En tanto se acerca la fecha de elegir los miembros de la Asamblea Constituyente en Bolivia, crecen las tensiones entre el muy popular gobierno del presidente, Evo Morales, con un 81 por ciento de las preferencias electorales, y una oposición cada vez más agresiva y minoritaria, la cual, al igual que otras fuerzas políticas tradicionales en otras naciones de la región, está enarbolando acusaciones que tienen como centro una llamada conspiración internacional.
En dos semanas más los bolivianos irán nuevamente a las urnas con el fin de seleccionar a los integrantes de la Asamblea. Analistas estiman que la composición de esta será determinante en cuán lejos pueda llegar en cuanto a transformar, una vez constituida, las bases constitucionales del país.
El programa del presidente es bien claro: establecer una estrategia económica y social que saque de la gran pobreza a amplios sectores de la nación, y que, de manera fundamental, cierre el camino a cualquier proyecto neoliberal. Sus opositores quieren, al menos, paralizar el programa del gobierno y revertirlo en las ramas en las que ya haya avanzado.
El ministro de Planificación, Carlos Villegas, ha anunciado que el gobierno espera crear 90 mil empleos cada año durante la gestión de Morales, y reducir la pobreza extrema de un 34 por ciento actual de la población global, a un 27 antes de 2011. El mandatario ha planteado que la Asamblea Constituyente contribuirá a la transformación de Bolivia en una nación digna, soberana y democrática.
La nacionalización de los Hidrocarburos y medidas de entregas de tierras ociosas a agrupaciones indígenas han disparado la popularidad del presidente, algo que los partidos en la oposición ven como una amenaza para el status quo. En este momento se avizora por los observadores una amplia victoria del gobierno en la votación de la membresía de la Constituyente. En un discurso el pasado sábado en la localidad de Irupana, Morales dijo que en América Latina está en gestación una democracia no colonizada por Estados Unidos. "Desde Latinoamérica estamos gestando una democracia liberada y no una democracia subordinada, sometida, colonizada por Estados Unidos y, a esa lucha, estamos aportando desde aquí", subrayó. En otra declaración el fin de semana durante un periplo por localidades de Cochabamba, el mandatario advirtió a los bolivianos sobre los riesgos que corre Bolivia de que regresen al poder "los que vendieron el país".
El líder opositor, el ex presidente Jorge Quiroga, quien encabeza la agrupación Podemos, profundizó por su parte en su campaña, que no aborda asuntos nacionales directamente y hace cada vez más énfasis en una supuesta intervención extranjera en el país -por parte de Venezuela y Cuba- y en una llamada subordinación de Morales al presidente venezolano, Hugo Chávez.
En una táctica que muchos analistas no estiman como casual, Quiroga está utilizando argumentos ya usados por el presidente electo peruano Alan García y por los enemigos del candidato presidencial nicaragüense Daniel Ortega de "intervencionismo" de Chávez en las arenas nacionales y a los cuales Washington no es precisamente ajeno.
Sin comentar los populares programas del gobierno encabezado por Morales, Quiroga prefirió acusar al presidente de mostrar "demasiada soberbia ante los bolivianos y demasiada sumisión ante Chávez".
La amplia ayuda médica cubana a Bolivia también está bajo el ataque opositor. Como respuesta han comenzado a aparecer grandes gráficas en barrios ricos de La Paz y en regiones como Santa Cruz, consideradas como base de empresarios, donde se muestran a los presidentes de Cuba, Fidel Castro, y de Venezuela, junto a Morales en las que una inscripción gigante subraya "Bolivia... ahora es la patria grande".
Adital (Brasil)
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