Para la mayoría de ecuatorianos, Gonzalo Mendoza no ha muerto. Y no ha muerto porque sencillamente no existió nunca.
Es que ellos no conocían su identidad formal, esa que marca con nombres y apellidos el Registro Civil. En cambio, conocían su nombre de guerra: AVISPA. Nombre adoptado por el propio Gonzalo Mendoza, allá por los años 50, luego que trabáramos amistad en nuestra ciudad común, Cuenca de los Cuatro Ríos, donde naciera el 7 de Abril de 1934.
Fue en Cuenca donde Gonzalo inició su destino de vuelo y aguijón, formando parte de un pequeño grupo de estudiantes secundarios para constituir una célula comunista que tuvo la duración y la lumbre de una vela. Allí inició su arte de dibujante, caricaturista, pintor y cartelista al servicio de las causas justas y de los oprimidos.
De su ciudad natal voló a Quito, donde episódicamente cultivó el andinismo y se apasionó con la bravura del cóndor, con el cual, según contaba, alguna vez tuvo un duelo.
Luego fue a Guayaquil, donde temporalmente sumó el hambre con la dignidad y el arte.
Otra vez en Quito, su pluma adquirió mayor fuerza y oficio, al igual que sus afanes revolucionarios.
Cuando en 1960 se fundó URJE (Unión Revolucionaria de Juventudes Ecuatorianas), fue uno de los principales activistas junto con Milton Reyes, asesinado diez años después.
Los dos cultivaron una estrecha amistad y cayeron presos, con decenas de jóvenes más, a comienzos de 1962, en el episodio del Toachi, tan deformado por sectarios de izquierda y cagatintas de derecha. La insania de unos y otros determinó la muerte temprana de URJE, La Esperanza, como proclamaban numerosas leyendas en los muros de las principales ciudades.
Poco antes del Toachi, una turba socialcristiana acorraló a un grupo de urjistas en Quito y lo tiroteó en el Pasaje Miranda. Dos de los heridos de bala fueron Avispa y Milton Reyes. Es que URJE, conforme lo recuerda Philip Agee en su Diario de la CIA estaba conceptuada por el Imperio como la «organización revolucionaria más peligrosa» del Ecuador, pues se identificaba plenamente con las masas indígenas y montubias del país, combatía frontalmente a los gobiernos oligárquicos y se guiaba por las luces que emanaban de la naciente Revolución Cubana.
Durante la prisión de los urjistas en el Penal García Moreno, la destreza artística de Avispa le permitió falsificar unos sellos de control en el ingreso de las visitas, gracias a lo cual tres militantes fugaron muy orondos por la puerta grande.
Unos años después, instaurada el 11 de Julio de 1963 la Junta Militar que presidió el Contralmirante Ramón Castro Jijón, surgió el grupo de acción denominada Vencer o Morir (V/M) al que adhirió Avispa, siempre soñando con los cambios que no llegaban nunca.
En 1970 colaboró con el proyecto de un periódico combativo de izquierda, como fue el Semanario Orientación de la Universidad Central. Una bomba de alto poder, colocada en el Imprenta Universitaria, y sobre todo la dictadura velasquista implantada el 21 de junio de ese año, acabó con el proyecto. Pero Avispa siguió tentando caminos y colaborando con agrupaciones de izquierda y movimientos sociales.
Su combate postrero fue con el cáncer. Un combate largo y penoso, aunque aliviado por la presencia leal y abnegada de Isabel, su esposa y compañera, de sus hijas y de su nieto.
Gonzalo Mendoza ha muerto el 24 de Julio, Natalicio del Libertador, a quien estará vinculada siempre su memoria.
Dos días antes, el sábado 22 por la noche, acudimos a darle el último abrazo, cargados de tantas vivencias compartidas más allá de medio siglo.
Ahora, esta avispa del bosque de la historia ecuatoriana emprendió el vuelo definitivo, pero seguirá hincando su aguijón en toda clase de tiranos y opresores.
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