Invitado este fin de semana a la 44ª Conferencia sobre la Seguridad, en Munich, el secretario de Defensa de Estados Unidos, Robert Gates, trató de convencer a sus oyentes europeos de que un fracaso de la OTAN en Afganistán (y de hecho en Pakistán) abriría las puertas de Europa a los terroristas de Al Qaeda.
Veamos un pasaje de su intervención:
«El peligro que plantea el extremismo islámico es real –y no va a desaparecer. Ustedes conocen todos los atentados de Madrid y de Londres. Pero ha habido también numerosos atentados más pequeños en Estambul, Ámsterdam, París y Glasgow, entre otros lugares. Numerosas células y complots han sido desmantelados durante los últimos años –la mayoría de ellos tenían como objetivo sembrar la muerte y la destrucción a gran escala (…) Hace sólo unas semanas, las autoridades españolas arrestaron a 14 extremistas islamistas en Barcelona, sospechosos de planificar atentados suicidas contra transportes públicos en España, Portugal, Francia, Alemania y Gran Bretaña.
Imagínense por un momento lo que hubiera pasado si algunos de esos atentados hubiesen tenido lugar. Imagínense si los terroristas islámicos hubiesen golpeado sus capitales a la misma escala que lo hicieron en Nueva York. Imagínense si hubiesen tenido a mano material y armas capaces de [sembrar] aún más destrucción –ese tipo de armas son fácilmente accesibles en el mundo de hoy. Olvidamos por nuestra cuenta y riesgo que la ambición de los extremistas islámicos no tiene otro límite que las ocasiones a su alcance.
Ustedes deben recordar también que las células terroristas en Europa no son un producto puramente local, desconectadas de hechos lejanos, ni una simple cuestión de orden interno. Algunas son financiadas desde el extranjero. Algunas odian a todas las democracias occidentales, no sólo a Estados Unidos. Algunos de los que han sido arrestados tenían vínculos directos con Al Qaeda. Algunos están vinculados con Al Qaeda en Irak. En el caso más reciente, la célula de Barcelona, tenía vínculos con una red de entrenamiento terrorista dirigida por Baitullah Meshud, un comandante extremista con base en Pakistán, afiliado a los talibanes y a Al Qaeda que, según creemos, es responsable del asesinato de Benazir Bhutto», etc., etc.
La historia de política ficción de Robert Gates no sorprenderá a nuestros lectores, sino que confirma, en la forma y contenido, lo que escribía Thierry Meyssan la semana pasada en estas mismas columnas, sólo que con otras conclusiones.
Ver: «De cómo los servicios secretos españoles de Zapatero impidieron una nueva ola de atentados de Al Qaeda-CIA en Europa» Red Voltaire, 8 de febrero de 2008.
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