La lectura de los documentos que firman el 22 de noviembre los presidentes Uribe y Bush en Washington, puestos en Internet en su versión final, permite verificar con testimonios hasta qué punto se trata en verdad de un negocio de lesa patria. Bandera tricolor a media asta.
El presidente y el vicepresidente, el Ministro y el viceministro de Comercio, deben padecer de alucinaciones propias del Sáhara, sufridas en el continente africano cuando ven en espejismos el gigante mercado de la Unión Europea –el más grande del mundo- y permitió que les arrasasen sus incipientes industrias y agroindustrias con la esperanza de penetrar en él algún día y con no se qué productos aquel promisorio mercado. Y para colmo, el sida.
Solo una brutal división del trabajo de países prósperos y países sembrados en actividades primarias es el real resultado. Las grandes ciudades convertidas en un inmenso reservorio de gentes empobrecidas y volcadas al rebusque. En África: pleamar. En Colombia: en marcha. Y para colmo, guerra de la coca.
Para responder a las graves objeciones de Garay y otros en Lecturas de El Tiempo (21.11.06), no se les ocurre otra cosa que repetir la versión del espejismo. Y es así, como presidente y vicepresidente, ministro y viceministro, responden a una con la misma cantinela: “lograremos entrar al mercado más grande del mundo” a cualquier precio. Más grande quizá, pero entrada por desventajosa salida. Saldo negativo con endeudamiento severo.
Al echar una vez más un repaso a los textos a firmar este 22 de noviembre, se pueden confirmar tres constantes efectos negativos, además de otras arandelas que agravan el fiasco del TLC.
1. Bloqueo industrial.- Las partidas arancelarias industriales [1] que los Estados Unidos tienen bajo arancel y libre comercio lo “otorgan” de nuevo en el Tratado. Todos aquellos, por el contrario, que tienen alguna protección arancelaria solo serán de libre comercio a partir del 2009, es decir en tres años. Colombia procede de la misma manera; aunque para pocos productos se reserva el derecho de desgravar progresivamente hasta en 8 etapas, por ejemplo.
Esta ruta irreversible hacia la total apertura a muy corto plazo significa primero que la industria colombiana existente tiene que resistir de igual a igual la competencia de la producción del país industrial más avanzado y, segundo, que hacia el futuro las oportunidades de inversión industrial quedan canceladas. Quien no vea esa fría realidad está ciego.
a.- Igualdad para locos. Porque se presume que los dos socios –a la par y como “países iguales”- se permiten proteger tres años más sus productos industriales todavía protegidos y luego se someten a la competencia “en igualdad de condiciones”. Dos supuestos mentirosos y falsos: como si fueran “países iguales” y “en igualdad de condiciones”, pero que brillan en el cielo de los espejismos. Estados Unidos convenció a los sureños esclavistas y librecambistas, con las armas y en sangrienta guerra civil, de la falsedad de sus supuestos.
Nadie ignora que el tamaño de las fábricas tiene un efecto directo sobre los costos de producción que se denominan economías de escala. De entrada, esa desproporción es insuperable por alta que sea la competitividad de las fábricas medianas y chicas, que tenían su porvenir y su ampliación asegurada en la Comunidad Andina, cuyo arancel externo común dejó de firmarse el año pasado para dar paso al TLC aplastante. Solo se escapa Venezuela. Quizá Ecuador y Bolivia, como islotes inconexos. El Prefacio de la Carta Magna colombiana que le da absoluta prioridad al compromiso de “impulsar la integración de la comunidad latinoamericana” se convierte en letra muerta.
Esto sin contar la logística financiera, tecnológica y la red comercial de mercados de exportación de las trasnacionales norteamericanas. En el enfrentamiento competitivo se seguirán cerrando empresas arrolladas por los productos norteamericanos de mejor calidad y mejores precios. Lo mismo que sucediera en el Chile de Pinochet y la Argentina de los generales y luego de Menem. México –mucho más avanzado industrialmente que cualquier país andino- trastabilla al ver que los Estados Unidos comprimen su tradicional y celebrada maquila dando ventajas a la China, trasladan a su casa partes y piezas industriales intensivas en capital y desmantelan la agricultura de granos.
Solo los mandatarios colombianos y peruanos siguen embelesados esperando lluvia de inversiones industriales y no inundación de manufacturas importadas. ¿Alucinación? No. Mala fe asentada en intereses de importadores y financistas que hacen su formidable agosto en un corto trecho. ¿Y luego qué? –La quiebra, por la que responderán, supuestamente, otros gobiernos.
b.- Esto con relación a las fábricas existentes y otras nacientes; pero si se enfrentan las listas de los productos industriales que se producen en los Estados Unidos con la lista de los productos industriales que se producen en Colombia, nos encontramos con una enorme diferencia. Muchos productos aún no se producen en Colombia, ni en la Comunidad Andina que son las “oportunidades de inversión” hacia el futuro. Pero esas oportunidades quedan canceladas para siempre por el TLC. Es impensable emprender empresas nuevas frente a la presencia de productos le libre importación provenientes de una nación técnica, industrial y financieramente madura.
2.- La quiebra agropecuaria.- En el sector agropecuario las dos naciones andinas haciendo coro, y los Estados Unidos en total acuerdo, señalan que los subsidios a productos de exportación son absolutamente inaceptables y que por lo tanto los tres países a una se van a esforzar para que tales subsidios –calificados como el delito de dumping- sean eliminados con la mediación de la Organización Mundial del Comercio (OMC) [2]. Cínico consenso. La prensa ha registrado los radicales fracasos de las reuniones recientes de la OMC para lograr tal propósito. Ni Europa ni los Estados Unidos han demostrado la menor intención de eliminar los subsidios, alegando problemas de índole social y de seguridad nacional, exceptuadas de las normas comerciales de la OMC.
Las desgravaciones progresivas y por etapas reclamadas por Colombia nunca superan los siete u ocho años, pero los Estados Unidos logran cláusulas por las cuales aseguran cuotas en aumento cifradas en toneladas sin que superen los volúmenes desgravados [3]
4 . Arrollados por doble vía de nuestra “desgravación progresiva” y sus “cuotas crecientes” y forma implacable la economía subsidiada, la agroindustria colombiana no tiene ninguna esperanza. Si la apertura de Hommes traumatizó el agro, ésta debe arrasarlo.
3.- El embudo de la nación más favorecida. “La Nación más favorecida” significa que las ventajas comerciales que Colombia le otorgue a otros países automáticamente le son conferidas a los Estados Unidos; no a la inversa cuando los Estados Unidos sea quien confiera esas ventajas a terceros. Cláusula imperial practicada por Inglaterra en América Latina en el siglo XIX y por todos los países coloniales en África y en Asia. Esta cláusula imperial por sí sola es una violación flagrante del principio de reciprocidad consagrado por la Constitución de la República [4] . Más letra muerta.
A diferencia de los TLC firmados por Estados Unidos con algunos países centroamericanos y del Caribe, como lo denunciaran Garay y otros [5], no existe tal cláusula imperial.
3.- Letra menuda.- Dentro del negocio estructural e históricamente fatal, con los tres puntos centrales ya señalados, es bueno condensar aspectos menores del estudio de Garay, en los que los negociadores colombianos ni siquiera lograron salvar algunas defensas o desventajas que los centroamericanos si logran:
a.- Salvaguardia de precios. Con Chile y Marruecos se contempla la posibilidad de utilizar la salvaguardia de precios, cuando los precios internacionales son más bajos que los costos de las cosechas nacionales. A diferencia de Chile, Colombia tampoco podrá utilizar el sistema de franjas de precios, es decir tolerar ciertas márgenes de oscilación antes de imponer impuestos defensivos a las importaciones.
b.- Salvaguardia de cantidad. Resulta inocua cuando se aplica el principio de la nación más favorecida, que no se les exigió en el Tratado a los países centroamericanos y del Caribe (Cafta). Además, los niveles de activación de esta salvaguardia son más elevados que los de la Cafta y las restituciones del arancel protector más limitados en el tiempo.
c.- Productos con salvaguardia. Colombia solo incluyó 21 partidas arancelarias defensivas mientras los centroamericanos lograron: Costa Rica 60, El Salvador 56, Guatemala 48, Honduras 50 y Nicaragua 51. Desde el punto de vista ofensivo, los E.U. solo incluyeron 6 partidas con Colombia, mientras que el Cafta se incluyeron 115. Diferencia recíproca con Colombia porque no se incluyó la cadena láctea.
d.- Sin supervisión.- A diferencia del Cafta, con Colombia no se conforma una Comisión de revisión agrícola para supervisar los efectos del Tratado y la posibilidad de extender las medidas de salvaguardia agrícola protectora.
e.- Período rígido de desgravación.- Colombia no logra descartar ningún producto del programa de desgravación, ni la eventual extensión del tiempo de desgravación.
f.- Desgravación productos E.U.- Colombia logra un porcentaje mucho menor que los centroamericanos de partidas de los E.U. desgravadas a la firma del Tratado.
g.- Desgravación a 2009.- Mientras que los centroamericanos incluyeron en la canasta un 41% del valor anual de las importaciones provenientes de los E.U., Colombia aceptó el 54%. ¡Diferencia de 13 puntos!
h.- Arancel cero.- Colombia también otorgó el mayor contingente arancelario “libres” (arancel cero) del valor de los productos importados de los Estados Unidos: 41%, mientras que los centroamericanos en promedio 28%. ¡Trece puntos de diferencia!
i.- Las cuotas progresivas en volumen de importaciones forzosas en el período de desgravación superan las importaciones colombianas (112%), mientras que en Guatemala y El Salvador la relación es de 90%, en Honduras 87% u en Costa Rica de 42%.
j.- Libre de arancel. Colombia deja libre de arancel el 95% de importaciones provenientes de los E.U. mientras que los centroamericanos solo alcanzan al 69%. Generosidad superior en 25 puntos.
Además esos contingentes otorgados superan en 29% el valor de las importaciones de los E.U., mientras que Costa Rica solo otorga para el 2%, Guatemala el 5%, Honduras el 3%, El Salvador 4%, y por excepción, Nicaragua el 93%. El promedio centroamericano es del 8%. Otra diferencia de 21 puntos. Esta se explica porque Colombia fue el único país que otorgó cuotas progresivas superiores a las importaciones.
k.- Desgravación a más de 10 años.- Colombia solo logra incluir el 5% de los productos arancelarios agrícolas en la canasta de desgravación a más de 10 años de plazo. Costa Rica el 32%, Nicaragua el 27%, Honduras el 30%, El Salvador el 21%, Guatemala el 19%. Estados Unidos el 9% y el 12% si se suman las partidas de azúcar o con alto contenido de azúcar, excluidas de esta desgravación.
l.- Aumento exportador.- En el contingente arancelario E.U. le acordó a Colombia una adición del 10%, a Nicaragua 55%, a El Salvador 27%, a Costa Rica 10%, a Guatemala 7%, a Honduras 5%.
Es posible que los Estados Unidos traten con mayor generosidad a los países centroamericanos para raparle el “mercado natural” a México y quizá también a Colombia y Venezuela. También es posible que los negociadores colombianos andinos hayan resultado más lentos que los perspicaces homólogos del Caribe centroamericano. Quizá, en fin, hacen la cuenta de que Colombia tiene el colchón invisible del narcotráfico para abrir ventanillas secretas que la salven de la insolvencia y la quiebra. Los negociadores gringos no dan puntada sin dedal. Los andinos tienen dedal sin puntada.
4.- ¿Y la mama Coca qué? - La narcotización de las relaciones de Colombia con los Estados Unidos culmina como la petrolización de las relaciones de los países del Medio Oriente: con invasión. La una con finta comercial, la otra con finta militar. Si el consumo de narcóticos no encuentra mejores sustitutos estadounidenses para la cocaína y la morfina, el narcotráfico tenderá a incrementarse puesto que con el TLC las oportunidades de inversión y de negocios se cierran, y las oportunidades de tráfico se abren. Además, a mayor represión mejores precios.
Es así como muchos observadores presumen que la ocupación económica puede arreciar la guerra de la coca y establecer nuevas y sorprendentes alianzas en esa subterránea economía. Ese puede ser el precio a pagar por un patético negocio de lesa patria en el que se pone en un platillo de la balanza la prolongación del Plan Colombia ahora “antiterrorista” y en el otro la liquidación de la Comunidad Andina de Naciones a favor del TLC.
[1] Ver en Anexo 2.3 Lista de desgravación de Colombia y lista de desgravación de los Estados Unidos (ver en secciones arancelarias industriales). F significa arancel 0 o sea “libre”, A: al 2009. B: en 18 etapas etc. Ver otras convenciones en Capítulo 5.
[2] “Las partes comparten el objetivo de la eliminación multilateral de los subsidios a la exportación de mercancías agrícolas y deberán trabajar juntos con miras a un acuerdo en la OMC para eliminar dichos subsidios y evitar su reintroducción bajo cualquier forma” TLC Capítulo 2 “Trato nacional y acceso de mercancías al mercado”, Artículo 2.16
[3] Carnes de bovino, despojos de carne de bovino, aves terminado su ciclo productivo, cuartos traseros de pollo, leche en polvo, yogourt, mantequilla, queso, lácteos procesados, helado, fríjol seco, maíz amarillo, maíz blanco, sorgo, glucosa, comida para animales, alimento balanceado para animales, arroz, aceite de soya. Ver en Apéndice I de Notas Generales.
[4] CPC Artículo 226.- “El Estado promoverá la internacionalización de las relaciones políticas, económicas, sociales y ecológicas sobre las bases de equidad, reciprocidad y conveniencia nacional”.
[5] Luis Jorge Garay, Fernando Barberi e Iván Cardona: “TLC: “¿La parte del león para los Estados Unidos? El Tiempo: Lecturas de fin de semana 14 de Octubre 2006, pág.4-5. Tomado del cap. IV del Esudio para el Proyecto Planeta Paz, con apoyo de Oxfam-GB.
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