George W. Bush se siente traicionado. Cuentan que desde que se inició noviembre sus conversaciones con el cielo en la intimidad de la Oficina Oval suenan hoscas, violentas, airadas. Más parecen el debate con un opositor que las cuitas con un amante. ¿El Todopoderoso se habrá cambiado de partido?
Crédito fotográfico: White House - Eric Draper.
Lo cierto es que los más recientes acontecimientos imponen sentirse preocupado cuando menos. La lluvia de desgracias no cesa para la administración USA, pero los primeros días del presente mes han resultado más que despampanantes en ese sentido.
Primero, el retorno de los sandinistas al gobierno de Nicaragua, una suerte de pesadilla que Ronald Reagan se había quitado de encima mediante la acción armada contrarrevolucionaria contra los guerrilleros llegados al poder en 1979, y aprovechando además las propias inexactitudes y entuertos de los entonces noveles gobernantes.
Luego llegaron las elecciones legislativas y para gobernadores dentro de la Unión, que han concluido con el retorno del dominio opositor sobre las dos cámaras del congreso y su control en numerosos e importantes Estados. Y aun cuando no hay nada más parecido que demócratas y republicanos, el golpe no deja de ser anonadante.
Tercer infortunio: tener que sacar de juego al incondicional secretario de Defensa Donald Rumsfeld, sacrificado sin contemplaciones para que aparentemente se lleve sobre sus espaldas las culpas de la desastrosa guerra en Iraq, que ha costado casi tres mil vidas de militares estadounidenses y miles de muertos civiles iraquíes.
Y para cerrar, los acontecimientos en la ONU este miércoles ocho, en que por décimo quinto año consecutivo, y con la cifra récord de 183 votos positivos, el mundo condenó nuevamente el bloqueo económico de Washington contra Cuba, que se prolonga por mas de nueve lustros.
Por si fuera poco, otra votación aplastante secundó a La Habana cuando pidió anular una pretendida "enmienda australiana" redactada en Washington, que intentaba desvirtuar la votación sobre el bloqueo con artilugios como extemporáneas alusiones a los derechos humanos, tema sobre el que ni los Estados Unidos ni Australia están calificados para hablar, mucho menos luego de su íntimo compadrazgo en las aventuras militares en Asia Central y el brutal trato a los llamados "combatientes enemigos".
Pero ahí no terminan las cosas, y W. Bush se aboca a otra frustración. Dicen que en su enojo con el cielo le aconsejaron "atenderse" con un babalao (sacerdote de los cultos sincréticos cubanos), con sede en el poblado habanero de Guanabacoa, pero, paradojas del destino... el propio bloqueo se lo prohíbe...
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