La campaña electoral sirve para que reflote lo nauseabundo de candidatos y partidos políticos comprometidos con un pasado de vergüenza, ignominia e infamia.
También sirve para que algunos personajillos y famosillos incrustados en diversos medios de comunicación social ensayen las técnicas de la CIA y del imperio en campañas mediáticas y guerra sicológica, propaganda negra, manipulación, tergiversación y desinformación de hechos, acontecimientos y discursos.
Naturalmente tienen legítimo derecho para aborrecer al Socialismo Siglo XXI, para criticar y oponerse al Presidente de la República , si asumieron los principios de la ideología dominante y los intereses del sistema capitalista neoliberal.
¿Pero tienen derecho para denigrar al socialismo en su conjunto, para agredir e insultar al Presidente de la República, con burla y escarnio?
¿O derecho para manipular las conciencias del pueblo, meterse en ellas y ansiar conducirlas a sus rediles “doctrinarios” o partidistas?
Sutiles e insidiosos son para destacar lo negativo y burdos son, cuando con aparente ignorancia, se refieren al Socialismo Siglo XXI.
No existe debate ni proposición de ideas, tesis, filosofías y doctrinas.
Como los testaferros del sistema de explotación dijeron -junto a Francis Fukuyama- que la historia y la ideología habían muerto porque eran un muro que impide la realización de buenos negocios y una piedra en el zapato para la concreción del globalismo y para bendecir y beneficiar al capital transnacional, esparcir la pobreza y condenar al subdesarrollo eterno a los pueblos del Tercer Mundo, prefieren evitar la confrontación ideológica y transitar por los atajos del insulto, la mentira y la calumnia.
Jamás se detienen a analizar qué es la justicia social, la democracia profunda y participativa, el respeto a la dignidad humana y el principio básico de la convivencia pacífica: La igualdad para todos y para todas. Sólo les interesa sembrar miedos colectivos, dudas existenciales y hondas inquietudes.
Los partidos de la vieja partidocracia neoliberal que, con rabia se opusieron a la Constituyente, terminan por presentar candidatos con los mismos vicios y con las corruptelas de siempre. Por insulsa demagogia, mienten y engañan al pueblo y ofrecen de todo cual Mesías redivivos, menos trabajar en una nueva Constitución Política que transforme la República en su organización Estatal y estructuras. Prometen elevados créditos a intereses mínimos, bajar los precios de bienes y servicios, empleos a millares, viviendas, salud y educación.
Otros se han constituido en algún «Comité Empresarial Ecuatoriano» y manipulan realidades socio-económicas de países desarrollados comparando con países subdesarrollados con lo que demuestran una absoluta carencia de ética en tanto que la totalidad de la derecha, con desesperación, quiere llegar a diálogos, acuerdos y consensos, olvidándose que en largos años de explotación inicua, jamás pensó en mínimos consensos y menos en detener el sistema de expoliación que condujo a que millones de ecuatorianos emigraran y que irresponsablemente condujo al país al descalabro bancario y a la imposición de la dolarización.
Los unos no merecen prestarles la menor atención y los otros no merecen uno sólo de los votos.
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