En días pasados se hallaron en un banco, lingotes de oro que han sido calificados como posesión ilícita del ex dictador criminal de Chile, Augusto Pinochet. Su familia, debe tener razones importantes para decirlo, sostiene que todo es un montaje. Cierto que el anciano militar importa muy poco ya, sin embargo ¿son esos volúmenes áureos de fácil manejo para una persona en singular? O ¿aquí hay la participación de dobles contabilidades secretas que esconden a dueños uniformados con claros designios geopolíticos hacia su norte y con la ayuda de traidores serviles en Perú? Puede parecer ciencia ficción pero no lo es del todo. Veamos.
Aparte del porcentaje que por ley recibe de Codelco (Corporación del Cobre), las FFAA de Chile han convertido en su propiedad los filones de oro que se descubren en la explotación de las minas de cobre, esa es otra de las razones por las cuales las minas son estatales y no han sido privatizadas.
Cuando se explota cobre, se hallan filones de oro. Aquí en Perú era lo mismo con Cuajone y Cerro de Pasco que, hoy privatizadas, sus propietarios levantan en peso el oro y se lo llevan descaradamente y eso fue ocultado vilmente contra el país, en los contratos de seguridad jurídica. Mientras fueron estatales, esos filones se contabilizaban a favor del país.
Así como los lingotes de oro habrían sido colocados por las FFAA de Chile, en el HSBC, también pueden existir otros depósitos en Europa, Asia y el Caribe. Es un capital disponible para usar en emergencias (casus belli por ejemplo), son valores que se transforman rápidamente en dinero y pueden servir para comprar armas en el mercado negro, montar campañas internacionales de desinformación, realizar operativos secretos y financiar todo tipo de acciones en contra de su natural y potencial enemigo geopolítico: Perú.
No sería nada extraño que ese dinero hubiese servido para que Ecuador financie su rearme y organice la campaña internacional de desinformación en el conflicto del Cenepa antes de 1995. ¿De dónde salió el dinero para comprar información satelital con la cual ubicaban a los aviones de la FAP apenas estos despegaban de sus bases? ¿De dónde el dinero para los misiles de última generación? ¿De dónde el dinero para comprar conciencias argentinas para el tráfico de armas en perjuicio del Perú? ¿Sólo del petróleo, cuando en esa época los precios eran bajísimos y el presupuesto ecuatoriano anémico? Este capítulo nefasto en la historia patria, aún no ha sido aclarado y por toda explicación se da el tratado de paz, impugnado en libro aún no publicado pero tildado de traición a la patria por un ex canciller hoy en vacas flacas.
El hallazgo de lingotes de oro, confirmaría la posibilidad que lo que siempre se ha sospechado tenga alguna certidumbre consistente: que las FFAA de Chile lleven una doble contabilidad. Unos son los gastos con los cuales cautivan a sus vecinos y organismos que se encargan de supervisar compras de armamento, y otra la real, la que se oculta, es la de los miles de lingotes de oro, con la cual los australes pueden hasta duplicar su presupuesto en defensa y, por supuesto, que no aparece en las cuentas públicas. ¿Quién fue la ministra de Lagos que supervisó las millonarias compras de armamento?: ¡la actual presidente Michelle Bachelet!
Mientras en Perú aprobamos con angurria vergonzante un TLC con Chile asimétrico que nos convertirá en un país de recursos y medios baratos para la industria chilena; mientras la ministra de Defensa de Chile, Vivian Blanlot, se burla de sus par peruano con el cuentazo y fiasco de la homologación; y la ignorante y desavisada ministra de Comercio, Mercedes Aráoz, cree su propio cuento o delicado brulote, que ha construido una alianza estratégica con Chile para conquistar Asia; mientras los lobbies chilenos se aprestan a alquilar a dirigentes políticos de todo pelaje para continuar pagando sus servicios con dólares contantes y sonantes, con el pretexto de la integración y de la hermandad entre el PS chileno y el PAP, olvidando que los socialistas chilenos son más chilenos que socialistas; las FFAA de Chile con los recursos que cuentan, pueden planificar sus acciones para los próximos años en clara superioridad militar y estratégica. Y el objetivo es muy claro: despojar de toda soberanía al Perú sobre sus recursos naturales, vía tratados comerciales y seguridad jurídica, y exhibiendo una poderosa musculatura militar o, lo que es lo igual, advirtiendo y amenazando que las inversiones chilenas NO se tocan. Poquísimos días atrás, el general Izurieta, jefe de las FFAA de Chile sostuvo que veía con preocupación al Perú.
En su brillante y epocal libro, Una difícil vecindad, el maestro y patriota, Alfonso Benavides Correa, advierte en la página 47: “En su Geo-política del Cono Sur (El Cid Editor SRL, Buenos Aires, 1979), el general Juan Enrique Guglialmelli, que le otorga con fundamento irreprochable al Cono Sur el relieve de “una real entidad geo-política” y la valorización del Cono Sur como “núcleo de poder regional frente a los grandes centros de poder mundial”, contempla así a Chile que se considera necesitado de proyectarse en desmedro de sus vecinos:
1) Chile es un país longitudinal encerrado entre el Océano Pacífico y la Cordillera de los Andes.
2) Por la razón precedente, desde el inicio de su vida independiente, preocupación fundamental de Chile, cada vez más acentuada con el discurrir del tiempo, ha sido quebrar su encierro geo-político y, en el decenio de 1830 a 1840, arremetiendo contra la Confederación Peruano-boliviana, dar fuerza y perdurabilidad al acto cercenante de Bolívar y su mortal equivocación de dividir al Alto y Bajo Perú mientras preconizaba la constitución del Imperio de los Andes;
3) Para alcanzar tal objetivo tres “constantes” se advierten en la conducta exterior de Chile:
• Hegemonía en el Océano Pacífico Sudamericano;
• Expansionismo hacia el Norte en perjuicio de Bolivia y, con expoliación sutil o violenta, del Perú.”
Admoniza con preclara virtud Benavides Correa que: “Después de ahogada la controvertida Confederación de los dos Perú (el Virreynato del Perú y la Audiencia de Charcas que, subordinada a éste, comprendía el ámbito de lo que hoy es Bolivia) Chile, país guerrero y político, buscó:
1) Despojar a Bolivia de Atacama;
Arrebatarle al Perú, Tacna, Arica y Tarapacá;
Neutralizar a Bolivia, ofreciéndole cederle Tacna y Arica e interponerla entre Perú y Chile;
Hacer imposible que, sin frontera con Chile, el Perú busque los rescates de la Guerra del Pacífico; y,
Conjurar a toda la América del Sur contra el Perú, con la más atroz sangre fría, para impedir que pudiera movilizarse.
2) Impuesto al Perú el Tratado de Ancón de 1883 y a Bolivia el Pacto de Tregua de 1884 Chile:
• Enfrentó peligro de guerra con Argentina; y,
• Para aislar a la Argentina de Bolivia y del Perú y dividir a éstas entre sí:
Encandila a Bolivia con los Tratados de 1895; y encandila al Perú con el Protocolo Billinghurst-La Torre” (pp. 47-48).
Escribió en su artículo Constantes históricas en el comportamiento vecinal de Chile, el 9-5-2005, el embajador e historiador Félix C. Calderón:
“El teorema geopolítico que los peruanos deben tener siempre presente es que Chile ha visto al Perú, históricamente, como su enemigo natural. Y hacen muy mal los panegiristas del entendimiento y la cooperación vecinal en olvidar, soslayar o edulcorar este hecho irrebatible que es, además, inconmovible, por lo menos mientras siga vigente la concepción del Estado-nación. No es esto, obviamente, un reflejo de perdedor, como se ha atrevido a decir un peruano de última hora, a causa sin duda de una reflexión indigesta provocada por su conocimiento superficial de nuestra historia. No. Ese teorema fluye fácilmente del análisis del comportamiento histórico de Chile con respecto al Perú y nos da la pauta de cómo es menester actuar, porque nunca es tarde, para que por fin podamos encarrilar las relaciones vecinales sobre un terreno común de mutuo respeto y ventajas recíprocas.
Antes y después de su existencia como república, Chile ha visto al Perú como una amenaza y, por lo mismo, ha sabido encontrar su razón de ser a sus expensas. Pero no ha sido el único. Simón Bolívar fue el primero en trazar un designio geopolítico avieso contra el Perú, epicentro ancestral de la gran nación andina (principalmente Perú, Bolivia y Ecuador), usurpando Guayaquil y creando luego Bolivia. De esta forma, fragmentó el espinazo andino y contrapuso por casi dos siglos a sus pueblos. Años más tarde, el comerciante de Valparaíso, Diego Portales, hizo el resto con un designio concordante, pero por el sur, a fin de mantener la dependencia del comercio peruano de los puertos chilenos. En suma, el Perú desde su nacimiento como república tuvo que hacer frente al embate de dos pretensiones geopolíticas adversas, por el norte y por el sur, además de la penetración amazónica del imperio brasileño. Situación altamente desventajosa de la que Chile supo aprovecharse con el tiempo para satisfacer sus propias ambiciones.”
¿Va a permanecer cautivo de sus silencios, el hombre común y el de Estado, peruanos, frente a admoniciones que nos dicen claramente lo que pasó históricamente o que puede ocurrir, otra vez, por la miopía, traición y evidente pusilanimidad de una casta dirigente ajena a los conceptos de patriotismo, honra de los héroes y apego al Ande, la historia y la tradición?
¡Atentos a la historia; las tribunas aplauden lo que suena bien!
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