La oposición pertinaz -que aborrece los cambios y odia ideológicamente a todo lo que huela a socialismo- juega con fuego, si cree que este pueblo quedará tranquilo, si le cortan las alas de sus sueños de otro Ecuador más justo, humano y solidario.
Se ha suprimido el debate de las ideas para dar paso a peroratas y expresiones que quieren ser irónicas y que resultan insultantes. No existen razonamiento sino apelaciones a instintos y afectividades para sembrar incertidumbres.
Se ha desechado el análisis de las realidades múltiples y cambiantes para manipular hechos, datos, cifras.
El discurso mediático ha sustituido a una verdadera y orgánica oposición política, simplemente porque los partidos políticos tradicionales, fueron víctimas de su propios y prepotentes errores.
El Ecuador sería distinto si se produjera un debate profundo sobre ideologías filosofías, doctrinas. Si en pleno uso de la libertad de expresión del pensamiento que, irrefutablemente existe, la oposición, con fundamentos teóricos y científicos, fuese capaz de demostrar que el «Socialismo Siglo XXI» es una quimera, que la justicia social es una utopía inalcanzable, que la «Revolución Ciudadana» es una farsa.
Qué loable sería que los intelectuales del neoliberalismo y los ideólogos de las derechas políticas y económicas dijeran qué es la democracia y qué tipo de democracia quisieran, que expusieran sus razones para sugerirle a la ciudadanía, no imponerla, qué tipo de Asamblea Constituyente quieren y que Carta Política desean.
De las frases simples e hirientes, podrían pasar al discurso coherente con sus intereses de clase, diferentes a los del país.
Pero en lugar del debate y la exposición de pensamientos se ataca y se agrede.
Se organiza la especulación con el gas de uso doméstico, sospechosamente se elevan los precios de los productos de la canasta básica familiar y crece la inflación, se expande el rumor sobre el fin de la dolarización y hasta se exhiben billetes de miles de sucres con el rostro del Presidente Correa, baja estrepitosamente la producción petrolera y se insiste en la influencia del chavismo, anuncian nuevos videos con imaginativos escándalos de corrupción para implicar a altos funcionarios, se insiste en la pugna Ejecutivo-Congreso para evitar la aprobación de la «Ley de Justicia Financiera», de las reformas a Ley de Hidrocarburos para sancionar el contrabando y con «dignos e indignos» se arman nuevas mayorías antigubernamentales, en tanto que la oposición vocifera en los medios de comunicación social, particularmente de la televisión y radiodifusión que rechazaron las prohibiciones para reproducir videos y grabaciones que violen el derecho a la privacidad, intimidad personal y familiar para proteger el buen nombre, la buena reputación y el honor de las personas.
Las necesarias crítica y autocrítica dan paso a griteríos que crean confusión, como para indicar que hay un plan macabro, milimétricamente trazado, puesto en ejecución hasta que caiga quien caiga.
La derecha debería reflexionar sobre: “Quien siembra vientos cosecha tempestades”.
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