Periodista de toda su vida, Julio Scherer García nos entrega otro libro: Secuestrados, donde su prosa –consolidada por su perseverancia en el trabajo de la prensa escrita– hila cinco microhistorias que inician con la desgarradora narración del secuestro de uno de sus nueve hijos, entreverada con recuerdos, convivencias, amistades que permanecen y angustia para, de la noche a la mañana, reunir la suma exigida para el rescate.
Secuestrados, de Julio Scherer Ibarra
Ya que los secuestros rebasan la intimidad desgarrada por el familiar en manos de la delincuencia, el drama enlaza lo privado con lo público: buscando el secreto lo aborta, porque es imposible el silencio ante la búsqueda de la solución que implica tocar, desesperadamente, puertas para solicitar socorro que eviten el desenlace de la amenaza: “Si no nos entrega 300 mil pesos, al amanecer, lo matamos”.
El libro sintetiza el temor de los mexicanos que a diario saben de los secuestros y no dejan de comunicarse con sus familiares y amigos para saber dónde están y si están… a salvo. Son historias de esa tragedia que enluta a varios hogares, mientras angustia a otros por el temor a sufrirla en carne propia o en sus familiares o amigos, víctimas de esas despiadadas bandas que torturan física y sicológicamente.
Nos cuenta Scherer García, además del secuestro de Scherer Ibarra, el suyo, el de José Lima, de Miguel Bonasso y Juan Gelman, amigos todos del periodista. Rememora los infames raptos de los que lograron salir de ese infierno que deja un dolor-huella en los recuerdos, para trastocar aquello de que “recordar es vivir” y pasar a “recordar es morir”, porque los secuestrados son mutilados o asesinados.
Remata Scherer García cómo a partir de la década de 1980 “las primeras bandas al paso del tiempo encontrarían un gran negocio en el secuestro”. Y en sumarísima revisión pasa lista a esos criminales que, cuando actúan, nada temen y capturan a sus víctimas planeando hasta el hecho mismo con el que detonan la vejación: la llamada telefónica o el mensaje de aviso.
Sobrevivir o morir en cuestión de horas si el rescate no es entregado con precisión de movimientos y tiempo, tal y como lo programan los secuestradores. El libro es muy desgarrador: aborda un problema que no se puede desdramatizar y que –en el ámbito de la impunidad, la delincuencia desenfrenada y el dolor– no tiene solución. Aunque a veces el secuestrado se salve, no olvidará a lo que sobrevivió. Los lectores tampoco olvidarán cuán terrible es que los secuestros permanezcan en la cotidianidad del país, como microhistorias de la infamia humana.
Scherer García va al grano. No deja escapar cuanto recuerda de los cinco secuestros sin que, con todo, le gane la vivencia más cercana, el secuestro de Julio Scherer Ibarra… “En la zozobra veía mi muerte por mi propia mano, si Julio moría”.
A todos los va hilando del presente, es decir, de adelante hacia atrás, para mostrarnos los sentimientos que hierven al suceder un secuestro, conozcamos o no a la víctima de tan vandálico acto inhumano, mientras amigos y familiares se consumen por la desaparición del amigo, del hijo…
Secuestrados nos lleva a ese drama cuando “la realidad supera a la más febril fantasía”.
“En Tijuana quedaron establecidas las diferencias entre secuestro, ajuste de cuentas y levantón (…) El secuestro es sólo un negocio”.
La narrativa de las microhistorias intercala, dentro de las más encontradas emociones debatiéndose en la angustia, aquellos recuerdos que más han remachado las circunstancias de la vida. Es el mayor acercamiento del valor de la amistad, del amor a la compañera (Julio Scherer Ibarra nos habla, en lugar de los momentos terribles de su secuestro, de su madre, doña Susana, que con su padre a una voz dirían: “Ese día sentí la ausencia de Susana como una calamidad que me desollaba, sin lágrimas en los ojos, húmeda el alma”) y de todo lo que nos rodea en la inmediatez de este ir creado nuestro destino y de quienes, como un secuestro, buscan interrumpirlo para dejarnos una marca en el camino.
El libro es, con sus 17 cuadros, para ir mirando lo que son algunos secuestros y así tener el panorama de esa criminalidad que, con otros delitos, tienen lugar a diario en el ya de por sí sangriento presente mexicano. Donde los delincuentes abusan de la impunidad en la que nadan plácidamente todos los abusos, incluyendo los que cometen los gobernantes. Los mexicanos se encuentran en un callejón sin salida, temerosos del golpe militar de un Estado policiaco, mientras los soldados no logran doblegar a los narcotraficantes y sus paramilitares.
Secuestros, desapariciones, levantones… en lo que va de enero a octubre: 5 mil 630 asesinatos (El Universal, 7 de mayo de 2009). En ese contexto, Scherer García nos cuenta lo que vivió, lo que sabe de los secuestros.
Ficha bibliográfica:
Autor: Julio Scherer García
Título: Secuestrados
Editorial: Grijalbo. 2009
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