Que en Perú los clubes electorales sólo producen gnomos para cualquier cosmovisión no queda ¡siquiera! un ápice de duda. Incapaces de formular pensamiento geopolítico en favor de la nación, están huérfanos de cualquier otro afán distinto a la algarada, a la turbamulta, al ruido informe en contraste con la disciplina que sí muestran al cobrar el cheque mensual que la Patria les obsequia. Lo acontecido en los últimos siete días nos coloca en un nivel zoológico de la más baja estirpe.
Manuel González Prada admonizaba: "Tomar a lo serio cosas del Perú". Y razón -o razones- no le faltaban al escritor de palabra acerada y flageladora. No enorgullece reiterarlo pero cuanto dijo -hace 110 años- don Manuel en sus vibrantes artículos podría haber sido análisis exacto del circo que ocurrió en el Congreso y con respecto a la Defensoría, al Tribunal Constitucional y a los directores del BCR.
Gnomo, según el diccionario Larousse es:
"Ser pequeño y deforme que vive en el interior de la tierra guardando sus riquezas. Ser fantástico de tamaño muy pequeño".
Al ser diminutos y de pensamiento deforme aunque viven sobre la tierra conservando riquezas a veces mal logradas u obtenidas, nuestros hombres públicos practican una política de gnomos, son nulos para elevarse sobre las palurdas coyunturas y transitan por las componendas, repartijas, pretextos, excusas y la estulticia a raudales que no anida en una tienda en particular sino en todas.
¿No hemos visto acaso a un ex presidente que se compra una casita de un millón de dólares pidiendo que todo vuelva a fojas cero? La verdad genuina es que aquél tiene mucho que explicar sobre los narcoindultos y los múltiples negociados de que es sospechoso él y su taifa de simios amaestrados en expoliar la caja de Estado, como para que pretenda erigirse en ejemplo moral de cualquier cosa.
La Alianza del Pacífico que Perú integra junto a Chile, Colombia y México, ha proclamado su voluntad que el otorgamiento de tercera, cuarta y quinta libertad de aeronavegación sea IRRESTRICTA con perjuicio, claro y directo por falta de reciprocidad, para el Perú. ¿Ha oído o leído que algunos de estos políticos gnomos se haya pronunciado sobre el asunto de tan lacerante presencia en detrimento del país? Su ignorancia es espeluznante.
En lugar de preparar a la opinión pública, a la juventud escolar y universitaria, a la comunidad municipal y a los gobiernos regionales, a todas las regiones, respecto de lo que se viene con el fallo de La Haya y su Corte Internacional a que Perú llevó a Chile por el contencioso marítimo, aquí nos obsequian con invocaciones poéticas a la "calma, paciencia" cuando en el sur ya suenan tambores que prefiguran escenarios alternos de cómo no aplicar los fallos que aquí se reputan como ineludibles. ¡Cómo si no hubiera existido el precedente de Tacna y Arica entre 1883 y 1929!
Y siendo que el otorgamiento de tercera, cuarta y quinta libertad en la aeronavegación y también el tema La Haya corresponden al concepto de soberanía territorial y marítima, es posible preguntar a cualquier político gnomo sobre las materias y responderán toneladas de naderías, imprecisiones a granel y demagogia a raudales. No hay soberanía nacional sin soberanía popular, es decir, mientras que la Nación y sus 30 millones de habitantes comprendan con perfección qué tenemos que defender y con qué visión de futuro y complementariedad con el resto de países latinoamericanos. ¿Enseñan los clubes electorales a sus epígonos reflexiones o conocimientos sobre soberanía? No hay que confundir cómo robar faltriqueras con el resguardo inequívoco de nuestro patrimonio nacional.
A propósito de la palabra o término repartija tiene que ver con Chile, así se aludió en el sur a la partición que postulaban -Tacna para Perú y Arica para Chile- que fue lo que se consagró en el Tratado del 3 de junio de 1929 y su Protocolo Complementario, realidad pesarosa que Perú debió aceptar merced a su indefensión militar de entonces. Leguía no pudo ir más allá de lo que se reflejó en el acuerdo aludido.
El país necesita de gigantes con pensamientos de dimensión geopolítica y de vigorosa honestidad en la oposición y en el gobierno. No pueden ser las administraciones públicas estaciones obligatorias para las bandas de coimeros y ladrones que se suceden de gobierno a gobierno, de generación en generación y desde centurias atrás.
En el extraordinario libro del tempranamente desaparecido escritor Alfonso W. Quiroz, Historia de la corrupción en el Perú, se lee en su página 100 y sobre Ciclos de la corrupción colonial:
"Sobre la base de las evidencias proporcionadas por Ulloa y otras fuentes relevantes examinadas en este capítulo, es posible sugerir la siguiente secuencia de ciclos de corrupción durante el maduro virreinato peruano: (I) un nivel sumamente alto de corrupción desde al menos la segunda mitad del siglo XVII hasta el temprano XVIII, (II) una caída temporal aunque ligera desde el decenio de 1720 hasta el de 1740, (III) un incremento marcado desde el decenio de 1750 al de 1770, (IV) una caída breve pero significativa en las décadas de 1780 y 1790, (V) un ligero incremento en la primera década del XIX, y (VI) una aguda alza en la década anterior a la independencia."
Mal de muchos, consuelo de tontos. La sociedad tiene que pulverizar a los políticos gnomos y sin altura y reemplazarlos como una misión fundamental de cualquier reforma o revolución en el Perú.
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