En el marco de una reunión cumbre desarrollada con la mayor discreción en la base aérea de la OTAN en Molesworth, Reino Unido, el príncipe Turki al-Faysal expuso a sus aliados anglosajones la posición oficial de Arabia Saudita ante la llamada «primavera árabe».
En primer lugar, Riad estima que las revoluciones de Túnez, Egipto, Yemen y Bahrein no son revoluciones de colores iniciadas por los servicios estadounidenses sino movimientos populares fomentados por Irán.
Es por ello que Arabia Saudita desplegó tropas regulares en Bahrein y en Yemen y envió sus mercenarios wahhabitas a Siria y Libia. Riad propuso además transformar el Consejo de Cooperación del Golfo en una alianza entre las monarquías sunnitas para instrumentar la lucha ideológica y la represión contra la influencia de la revolución chiíta iraní.
Por otro lado, y a pesar de las mutuas declaraciones de amistad, tanto Washington como Riad están concientes de que ya no dependen el uno del otro tanto como en el pasado. Estados Unidos tiene intenciones de basar su futuro esencialmente en el gas, no en el petróleo, mientras que Arabia Saudita ve aproximarse el declive de sus reservas y tiene ahora a China como principal socio comercial.
A pesar de que siguen usando a los sauditas para sobornar a los líderes libaneses, palestinos y egipcios con montañas de millones de petrodólares y de que siguen utilizando las redes de Al-Qaeda en Siria y en Libia, los anglosajones prevén a mediano plazo un derrumbe de la monarquía de los Saud y planean por lo tanto un rediseño del norte de África alrededor de Marruecos y de los beréberes, así como un Medio Oriente rediseñado alrededor de Turquía y de los Hermanos Musulmanes.
En la cumbre de Molesworth, el príncipe Turki al-Faisal dijo que Arabia Saudita tendrá que dotarse de armas nucleares si Irán logra obtener ese tipo de armamento. El diario británico The Guardian, que ha sido la primera publicación en dar a conocer el contenido de los debates, pone en tela la anterior afirmación.
Riad sabe perfectamente que el programa nuclear militar de Irán no es más que una falacia de la propaganda de guerra estadounidense. Así que el verdadero objetivo del anuncio de Arabia Saudita no es otro que hacer saber a sus amigos anglosajones que ya tiene prevista la posibilidad de que ellos la abandonen y que sabe que tendrá que defenderse sola ante una posible generalización de revoluciones fomentadas por Teherán.
En otras palabras, después de haber sido los mejores socios del mundo, sauditas y anglosajones se preparan para un divorcio amigable.
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