“ La música en las comunidades indígenas, es un elemento primordial en las actividades cotidianas, agrícolas y el pastoreo, así como para la celebración de rituales, ceremoniales y festejos”.
En la cosmovisión andina la presencia de “Taita Inti” (padre sol) y del “Taita Huayra” (padre viento), determina el tiempo de la siembra y el tiempo de la cosecha. Los conquistadores españoles interpretaron el calendario agrofestivo e impusieron su santoral católico e hicieron coincidir las fiestas del “Inty Raymi” con las de San Juan en Imbabura, San Pedro en Cayambe o Corpus Cristi en Pujilí, solo por citar algunos casos.
“Cushi Utahua”, se denominan las fiestas tradicionales, populares y religiosas que celebran los indígenas a lo largo del callejón interandino del Ecuador. En estas fiestas los sonidos de instrumentos de viento, junto con los de percusión (bombo, tambor, wankara) y los de cuerda (guitarra y violín) se han fusionado para producir ritmos como: el danzante, el yumbo, la tonada, el sanjuanito, el aire típico, el albazo, etc.
Los materiales con los que las manos hábiles de los artesanos indígenas fabrican los instrumentos de viento se encuentran en páramos, quebradas y potreros o bien utilizan los cachos de vacas y toros.
Uno de los instrumentos más llamativos es la bocina, la misma que se utiliza en las mingas, para arrear el ganado, para anunciar la víspera de la fiesta o el inicio de la faena de toros populares. Hay de dos formas: larga o en forma de churo. Su longitud fácilmente puede superar los 2 mts de largo y 20 cms de ancho. Está fabricada de cacho, la boquilla es de tripa de vaca. Para tocarla, el bocinero debe ser dueño de un buen par de pulmones y para que salga un buen sonido y resuene en la lejanía previamente se la baña por dentro y por fuera con trago o chicha de jora.
Una variante, es el cacho de toro, especie de bocina más pequeña con la que el cabecilla desde la loma más alta de la comunidad toca anunciando una reunión o en caso de una urgencia o emergencia. Quien lo fabrica escoge un cacho largo de color blanco, lo corta con un serrucho y lo pule fregando los lados en una piedra. Al terminar lo adorna con cabuya y le pone una soguilla para cargar.
El churo o caracol es un instrumento de batalla. Aunque su material no es propio de la sierra sino de la costa se lo considera como autóctono, quizá porque en la memoria colectiva esté presente el recuerdo de que los ancestros provenían de esas tierras. Tiene en la parte posterior un agujero que cuando se lo toca es similar a un grito de guerra.
El pingullo es un instrumento de viento que acompaña al wancara (tambor grande) con los que se ejecuta el ritmo danzante o de tonada. Se lo utiliza en las fiestas del Corpus Cristi e interpreta ritmos lentos y pausados como de adoración. El pingullo es similar a una flauta, posee dos o tres orificios y está fabricado de canuto o de tunda.
La dulzaina conocida antiguamente como pífano, “mishqui taquina” (dulce sonido) se la toca a dúo, con las dos manos. Son dos canutos de más o menos 30 cms. La primera tiene seis orificios (macho) y la segunda cuatro orificios (hembra). Hoy se las fabrica también de lata o con plástico.
La flauta se elabora con huesos de animales y de aves muertas como llamingo, cóndor o venado. Es un instrumento largo cuyas medidas varían, posee siete agujeros tapado con goteras de cera, también se las fabrica con tuto. Según su tamaño se clasifican en: “fatuhueño” (grande), “chaupi cancha” (mediana), “uchu cancha” (pequeña). Generalmente se las toca cuando hay un velorio de un niño.
La ocarina tiene la forma y el sonido similares a los de un pájaro. Está manufacturado a base de barro horneado a calor. Tiene orificios en diferentes lugares, sonidos macho y hembra que evocan el gorgeo y el cortejo amoroso de las aves. Se la toca cuando los indígenas salen de pastoreo o visitan a sus familiares y amigos.
El rondador fabricado con carrizos, está compuesto de 36 hasta 26 tubitos. Su longitud varía entre 25 y 40 cms, con un cordel de cabuya conocido comúnmente como caucho, amarrados a cuatro carrizos cortados por la mitad: dos rectos y dos diagonales. También se fabrican rondadores con plumas de cóndor. Generalmente son los jóvenes quienes lo tocan para enamorar a sus adorados tormentos.
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