Después de haber negado con vehemencia que había autorizado a la marina de guerra a utilizar el canal de Suez, el gobierno egipcio acabó admitiendo lo que ya era evidente. Invocó entonces la aplicación de la Convención de Constantinopla –que autoriza el paso de navíos de guerra que no representen una amenaza para el país que autoriza. Egipto enmascara así los acuerdos de defensa que ha concluido con Israel. Pero, ¿se da usted cuenta de que eso implica que Israel –potencia nuclear de facto asociada a la OTAN– puede así desplegar sus misiles en cualquier punto de los cinco océanos?
El Delfín emergió del mar ante los bañistas que pasaban sus vacaciones en Eilat, el puerto israelí del golfo de Aqaba, en el Mar Rojo. Pero no se trataba de un cetáceo sino de un Dolphin, uno de los submarinos nucleares israelíes equipados con misiles nucleares. La noticia causó sensación. No es sin embargo un misterio que los Dolphin navegan por el Mar Rojo, manteniendo así a Irán dentro de su línea de fuego. Ya lo habíamos señalado, hace 7 años [1]. Los tres primeros submarinos de esa categoría, dotados de los más sofisticados sistemas de navegación y de combate, fueron proporcionados a Israel por Alemania, en los años 1990, a título de donación. A pedido de Israel, a los 6 tubos de lanzamiento de 533 milímetros –adaptados a los misiles de crucero de corto alcance–, se agregaron en cada submarino otros 4 tubos de 650 milímetros, destinados al lanzamiento de misiles nucleares de crucero de largo alcance: los Popeye Turbo, que pueden alcanzar un blanco situado a 1 500 kilómetros. Se trata de misiles derivados de misiles estadounidenses. La sociedad israelí Raphael y Lokheed-Martin han realizado también, en conjunto, una versión para su lanzamiento desde aviones.
En 2010, dos nuevos submarinos de combate, también provenientes de Alemania e igualmente equipados para el lanzamiento de misiles nucleares, se agregarán a los 3 que actualmente posee Israel. Estos submarinos se construyen en los astilleros de la Howaldtswerke-Deutsche Werft AG, a un costo de 1 270 millones de dólares y el gobierno alemán financia un tercio de ese costo. El Jerusalem Post confirma que los dos nuevos submarinos, designados con la sigla U-212, también se construyen según las “especificaciones israelíes”: velocidad superior (20 nudos), mayor radio de acción (4 500 kilómetros) y más silenciosos, para que puedan acercarse al blanco sin ser detectados.
Según los expertos en cuestiones nucleares, uno de los Dolphins proporcionados por Alemania está destinado a la navegación por el Mar Rojo y el Golfo Pérsico, otro al Mediterráneo, y el tercero se mantiene como reserva. Gracias al refuerzo de los dos nuevos submarinos, el número de unidades destinadas a la navegación, listas para desencadenar un ataque nuclear, podrá multiplicarse por dos. Y esto no es más que una parte de las fuerzas nucleares israelíes, cuyo potencial está evaluado en 200 o 400 cabezas nucleares, con una potencia equivalente a casi 4 000 bombas como la de Hiroshima, y cuyos vectores son más de 300 aviones F-16 y F-15 de fabricación estadounidense y alrededor de 50 misiles balísticos Jericho II situados en rampas móviles. Esas y otras armas nucleares están listas para su lanzamiento durante las 24 horas del día.
El gobierno israelí, que se niega a firmar el Tratado de No Proliferación [sobre las Armas Nucleares], nunca ha reconocido ser poseedor de armas atómicas (cuya existencia está sin embargo reconocida por el Organismo Internacional de Energía Atómica) aunque sí deja entrever que las tiene y que puede utilizarlas. Eso explica por qué apareció el Dolphin ante los ojos de los bañistas de Eilat y por qué el Jerusalem Post informa que transitó por el Canal de Suez, al regreso de una maniobra en el Mar Rojo. Como escribe ese mismo diario, se trata de “una señal para Irán”. En otras palabras, es una manera de hacerle entender a Irán y a otros países de la región, que no tienen armas nucleares, que Israel sí las tiene y que está dispuesto a utilizarlas.
La más reciente “señal de advertencia a Irán” es la noticia, publicada en el diario Haaretz, de que otros dos navíos de guerra israelíes, el Hanit y el Eilat, cruzaron ayer el Canal de Suez con rumbo al Mar Rojo. El Hanit ya había transitado por allí en junio con el submarino Dolphin. Eso implica la existencia entre Israel y Egipto de un acuerdo de contenido antiiraní. Las propias fuentes militares israelíes hablan de un «cambio de política» que permite a las unidades de la marina transitar libremente por el Canal. Lo cual confirmó el ministro egipcio de Relaciones Exteriores, Ahmed Abul Gheit, quien calificó de «legítima» la utilización militar del Canal de Suez por parte de Israel, estipulada en «un acuerdo entre El Cairo y Jerusalén». Existe por tanto un vínculo estratégico más estrecho entre el Mediterráneo, el Mar Rojo y el Golfo Pérsico.
Y mientras que Israel se entrena con vista a un ataque nuclear contra Irán, los líderes del G8 (que apoyan casi todos activamente el programa militar nuclear de Israel) denuncian «los riesgos de proliferación que plantea el programa nuclear iraní» en los documentos aprobados el 8 de julio en Aquila, «durante una cena».
Artículo publicado inicialmente en la edición del 15 de julio de Il Manifesto.
[1] Il Manifesto del 5 de abril de 2002.
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