“este fue el peor de los dieciocho mundiales, que tuvo en Italia a un campeón a su medida, sin arte, sin genialidad y no por coincidencia, en medio del escándalo de hospedar a la liga más corrupta del planeta. ¿Qué celebraban?”
Pincelazo sin donaire de la posmodernidad. Sin darnos cuenta cómo ni porqué, dejamos que hasta las que otrora fueran nuestras pasiones (El fútbol, trasunto grosero por obvio del tanathos, y de los reinados de belleza, heredero en línea directa del eros) nos fueran arrebatadas por la racionalidad, la esquematización, el abuso de la estrategia de unos pocos.
A cambio nos banalizaron la política, la economía, el conflicto y los derechos humanos.
¿Responsables? Todos de alguna manera, no sólo la inveterada ineptitud de los directivos. Desde los 36 mil millones de espectadores del mundial que permanecimos al frente del televisor a pesar de ser de lejos (a diferencia de la lírica que un día nos hizo fanáticos) el más soso y aburrido de los espectáculos contemporáneos, hasta esos pedantes elefantinos que se adueñaron del libreto, escondidos en los roles de comentaristas y técnicos (que intercambian de acuerdo a los intereses de sus bolsillos). Culebreros de etiqueta que como las reinas y modelos en sus pagos de presentadoras, fundaron sociedades de mutuo elogio, para excluir sin contemplaciones lo poco de ciudadanía que se había construido en esos ámbitos.
Sugerente el guiño alemán al escoger a Shakira como símbolo de “La Tortura” del mes en el que fueron anfitriones del voyeurismo orbital, el único deporte en escena, porque de fútbol, nada. Como lo señaló Alfio Basile, este fue el peor de los dieciocho mundiales, que tuvo en Italia a un campeón a su medida, sin arte, sin genialidad y no por coincidencia, en medio del escándalo de hospedar a la liga más corrupta del planeta. ¿Qué celebraban?
Simbólico el desenlace de la final y de buena parte de los últimos partidos: Todos nivelados por lo bajo. Víctimas de los esquemas, de los planteamientos tácticos, de las estrategias insulsas que sepultaron el arte y la estética. De no ser por las pasiones patrioteras, el tedio hubiera procurado la deserción global de seguidores.
Poco o nada queda para el recuerdo del mundial ¿De qué era el mundial?... Merde, ç’alors, como deben estar diciendo los franceses. (Y eso que no saben los embajadores que les van a llegar).
Tardaremos en darnos cuenta que el juego vistoso está por otros lados. ¿O no fue un gol de camerino ese anuncio de reforma tributaria? ¿O no es una muestra de la mejor alienación esa repartija burocrática? ¿Y un dribling de gran factura el texto desconocido del TLC? ¿y el pase de Samper, la contratación del año? ¿Y el planteamiento del siglo el sueño de país que dicen tener nuestros bellos durmientes?
Es otra lógica. Suponiendo que la haya. Lo que prueba que el mundo está bien…Los locos somos otros…
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