Y a partir de ahí empezamos a transmitir la voz de los pocos intelectuales, los pocos periodistas, los pocos hombres o mujeres que se atrevían a escribir e interpretar la realidad por fuera de ese discurso único. Ahora ya tenemos casi 800 números digitales, que salen tres veces por semana, gratuitamente, y también tenemos una red de colabores muy grande, ad honorem: traductores en árabe, inglés, francés, alemán, italiano. Ninguno cobra por esta tarea, que es puramente militante.
¿Qué les falta a otras experiencias alternativas tal vez similares a la de Resumen?
Paciencia. Para sostener un proyecto de estas características tenés que tener mucha paciencia, sobre todo ante la adversidad. No es una cuestión de dinero. Hay que tener claro el objetivo: informar a pesar de tener enfrente un muro tremendo. Hay que tener un espíritu militante. Es imposible pensar que se pueda combinar lo comercial con lo militante, porque en uno de los dos vas a patinar, y seguramente será en lo comercial. Nosotros tenemos la suerte de contar con muchas suscripciones en Europa. Con eso logramos el financiamiento, pero venderlo aquí es muy difícil. En muchas experiencias la gente cree que es fácil armar un periódico o un programa de lo que sea, y que después sale solo. Y no es así. Hay que estar todo el día detrás de la información, agarrar el paquete de periódicos para distribuirlos. En cada edición hay que ir a la terminal de ómnibus con diez paquetes armados previamente. Y esa idea la hemos expandido en cada una de las ediciones. En Venezuela los compañeros que lo editan lo distribuyen, y lo ubican en una red de vendedores callejeros, que lo vosean.
Brevemente, ¿por qué vos afirmás que la contrainformación es un arma cargada de futuro?
Copiándonos del poeta Celaya, creo que cada vez tiene más futuro el trabajo de este tipo de prensa. Lo demuestran las experiencias de Chávez en Venezuela, de Ecuador, de Bolivia, donde radios y televisoras y periódicos sirvieron para detener golpes, o convocar a levantamientos populares, o ahora mismo en Estados Unidos, donde si se habla de levantamiento popular es por la tarea de las radios de los propios inmigrantes. Cada medio de prensa puede ser un factor de movilización popular colectiva y con una carga ideológica muy fuerte.
Carlos Aznárez, un apasionado
Carlos Aznárez es un histórico militante, que acompaña a las Madres de Plaza de Mayo desde hace muchos años. En el presente, además de coordinar las Cátedras Bolivarianas en la Universidad Popular de las Madres, es el responsable de la sección internacionales del Periódico mensual de la Asociación.
Aún recuerdo cuando su periódico Resumen Latinoamericano se vendía únicamente en la Casa de las Madres, y tal vez en la bodega cultural Liberarte, en los tiempos del primer menemismo. Era la edición hecha en el País Vasco, por aquel entonces la única en distribución.
Aquellos tiempos eran, precisamente, los de mis primeros días en la militancia política. Resumen se convirtió, entonces, en el primer periódico de izquierda que yo leía con detenimiento y fruición, además de la prensa de las Madres, por supuesto. Aún hoy Resumen conserva un logro fundamental: los conflictos que narra son contados por los propios protagonistas de esas luchas. Colombianos, vascos, turcos escriben en primera persona sobre las gestas de sus pueblos. Los combates desarrollados por los rebeldes de todas partes del ancho Tercer Mundo, no son relatados por cronistas que la miran desde afuera, sino por los propios actores. Y eso es un mérito profesional, y a la vez político. Resumen transpira la camiseta procurando encontrar la voz de los sujetos de las luchas, sin mediaciones. Les da entidad a los luchadores. A todos los luchadores, sin atender las mezquindades que muchas veces contempla la izquierda y que la inhiben en su crecimiento. Como lo aclara el propio Aznárez, Resumen busca la amplitud y aporta desde su tarea periodística a la identificación del verdadero enemigo, que es el imperialismo y su coro mediático.
Las Madres siempre quisieron ser un puente entre la generación de sus hijos desaparecidos, y las nuevas promociones de luchadores. Carlos Aznárez es un ejemplo de esa entrega desinteresada y conmovedora que tanto distinguió a aquella gloriosa generación de los 70 y de la que las Madres nos cuentan con ternura todos los días. De quedarse hasta tarde para editar las notas de Resumen a preparar los paquetes para distribuirlo en el interior y pocas veces poder cobrarlo; de coordinar las charlas de las Cátedras Bolivarianas a dirigir a los jóvenes que hacen el Noticiero de la nueva radio de las Madres, el compromiso es uno solo. Siempre el mismo. Es la pasión por darles voz a los que resisten y se enfrentan, y vencer el insoportable cerco de engaño y desinformación al que nos tiene acostumbrados el gran capital.
Demetrio Iramain
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