El garrote, elemento fundamental del hombre primitivo en la escala biológica ya tiene su reemplazo: el celular. La mano humana parece haber cambiado su morfología, a la palma, las falanges y las falangetas y los dedos se le suma el teléfono móvil. Ingresar al universo de la telefonía celular significa transitar por rutas donde las palabras parecen haberse trasvestido: ringtones, cameraphones, musicphones, megapixel, messenger, tecnología imode. Distintas funciones que conforman un nuevo planeta en el cual las preguntas filosofales primarias sobre la vida encuentran su sentido en una serie de chips, redes o placas. Hace 33 años nacía el primer teléfono celular. Nadie imaginó los alcances a los que llegaría un avance tecnológico cuyo fin último era facilitar la comunicación.
Hoy se ha convertido en un artículo de primera necesidad para muchos que lo incorporaron a su mano como una simple extensión de ella. Analía estudiante de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Quilmes sentencia orgullosa: Yo no lo apago nunca”. En tanto Rocío, alumna de la misma facultad exclama: “¡El celular es mi perdición!”, y agrega, “tenía uno que se me rompió y movida por una materia que estaba cursando en la facultad decidí terminar con ellos, pero luego tuve una recaída, adquirí el que estoy utilizando actualmente con cámara y se ha convertido en una adicción”.
El espacio que antes ocupaban la computadora, la cámara fotográfica, la video, el teléfono, el grabador, hoy se encuentra condensado en un pequeño aparato que entra en el bolsillo de una camisa. Osvaldo Litta, empresario analiza el avance de la telefonía móvil en términos culturales: “La cuestión es si cambian los usos de tal forma que provoquen una ruptura cultural -señala-, y creo que el avance del celular lo está logrando, aunque no sé si al punto de poder terminar con la cámara fotográfica”.
Si bien la calidad de la fotografía disparada por celular aún es muy baja, su uso se está ampliando cada vez más. Contar en forma permanente con una cámara digital en el bolsillo facilita la posibilidad de tomar registro fotográfico “en tiempo real” –en el aquí y ahora- colocándonos nuevamente en el debate entre lo oculto y privado y lo visible y público. La existencia de páginas web que habilitan como cronistas a ciudadanos así como las publicaciones, por parte de algunos medios, de fotos obtenidas con el teléfono
móvil, dan cuenta de ello.
Pero la cuestión tal vez se complique más. La empresa subcoreana Iijin Display presentó en Seúl el primer
proyector móvil. Del tamaño de una moneda, el dispositivo acoplado a una terminal permitirá exhibir proyecciones a una distancia de 17 centímetros. Si bien la adopción generalizada de este sistema demorará, la empresa ya se plantea la conquista del mercado.
Lo que no está tan lejano es la posibilidad de ver la televisión en el colectivo o mientras se está caminando. Los productores de la popular serie estadounidense “Lost” parece que no están tan perdidos, ya que cerraron un acuerdo entre Touchstone y el Gremio de Escritores que incluye el lanzamiento
de una serie de episodios para móviles.
En tanto que en Brasil, en el mes de junio, se comienza a transmitir la primera novela en capítulos,
escrita especialmente para ser transmitida por celular. La promoción publicitaria no se queda afuera. El
grupo musical español “La Oreja de Van Gogh” ha lanzado su nuevo álbum en un móvil antes de hacerlo
en su formato habitual, conjugando en un solo producto tres sectores, operadora telefónica, fabricante y discográfica.
Asimismo, el escritor Stephen King utilizó un mecanismo similar para promocionar su última novela, que precisamente se llama Cell . Como algo inédito en la industria editorial, la difusión consistió en la emisión de cien mil mensajes telefónicos a potenciales compradores del libro, además de ofrecer salvapantallas, mensajes adicionales con la voz de King, así como distintos tonos emitidos por el maestro del terror.
Conectarse a Internet, escuchar MP3 o consultar la farmacia más cercana con descuento, según promociona alguna medicina privada, son otras de las atribuciones de este moderno “zapatófono” que, como diría el sociólogo Jean Baudrillard, se transforma en “el objeto que nos seduce con la ilusión del poder que tenemos sobre él”.
Una ilusión que nos deja entrampados en el crimen perfecto: avance tecnológico comunicacional para una mayor incomunicación.
# Nota publicada por la revista del Observatorio de Medios de la UTPBA correspondiente a julio
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