El desmovilizado líder paramilitar Salvatore Mancuso hizo dos revelaciones trascendentales durante este martes en el marco de la segunda parte de la versión libre ante la Fiscalía en Medellín. En primer término hizo un diagnóstico conceptual de la razón de ser de estas organizaciones criminales de extrema derecha. Estas surgieron, según él, porque en Colombia hay un “paramilitarismo de Estado”. Entonces tomó ejemplos de los manuales de instrucción del Ejército Nacional para concluir que no sólo él, sino este fenómeno armado, provenían de ahí.
Luego saltó al terreno de los hechos y contó con quiénes trabó una unión para conseguir sus objetivos. Entre estos, soltó tres nombres de generales de la República que han ocupado puestos claves en la cúpula de la institución. Son ellos los generales Rito Alejo del Río, Iván Ramírez y Martín Orlando Carreño.
Sus revelaciones fueron bien recibidas por un auditorio integrado por víctimas del conflicto y que minutos antes –cuando llegó a la sede donde iba a rendir su declaración, fuertemente escoltado y con un chaleco antibalas– le habían gritado: “Asesino, asesino, asesino”. Según las familias de las víctimas del paramilitarismo presentes en la versión libre, éste ahora sí comenzó a revelar lo que había prometido durante la semana pasada.
En esta ocasión, Mancuso suministró detalles inéditos. Después de entregar una documentación ante el Fiscal delegado de Justicia y Paz –incluyendo su carné que lo acreditaba como boy scout cuando era niño–, comenzó con una frase contundente y que tal vez podría resumir lo dicho durante la mañana: “Yo soy la prueba fehaciente del paramilitarismo de Estado en Colombia”.
A partir de esa frase comenzó a explicar cómo desde la década de los 60 y hasta los 90 todos los manuales de contraguerrilla del Ejército Nacional justificaban e invocaban el pensamiento de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Así relató, cronológicamente, los nombres de algunos comandantes del Ejército que en todo este tiempo propugnaron las AUC. Por ejemplo, mencionó nombres como el de Harold Bedoya cuando era comandante general de la segunda división del Ejército en 1993, con sede en Bucaramanga, o el del comandante del Ejército en 1973, Luis Carlos Camacho Leyva, o del comandante Orlando Zafra en 1985 y el de Fernando Landazábal Reyes en 1988, y también el del comandante Luis Arcesio Bohórquez en 1989. De todos ellos, aseguró ante la Fiscalía, hicieron doctrina paramilitar y los cita textualmente.
“La defensa nacional no es sólo responsabilidad del Ejército”, sentenció en una cita textual del comandante del Ejército en 1973, Luis Carlos Camacho Leyva. En otras palabras, Mancuso dijo que se empezó a enrolar en los paramilitares como “cooperante”.
Luego dijo que en la medida que el proceso fue adquiriendo una dinámica mayor tuvo que pasar a las acciones. Entonces habló de tres reuniones con los generales del Ejército Iván Ramírez Quintero y con Rito Alejo del Río, en las que se planeó la expansión paramilitar por el norte de Colombia.
Aseguró que el general Rito Alejo les indicaba a los escuadrones paramilitares qué terrenos podían tomar y cuáles zonas estaban libres de peligro para concentrar a los hombres reclutados.
Su versión coincide con varias organizaciones de derechos humanos que han señalado al general del Río como uno de los oficiales que ha violado los derechos humanos desde la institución. El CINEP dice que el general (hoy retirado) Rito Alejo del Río Rojas ocupó el cargo de comandante de la brigada 17 del Ejército con sede en Carepa, Antioquia, desde diciembre de 1995 hasta diciembre de 1997.
“En tal período fueron perpetrados centenares de crímenes de lesa humanidad contra las comunidades más vulnerables de la zona cuya responsabilidad, al menos por omisión, se atribuyó a sus tropas, las cuales fueron vistas habitualmente actuando en unidad de acción con las más reconocidas estructuras paramilitares. Muchos miles de campesinos, negros e indígenas fueron desplazados violentamente de sus aldeas y el paramilitarismo tomó el dominio completo de la región. Pero el general del Río no llegó a Urabá sin antecedentes inquietantes que fueron configurando una trayectoria y un perfil fuertemente contrarios a lo que la ética y el derecho demandan de la milicia. Una serie de acusaciones han quedado registradas en numerosos expedientes judiciales y disciplinarios, que si bien la justicia colombiana con sus arraigados métodos de impunidad que la caracterizan ha dejado sin investigar ni sancionar, llegando incluso el Fiscal General de la Nación a precluir el proceso contra él (9 de marzo de 2004), sus sustentos probatorios ineludibles llevan a definir el perfil de este general como uno de los más tozudos impulsores y gestores del paramilitarismo en Colombia y lo hacen responsable de numerosos crímenes de derecho internacional”.
Precisamente, el senador Gustavo Petro ha insistido en que el presidente Álvaro Uribe Vélez le debe una explicación al país de por qué le ofreció un homenaje de desagravio al general del Río cuando precisamente la embajada de Estados Unidos había anunciado el retiro de su visa y las organizaciones de derechos humanos de ese país publicaban detallados informes de su accionar. Incluso Mancuso contó que entre 1996 y 1997 se reunió con el general Rito Alejo en la finca ’La 21’, en San Pedro de Urabá.
Aseguró que allí estuvieron Carlos Castaño (jefe de las AUC ya muerto), y Freddy Rendón, alias ’El Alemán’, y que el tema que trataron fue la expansión paramilitar en Urabá. Según Mancuso, este oficial iba en un helicóptero civil, pero él llevaba su uniforme militar. Esta es la primera vez que un ex jefe ‘para’ se refiere al general Del Río.
Luego Salvatore Mancuso señaló al general Martín Orlando Carreño y explicó que cuando estaba en la Brigada 17 enviaba a sus soldados a patrullar en compañía de los comandos paramilitares. “Yo era uno más dentro de esa Brigada”. En otras palabras, Mancuso, dijo que él era un soldado raso al servicio de las decisiones de Carreño, quien con el paso del tiempo fue ascendiendo en su carrera hasta ocupar la comandancia del Ejército.
Mancuso reveló que sus hombres patrullaron con el general Martín Orlando Carreño y que a través de un general de la Brigada 11, al que identificó como Iván Ramírez, conoció al también general Alfonso Manosalva (fallecido) con quien se reunió al menos 10 veces. El general Ramírez comandante de la XI Brigada en Montería y luego llegó a ser jefe de inteligencia del Ejército. De él también las organizaciones de derechos humanos han hecho varios reportes donde lo sindican de varios delitos.
Como se recordará, a Manosalva el ex líder paramilitar ya lo había señalado en anteriores versiones como uno de sus colaboradores en la matanza de El Aro (Antioquia).
Pero las revelaciones de Mancuso no pararon ahí. Contó el episodio con el magistrado Rodrigo Escobar de quien dice acudió a Mancuso por el caso de su novia (no dio el nombre). Quería saber qué había pasado con ella, si aún la tenían retenida o la habían matado. Cuenta que el magistrado “buscó a uno de nuestros congresistas”, a Miguel de la Espriella, para preguntarle eso. Entonces Mancuso llamó a ‘Jorge 40’ y éste le dijo que estaba muerta porque según una información ella manejaba parte de las finanzas de la guerrilla.
Al filo del mediodía, Mancuso terminó diciendo: “El paramilitarismo ha sido orquestado por los gremios económicos, que son los que ponen la plata, plata que favorece a los políticos y el Ejército dispara a quien se oponga a esto, sea guerrilla o no sea” . Dando así pistas de lo que puede venir en las próximas horas.
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