Así fabrican “líderes”, “estadistas” e ídolos de barro que luego caen de su gracia y los maltratan tras haber cobrado mientras los ensalzaron. Hay pocos periodistas tras los micrófonos y tras las pantallas televisivas que ejercen su trabajo sin concesiones para informar verazmente. Y con las libertades de expresión e información mantienen una actitud crítica. Ésta es la manera de servir democráticamente a su auditorio.

De entre ese amontonamiento de voces uniformes y zalameras destaca la de Margarita García Colín los sábados y domingos, como dicen ahora, por la “tardenoche”, en Radio 13 Noticias, donde, dicho sea de paso, estuvo de lunes a viernes un periodista que no agradó al concesionario y lo despidió, para poner en su lugar a un merolico que hace de su trabajo un trabalenguas y habla con tal rapidez que nada se le entiende. Es una metralleta que suelta palabras a mil por minuto, como si jugara a las carreras para hablar.

Pero sábados y domingos, en esa radiodifusora, todavía hay un espacio de noticias y comentarios críticos, e incluso entrevistas que satisfacen los requisitos de veracidad para informar. Se atienden los puntos de vista y comentarios de ciudadanos que replican o están de acuerdo con la conducción del programa. Y es que la periodista Margarita García Colín desempeña su labor con excelente voz, cuidada pronunciación y atenta a los acontecimientos políticos, económicos y sociales del país, e incluye a la Ciudad de México, que está en el filo de que una reforma política la transforme constitucionalmente en la entidad número 32 de nuestro federalismo, cuyo centralismo hace del Estado federal un Estado unitario.

Ese periodismo donde los reporteros participan sobre la marcha del noticiero es el que se necesita en radio y televisión para competirle al “estilo” de los López Dóriga, los Carlos Marín; mientras es la excepción la mancuerna de Ricardo Rocha y Florencia Ángeles, que mantienen una apertura democratizadora para informar, comentar y criticar frente a los que en su mayoría desinforman para quedar bien con sus “patrocinadores”, y no precisamente de los comerciales que salen al aire, sino de los politiquillos que pagan para no ser ventaneados. Los mexicanos siguen estando ávidos de veracidad en la información y de crítica ante los abusos del poder. Unos cuantos locutores, quizá comunicadores, controlan los espacios radiofónicos y de las televisoras que mangonean los Azcárraga y los Salinas Pliego.

No hay una pluralidad, ya que los concesionarios sólo quieren obtener dinero de donde venga y ordenan a sus locutores a qué personajes entrevistar. Hubo un calderonismo, como ahora hay un peñismo, en esos medios de comunicación que empaña la información y mutila la crítica. Esto, con sus excepciones, que no hacen un verano republicano y democrático que urge para el crecimiento político quienes frente a los Videgaray y los Osorio Chong postulan el crecimiento económico de corte neoliberal que viene desde el salinismo, se prolongó con el foxismo y con ese miserable Calderón, ¡ahora profesor en la Universidad de Harvard por mérito de los donativos que estuvo haciendo como exalumno mediocre!

Lo que está en cuestión es que se tenga más pluralidad de voces y menos uniformidad. Afortunadamente hay otras mujeres periodistas y no sólo Margarita García Colín, pero faltan más de ellas que enriquezcan la veracidad para analizar, criticar e informar; más reporteros y corresponsales para que los ciudadanos reciban toda la información que ha de servirles para integrarla a sus opiniones con las que deben participar en la democracia directa, frente a sus representantes, empresarios y todas las fuentes que imponen sus criterios sin confrontarla con la sociedad civil.

La nación –que tiene un nuevo presidente de la República que está dictando sus políticas con todo y que los medios para implantarlas sean las leyes del Congreso de la Unión– requiere información veraz, crítica y análisis en los medios de comunicación masiva, y que a través de éstos se transmitan las voces de los empresarios, políticos y demás protagonistas de la vida pública. Se necesita dar espacio a los televidentes y a los radioescuchas con sus respectivos defensores de derechos para que expresen sus opiniones y desacuerdos; y más espacios como los de Margarita García Colín, la periodista que cumple con su deber de periodismo veraz y noticioso con su factor común: la crítica.

Fuente
Contralínea (México)