Primera razón: la corrupción
Porque Ollanta Humala es el único candidato que librará una lucha frontal contra la corrupción.
Porque los cimientos de la nación han sido resquebrajados seriamente y están, hoy mismo, amenazados por la corrupción corrosiva del Perú oficial. No hay ninguna posibilidad de seguir haciendo viable al Perú si es que continúa esta tendencia perniciosa de utilizar el poder político para hacer fortunas, por parte de quienes toman decisiones de gobierno y de sus “socios” del entorno oficial. Esta práctica letal está instalada y extendida por todo el Estado, comenzando en el Poder Ejecutivo.
Sencillamente, nuestro país va camino a la disgregación, a la anomia desintegradora, a la pérdida de su identidad, si no comienza en julio próximo, en un nuevo gobierno nacional, a restituirse la decencia, la limpieza y la eficiencia en el manejo de la cosa pública y en la administración de nuestros recursos y riquezas nacionales. El primer gran problema del Perú es que se ha reinstalado con fuerza y absoluta desvergüenza la corrupción que se hizo tan evidente y de manera grotesca durante el régimen fujimorista de los 90, hoy en alianza proterva con el gobierno de Alan García (quien, además, ha hecho del Partido Aprista oficial uno de extrema derecha). El régimen de García, como secuela de ese pacto infame con Alberto Fujimori y sus cómplices, ha entregado legitimidad cancerosa y fétida al fujimorismo, con el apoyo y condescendencia de los grupos de poder que en la década de los 90 se enriquecieron conviviendo perfectamente con la corrupción.
A Ollanta Humala no puede acusársele de corrupto ni de condescendiente con la corrupción, como a otros candidatos. Merece el beneficio de la duda. Los peruanos y el Estado en el nuevo gobierno debemos fortalecer realmente nuestra democracia y sus instituciones para consolidar nuestras libertades y derrotar a la corrupción. Y Hugo Chávez, el dictador venezolano, no tiene nada que hacer acá, y cualquier intromisión de su parte en el proceso electoral debe ser enérgicamente rechazada por los peruanos.
Segunda razón: el narcotráfico
Porque Ollanta Humala es el único candidato dispuesto y capaz de enfrentarse al narcotráfico.
Si no se produce un verdadero cambio, el Perú se convertirá en un narco-Estado (que dio importantes pasos para ello durante la gangrena fujimorista, recordemos los 160 kgs. de cocaína encontrados en el avión de Fujimori). Nuestro país, según analistas serios y estadísticas confiables, ya ocupa prácticamente el primer lugar en “exportación” de cocaína. En esto sí ya superamos a Colombia. Es gravísimo y la responsabilidad fundamental recae en los gobernantes actuales quienes “diseñan” las políticas públicas de prevención, combate y represión a los gestores del delito de narcotráfico. Fracasaron en ello, y no sólo por incapaces.
Se requieren coraje y fibra para conducir una lucha integral, sostenida y efectiva contra el narcotráfico. Esto es prioritario para el país.
Vínculo narcotráfico y corrupción
Debemos darnos cuenta que la corrupción desde el Estado, ha coadyuvado al crecimiento exponencial de esta actividad delictiva y destructora de toda sociedad. El narcotráfico en el Perú no hubiera avanzado tanto si no se hubiera profundizado la corrupción como ha ocurrido en estos cinco años. Así, el narcotráfico, siendo factor diferente pero muy vinculado con la corrupción oficial, busca que el gobierno que salga elegido se parezca mucho al que se va.
Humala no está entre los preferidos de los responsables del crecimiento vergonzoso de la producción y tráfico impune de la cocaína en el Perú.
El narcotráfico se conecta con el problema grave y decisivo de la seguridad ciudadana que preocupa e impacta en amplios sectores poblacionales, de allí la poderosa razón para exigir y esperar que el futuro gobernante responda de acuerdo a lo que necesita el Perú. Ciertos sectores no quieren comprender que el Perú no puede seguir el camino de México en el tema del narcotráfico y la violencia que éste trae. Sólo un gobierno con autoridad moral y ética puede inspirar a nuestras Fuerzas Armadas y Policiales y a nuestra sociedad para combatir sin cuartel al narcotráfico. Con ciudadanos amenazados o coactados por la delincuencia no hay desarrollo posible, en ningún país.
Tercera razón: los derechos humanos
Porque Ollanta Humala es el único candidato que propone un plan de justicia social y de respeto a los derechos humanos.
El Perú no es un país de derechos humanos. En el balance histórico, no existe cultura de derechos humanos, ni en las prácticas sociales ni en las políticas públicas. El gobierno saliente de A. García ha reforzado irresponsablemente una cultura de confrontación y violencia pues, en los hechos, la pobreza extrema ha aumentado, se ha consolidado un régimen de racismo, encubierto unas veces o flagrante otras, y se han aplicado políticas de exclusión de millones de peruanos violando sus derechos económicos y sociales (Recordar “El perro del hortelano”, Bagua, y “ciudadanos de segunda categoría”). Así, el Estado peruano en estos años, lejos de aplicar un pragmatismo inteligente identificado con los derechos humanos, se ha alejado de esos valores que son los que, al final, hacen grande y definen a las sociedades más desarrolladas del planeta. Definitivamente, eso no ha ocurrido en el Perú.
Si no hay convicción con los derechos humanos -que no constato en Toledo, ni en Castañeda, ni en Kuczinsky y ni hablar de Fujimori- el Perú seguirá fragmentado, con profundas e insultantes desigualdades y con alta conflictividad social. Basta mirar los indicadores de nutrición infantil y la niñez, de capacidad de aprendizaje y retención de nuestros niños y jóvenes en edad escolar (uno de los últimos en A.L.) para constatar que aquí realmente hemos retrocedido y es lo determinante para el desarrollo de toda sociedad. El “boom gastronómico”, “el boom constructor”, o el crecimiento económico (que no distribuye y mantiene en la indigencia y en el abandono a cientos de miles mientras se van incubando resentimientos y furias) no son suficientes y pueden ser engañosos. Eso nos va dejando el gobierno de García que la mayoría de candidatos no cuestiona, lo que nos lleva a un futuro próximo con mayores conflictos.
TLCs, “services” y entreguismo….
Tratados de Libre Comercio suscritos de manera irresponsable y malévola en beneficio fundamental de corporaciones y economías extranjeras y en perjuicio de los productores, industriales y consumidores nacionales; millones de jóvenes peruanos trabajando año tras año en “services” (que García prometió corregir y jamás cumplió) en jornadas laborales de 10 horas y más, en condiciones de maltrato o explotación humana, que no reconocen seguro social ni médico, ni vacaciones. Nada de esto es siquiera mencionado por los otros candidatos.
Humala surge con voz y posición serenamente distinta del conjunto de los otros. Y por alguna razón, tiene credibilidad.
La muy lamentable condición en que quedan la educación, la salud, y la seguridad ciudadana, al culminar un gobierno más, con la reiterada sensación de que un grupo de sinvergüenzas sólo llegó al poder para aprovecharse de él, así como de haber perdido el tiempo y otra oportunidad para desarrollar de verdad, debería alertarnos a los peruanos en este año 2011 de lo verdaderamente importante de la agenda del país. Si a ello le agregamos la amenaza que se cierne sobre nuestra ecología, nuestros ecosistemas regionales, nuestra agua, nuestra tierra, nuestro aire, en suma, sobre nuestras poblaciones jóvenes y adultas, tendremos una visión clara del reduccionismo simplón, interesado y culpable que practica la mayoría de los candidatos presidenciales.
Al culminar el gobierno ultraderechista de García, confirmamos que algunos se sienten muy bien con un Perú casi esclavista y donde el “el cholo barato” y sin dignidad y el peruano selvático maltratado, sin tierras y con agua y aire contaminados hasta la muerte, siguen siendo la “mejor inversión”. Y porque rechazo esa actitud de egoísmo, arrogancia y traición votaré por Humala.
¿Pero qué tiene que pasar en el país para que quienes detentan por un tiempo el poder entiendan que están allí para hacer bien las cosas, para servir, para no beneficiarse ilegal y delictivamente del poder, en suma, para que asimilen que no llegan para robar ni deshonrar si no para construir con equidad, con valentía, e inteligencia?
Mi cuarta razón: porque soy aprista
Finalmente, votaré por Ollanta Humala porque soy aprista.
Naturalmente, que estos temas no caben dentro de la mirada y perspectiva estrecha de Alan García y su grupo, culpables, entre otras cosas de haber hundido al Partido otrora más fuerte y organizado del Perú. Y porque soy aprista de formación, y estuve cerca de Haya de la Torre, en sus últimos años de existencia, y porque, como él, creo profundamente en la libertad del ser humano y en la democracia como forma superior de gobierno, es que afirmo que es posible todavía alcanzar una sociedad justa, desarrollada y culta para todos. Una sociedad y un Estado que no ofenda ni agravie la dignidad ni amenace abusivamente la vida y las condiciones de existencia de ningún grupo de peruanos. Y esto último es lo que han hecho García y su gobierno, para vergüenza del APRA y de los verdaderos apristas.
Por eso, y como un acto de reivindicación del aprismo histórico, que honra la memoria de quienes nos antecedieron en la forja de un Partido fuerte que se fue convirtiendo en la esperanza real de los pueblos del Perú, como un acto de desafío a la insolencia de quienes pretenden seguir utilizando el logo, los emblemas y los símbolos apristas es que declaro que votaré por Ollanta Humala este 10 de abril.
¿Qué vendrá después?
Ya veremos. Lo que es importante ahora es sentar las bases de un verdadero gobierno que defienda, en democracia y con libertad, los derechos humanos de todos los peruanos y el interés del Perú como nación nuestra y de nuestros hijos.
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