Es un fenómeno monstruoso. Pese a los elogios que merece Israel luchando por la vida de sus tres ciudadanos, salta a la vista lo inconmensurable de la represalia.
Se vio implicado en una guerra a dos frentes: no escatima esfuerzos por conseguir en la Franja de Gaza que HAMAS ponga en libertad al cabo Guilad Shalit apresado el 25 de junio y bombardea el Sur del Líbano donde Hezbolá mantiene presos a dos soldados israelíes más secuestrados hace unos días.
Por consiguiente, una gran guerra se asoma al Oriente Próximo. Durante un solo día, el miércoles 12 de julio, las bombas israelíes redujeron a ruinas la sede del Ministerio de Exteriores de Palestina y, por el mismo motivo, el Líbano perdió su única terminal aérea internacional. Los ataques aéreos nocturnos de Israel costaron vida a 27 libaneses civiles. De Gaza llegan noticias sobre decenas de víctimas, entre ellos 9 niños que jamás llegarán a la adolescencia.
Es un fenómeno monstruoso. Pese a los elogios que merece Israel luchando por la vida de sus tres ciudadanos, salta a la vista lo inconmensurable de la represalia. Al mismo tiempo, la reacción desequilibrada de la comunidad internacional no le hace digna de respeto. Imagínense ustedes cual sería la indignación del rascacielos de la ONU en Nueva York si estos niños fueran israelíes. ¿Acaso el precio de la vida humana está indicado en el pasaporte nacional?
Pero lo más horroso es sospechar que, tal vez, exista un demonio incógnito que, según reza un refrán chino, "desde el vértice de una colina observa a dos tirgres en pelea". En este caso israelí y árabe. Según todas las evidencias, hay quien necesita una nueva guerra en Oriente Próximo más que las milicias de Hezbolá liberación de todos los presos libaneses y palestinos de las cárceles de Israel.
En efecto, estos presos se encuentran allí durante años. Pero no ha pasado nada que obligue a Hezbolá requerir libertad inmediata para ellos a cambio de los rehenes israelíes, máxime que la batalla provocada por Israel en la Franja de Gaza disipó todas las dudas respecto al desenlace del asalto al Líbano.
¿Resulta que Hezbolá quisiera mucho que Israel le asestara un golpe muy sensible?
Esto se parece a la versión internacional de la provocación de Materacci contra Zidane. Israel hizo lo mismo que el acalorado genio del fútbol francés. Cayó en la trampa, tendida por un tercero, donde HAMAS y Hezbolá son dos cuchillas cruzadas.
En efecto, Hezbolá no tenía causas visibles para exponer a riesgo su actual situación de poderosa organización militar y al mismo tiempo el prestigioso partido político chiíta del Líbano. Hezbolá está sólidamente representado en el parlamento libanés. Sus programas de apoyo social y la ayuda médica le granjearon respeto de todo el pueblo. Por último, Hezbolá posee "Al Manar", popular cadena TV, que a diario hace propaganda al partido. Todo este bienestar de Hezbolá llegó después de que en mayo de 2000 esa organización cumplió su promesa: desplazar del Líbano a las tropas israelíes.
¿Por qué razón, en esa situación radiante, se habrá despertado el vivo interés del Jeque Hassan Nazral, líder de Hezbolá, por convertir en blanco de las bombas israelíes su partido y el brazo armado de éste: "Resistencia Islámica"?
Hay que remontarse a la historia para dar respuesta a esa interrogante. El Hezbolá fue creado en 1982 a iniciativa de un grupo de clericales chiítas. La organización se fortalecía, se nutría de recursos humanos en el Valle de Bekaa, codo a codo con dos mil "guardianes de la revolución iraní" enviados por Teherán para prestar ayuda a los libaneses en su lucha contra la ocupación israelí.
Desde entonces hacia acá los vínculos de Hezbolá con Irán poco se distinguen de sus relaciones íntimas con Siria. El deseo expresado por los protectores y patrocinadores financieros iraníes podía llegar a ser determinante para una operación tan provocadora y peligrosa como el secuestro de los soldados israelíes.
Teherán comprende perfectamente: su juego a ratón y gato en torno al programa nuclear no puede ser eterno. Las declaraciones adormecedoras de Alí Lariyani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, en el sentido de que "estamos al principio de un camino largo" ya comienzan a causar indiferencia. La comunidad internacional no puede esperar más una respuesta clara al paquete de sus incentivos.
En el encuentro celebrado ayer, miércoles, en París el "sexteto" (Rusia, EE UU, Gran Bretaña, Francia, RFA y China) ha remitido el dossier iraní al CS de la ONU.
Esto no quiere decir que la actitud de Rusia y China hacia las posibles sanciones contra Irán coincida con la postura de los demás miembros del "sexteto". Pero el actual consenso en el bando de "infieles" no puede dejar de estimular a los mejores cerebros de Teherán a buscar una salida de reserva.
En este aspecto, ¿habrá algo más oportuno que una gran guerra en Oriente Próximo?
Ria Novosti 13/07/2006
Manténgase en contacto
Síganos en las redes sociales
Subscribe to weekly newsletter